MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La incertidumbre de una vacuna, afecta la salud mental de los niños y adolescentes

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Después de que el señor presidente AMLO declarara: “llueva, truene o relampaguee no vamos a mantener cerradas las escuelas, ya fue bastante”, entendiendo este llamado como una necesidad económica y política más que educativa; y, a pesar de la falta de organización para la reapertura de las escuelas, más de 20 millones de alumnos regresaron a las aulas según informes de la secretaria de educación, Delfina Gómez, y con ellos, 970 mil 617 docentes.

Una y otra vez se ha mencionado la necesidad del retorno presencial a las aulas, de darle “vida a las escuelas” como han dicho algunos funcionarios de la educación, y esto no está a discusión, el dilema se encuentra en el manejo erróneo de la pandemia en nuestro país, las condiciones materiales en las que se encuentran las escuelas, la falta de insumos sanitarios y a esto se suma la falta de inoculación contra la covid-19 en menores de 18 años.

Pero, esto no es lo único que han tenido que sortear los padres de familia, maestros y alumnos, una vez que los niños comienzan a asistir a sus escuelas se dejan ver otros males, como lo es la salud mental y emocional, esa derivada del retorno a clases precipitado sin dar una certidumbre de no ser contagiado. 

Los niños pueden sentir nervios o reticencia cuando regresan a la escuela, sobre todo si llevan meses estudiando en casa y lo único que han visto en los noticieros, redes sociales y otros medios de información son estadísticas fatídicas o casi apocalípticas acerca de los contagios y muertes por la Covid-19. Al respecto, la doctora Louie, del Child Mind Institute señala: “La incertidumbre está en el aire y creo que los niños la sienten. Creo que ellos se están preguntando: ¿Estamos seguros de que es seguro regresar?” La incertidumbre al futuro, al mañana, tiene consecuencias mentales en las personas, también en los menores, y uno de los trastornos más frecuentes es la ansiedad. ¿Pero qué es? ¿Y cómo les afecta?

Josselyn Sevilla, especialista en psicología en niños y adolescentes, graduada por la Universidad Autónoma de Madrid, explica que la ansiedad en menores en un trastorno psicológico que se caracteriza por la sensación de miedo intenso y prolongado a que ocurran situaciones determinadas que el niño considera como peligrosas o ante las que se siente indefenso: “Por lo general este miedo es tan intenso, frecuente y descontrolado que empieza a afectar en distintas áreas y situaciones de la vida cotidiana”, “…Si la ansiedad se produce por el miedo al contagio y situaciones relacionadas con el coronavirus, es probable que su forma de protegerse y proteger a los demás sea mediante el cuidado, pero al contrario que los más pequeños, ese cuidado suele venir acompañado de enfado e irritabilidad. También derivado del progresivo desarrollo de la ansiedad, así como el desarrollo de manías”.

Durante las primeras semanas de trabajo presencial, los docentes y padres de familia han identificado diversos síntomas en los estudiantes como los son: cambios en el estado de ánimo de los niños, como irritabilidad, desesperanza, ira; alejarse de las relaciones personales; pérdida de interés en las actividades que antes disfrutaban; dificultad para dormir o permanecer dormido o por el contrario están durmiendo a todas horas; cambios de peso o en los patrones alimentarios, tales como no tener hambre o comer todo el tiempo; problemas de memoria, de razonamiento o concentración; desinterés en las tareas escolares; decaimiento en su esfuerzo académico; cambios en la apariencia, tales como vestimenta o higiene; adicción a video juegos; y en casos extremos, pensamientos sobre la muerte o el suicidio.

De acuerdo con el portal elfinanciero.com un porcentaje “alarmante” de niños y adolescentes está sufriendo problemas de salud mental debido a la pandemia, según estudios, se estima que uno de cada cuatro jóvenes experimenta síntomas de depresión elevados y uno de cada cinco, síntomas de ansiedad clínicamente elevados. 

El estrés, el miedo y la incertidumbre que está generando la pandemia del Covid-19 descasta a cualquiera, pero para niños y adolescentes es aún más devastadora emocionalmente. Se estima que en México alrededor de 132 mil 325 niños y adolescentes se encuentran en situación de orfandad -definida por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia o UNISEF, como la muerte de uno o ambos padres- a causa del Covid-19. La pérdida de estabilidad financiera en las familias, la interrupción de apoyos federales (becas), servicios de atención médica y otros sostenes familiares.

La ansiedad y el estrés provocados por el miedo al ser contagiados en las escuelas o en el transcurso a éstas, podría disminuir con la aplicación masiva de la vacuna a niños y adolescentes, cosa que nuestro gobierno no ha querido hacer y hasta el momento sólo se ha autorizado a menores con comorbilidad, así como unos cuantos que han tenido que recurrir un proceso de amparo para hacer valer su garantía de acceso a la salud digna. Según el Dr. Oscar Tamez, colaborador del portal de noticias Conecta (Tecnológico de Monterrey), infectólogo pediatra y miembro del equipo de Covid de TecSalud declaró “… Es importante vacunar a esta población que sigue siendo vulnerable y que, además puede perpetuar el ciclo de infección y pandemia.” El especialista también señaló que la vacunación en menores debe de hacerse para minimizar el riesgo de hospitalización y muerte.

De acuerdo a un estudio del Centro Latinoamericano de Investigación Periodística, las hospitalizaciones por covid en menores de 18 años en México aumentaron 110 por ciento entre enero y agosto. A pesar de los datos registrados, según el gobierno federal, los menores sin enfermedades crónicas no son población de riesgo, ya que las muertes por covid tienen un porcentaje bajo respecto a los casos.

Pero, el gobierno olvida que estamos en una lucha no sólo por la salud física, sino también por la salud mental y que incluso con la protección de las vacunas contra la covid-19, el estrés y los traumas relacionados con la pandemia pueden tener efectos duraderos en las mentes en desarrollo de los niños y adolescentes, Ahora, sin ésta, ¿qué le espera a la niñez mexicana?

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