La Cuarta Transformación —con el apoyo del sector empresarial dominante del país— anda muy contenta publicitando en prensa que el gobierno de la República ha logrado aumentar el salario mínimo de los trabajadores formales para 2026 y que logró la reducción a 40 horas laborales a la semana, de aquí al 2030. Tenemos, presumen ellos, un gobierno que vela por los intereses del pueblo mexicano trabajador. Los publicistas del empresariado siguen la misma línea de difusión.
Como ya estaba anunciado, el 3 de diciembre pasado, el secretario del Trabajo y Previsión Social (STPS), Marath Baruch Bolaños López, anunció la propuesta para reducir la jornada laboral de 48 a 40 horas; ese mismo día, el Ejecutivo Federal envió la iniciativa al Senado de la República. Según explicaron, el objetivo de la reforma es reducir el tiempo de trabajo de forma gradual (dos horas menos cada año) para que en el 2030 se establezca una jornada de 40 horas por semana.
Ese mismo día, la Comisión Nacional de Salarios Mínimos (Conasami) anunció el aumento de un 13% del salario mínimo para todo el país y del 5% para la zona de la frontera norte. El nuevo monto diario será de 315 pesos (9,582 pesos mensuales), y de 440 pesos diarios en la zona fronteriza (13,409 pesos mensuales). El incremento entra en vigor a partir del 1° de enero de 2026.

Se trata, pues, de la “generosidad” de la 4T con los obreros, para que —como decía el derechista Felipe Calderón— puedan “vivir mejor”. Son las acciones de un gobierno de izquierda en teoría “preocupado” por el bienestar de los trabajadores de México, que es un país golpeado por la pobreza brutal, la desigualdad económica que cada día crece, las jornadas excesivas de trabajo (Dios quisiera que en realidad sólo fueran de 48 horas semanales y no las 60 horas que, en promedio, trabajan los hombres o las 72 que trabajan las mujeres, según los datos de la OCDE) y los salarios miserables que no alcanzan para alimentarse bien, para vestirse bien, para educarse bien, para comprarse una casa decente y para un largo etcétera de cosas que implicaría que las familias mexicanas realmente salieran de la pobreza insultante en la que se encuentran. Sumado a todo eso, la precaria situación de la educación mexicana (escuelas malas, sin maestros y en las que no se fomenta el verdadero amor a la lectura, el razonamiento científico social, el estudio de las ciencias naturales o las matemáticas), el inservible sistema de salud (con su megafarmacia inoperante y sus hospitales y clínicas mega obsoletas porque están sin médicos, sin medicinas y sin equipo para curar a los mexicanos pobres de enfermedades graves o, en los pueblos, ni de las enfermedades leves: la gente se muere de piquete de alacrán, por ejemplo, porque no hay antídoto), y viviendo en medio de una violencia e inseguridad generalizadas que no nos deja estar tranquilos jamás (siempre pensando en qué esquina te asaltarán o acostumbrándonos a ver cuerpos embolsados o asesinados por doquier). En ese país, la generosa 4T y los bondadosos empresarios les darán más dinero a los trabajadores formales y les reducirán las horas de trabajo. Hay que darles las gracias a tan buenos corazones. ¡Porras y aplausos!

El 05 de diciembre, una columna de Rogelio Gómez Hermosillo de El Universal, titulada “Fin a los salarios de pobreza”, decía: “El aumento al salario mínimo general (SMG) es histórico, pues por primera vez en 40 años supera el umbral de pobreza. Beneficia a millones de personas trabajadoras. Es el cumplimiento del compromiso de Coparmex con la recuperación salarial”. ¡Bravo por los empresarios de buen corazón! ¡Bravo por aquellos dueños de las empresas que se desprenderán del cambio que traen en el bolsillo para dárselo a los empleados! Y presume el columnista: “por fin el SMG alcanza un monto suficiente para cubrir el costo de 2 canastas básicas”. ¡Gracias al gobierno de la 4T por lograr estos grandes acuerdos que le darán el buen comer a los mexicanos! ¡Ahora habrá, en la mesa de los mexicanos, carne todos los días, leche de vaca, frutas y verduras! ¡Ahora sí, como dijo la derecha, vamos a “vivir mejor”! Muchas palabras después, concluye el columnista con aire triunfal: “Por lo pronto, en 2026 se acabaron los salarios de pobreza”. ¡La 4T y los empresarios acordaron eliminar la pobreza en la que viven 100 millones de mexicanos!
Si los salarios mejoraran tanto, como ellos presumen, ¿se reducirán a cero los apoyos del bienestar que entrega el gobierno federal a millones de mexicanos? Si el nuevo aumento al salario implica que se puedan comprar 2.5 canastas básicas por familia, como presume el empresariado, las tarjetas del bienestar ya no serán necesarias. Es más, la gente dejaría de inscribirse en los programas sociales. Pero en un país cuyo gobierno debe entregar tarjetas con dinero a su población es un país donde el salario es miserable. Esas tarjetas son limosnas que da el gobierno porque a la gente no le alcanza con su salario para comprar lo básico para sostener a su familia. Esos apoyos “del bienestar” son necesarios políticamente para comprar votos por anticipado rumbo a las jornadas electorales, en la que Morena es la gran beneficiaria: tarjeta con dinero — voto en las elecciones — tarjeta con dinero. Sin voto, no hay tarjeta. Así de sencillo y perverso.

Se trata de acuerdos entre los empresarios, el gobierno y los sindicatos charros, que no benefician en serio al pueblo trabajador. No son los obreros peleando sus derechos y ganándolos a base de lucha. Nada de eso. Son los obreros recibiendo esos “beneficios” sin una lucha de clase, que es un viejo problema entre la clase trabajadora mexicana. Al no existir esa lucha, al no estar educada y organizada, la clase obrera se ha acostumbrado a recibir esas pequeñas cantidades, o dádivas, y a conformarse con ellas; es más, las aplauden como un gran logro.
En México la pobreza suma más de 100 millones de personas de acuerdo con los datos del especialista Julio Boltvinik. “Los hogares más ricos tienen un ingreso medio de 78,698.3 pesos mensuales; mientras que las familias más pobres reciben, en promedio, 5,598.3 pesos al mes, de acuerdo con cifras de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos en los Hogares del Inegi”, dice El Economista del 30 de julio. Somos un país que tiene una desigualdad brutal y de las más elevadas en el mundo entero. “El 10% de los que más ganan captan alrededor de 59% del ingreso total, mientras que 50% con menos ingresos recibe sólo el 8 por ciento. Las disparidades en la riqueza son aún mayores: el 10% más rico posee alrededor de 71% de la riqueza total y el 1% con más ingresos, alrededor del 38%” (El Economista del 10 de diciembre de 2025). Las jornadas laborales no son de 48 horas; hay especialistas que afirman que es superior: “En el Parlamento Abierto “Días de jornada y descanso laboral”, Saúl Alonso Escobar Toledo, economista de la UNAM, comentó que México, según la OIT, tienen las jornadas de trabajo más largas del mundo al registrar en promedio 52 horas a la semana” (Forbes del 30 de octubre de 2023).

A los trabajadores mexicanos los explotan en sus empresas. Del tiempo total trabajado, a ellos se les paga solo 11 minutos (según las cifras actuales) que es lo que implica el salario mínimo. El producto del trabajo del tiempo restante en que laboran —7 horas con 49 minutos, si la jornada fuera efectivamente de 8 horas (cosa que está en duda)— se queda en manos del patrón. Bajo ese sistema de explotación del capitalismo, los mexicanos jamás saldrán de la pobreza, porque el salario mínimo está pensado para cuatro cosas: que se coma, que se descanse, que se procree y que se regrese a trabajar al día siguiente. Nada más.
Para combatir en serio a la pobreza, urge que el pueblo pobre (obreros, campesinos, estudiantes y toda la gente progresista del país) se una a una organización con un proyecto serio para hacer cambios radicales en el sistema de producción, para que la explotación del hombre por el hombre se termine y México comience su camino al progreso. Esa organización, que sabe qué hacer y cómo hacerlo, es el Movimiento Antorchista Nacional.
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