A pesar de que en campaña política el expresidente de México Andrés Manuel López Obrador prometiera durante los seis años de su mandato un sistema de salud como el de Dinamarca, la realidad es que nuestro país todavía está muy lejos de ser pionero en salud. Y ahora, con la llegada de Claudia Sheinbaum al poder, el camino a esa meta se hace más remoto y futuro.
En México, la indolencia gubernamental ante el sector salud también mata, y las protestas del personal médico son sólo un reflejo del abandono en el que se encuentra el sistema de salud.
Pero ¿cuál era el modelo de salud que el gobierno de la cuarta transformación quería para nuestro país? El sistema de salud de Dinamarca, a decir de diversos medios informativos, se caracteriza por ser uno de los mejores a nivel mundial por su alta eficiencia, universalidad y alto grado de satisfacción ciudadana.
Además, ese sistema de salud se fundamenta en la financiación pública a través de impuestos, garantizando acceso gratuito a la mayoría de los servicios médicos para todos los residentes.
Por si esto fuera poco, en ese sistema de salud no son los ciudadanos quienes se garantizan su atención médica, sino que el cuidado de la salud recae en gran medida sobre los gobiernos municipales y regionales. Con esto se promueve una gestión cercana y sensible a las necesidades locales, asegurando que los recursos se utilicen de manera eficaz.
Es decir, Dinamarca cuenta con una atención de primer nivel para todos sus habitantes. La pregunta sería: ¿México ya está siquiera encaminado a tener un sistema de salud de primer mundo? Veamos.
En 2023, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) publicó su informe Panorama de la Salud, donde México se ubicaba como el país con la peor cobertura de salud entre los que la integran.
Pero, para muestra, nuestro querido estado de Colima, donde no solo la inseguridad es el pan de cada día para sus habitantes, sino que el tema de salud también es un claro reflejo de lo que acontece en todo el país.
En días pasados, el personal médico del Hospital Regional Universitario (HRU), el más grande del estado, suspendió sus servicios en protesta por la falta de medicamentos, las pésimas condiciones del nosocomio y las declaraciones de la gobernadora Indira Vizcaíno Silva, quien señaló que habían detectado prácticas de corrupción (La Jornada, 20 de febrero de 2025).
Además, los inconformes colocaron una manta a las afueras del hospital en donde se informa que solo serán atendidos los servicios de urgencia, pues carecen de insumos para brindar atención médica. Asimismo, exigieron a la gobernadora morenista Indira Vizcaíno Silva que demuestre la responsabilidad de los trabajadores en la carencia de medicamentos en el sector salud.
Ante esta falta de medicamentos, los familiares de los pacientes y los ciudadanos atendidos en urgencias tienen que comprar algunos insumos por su cuenta para que puedan ser tratados.
Ahora queda claro que nuestro sistema de salud está muy, pero muy lejos de ser como el de Dinamarca o como el de algún otro país que tenga las mínimas condiciones para brindar atención médica gratuita a todos sus ciudadanos. Pero la verdad siempre se impone: ¿quién miente con respecto a la salud en México?
La realidad es la prueba irrefutable de que la situación no es como la describen los gobiernos estatales y federales. Sólo hace falta voltear a ver las denuncias en todo el país por parte del personal de salud, que ha tenido que salir a manifestarse en las calles, y de todas las personas que han tenido que ver morir a sus pacientes por la falta de insumos o instrumentos necesarios para operar.
No cabe duda: en México, la indolencia gubernamental ante el sector salud también mata.
No queda de otra: sólo el pueblo organizado, junto con todo el personal médico de los hospitales, podrá alzar la voz exigiendo a los gobiernos mejores condiciones de salud para todos los mexicanos. No es un privilegio, es un derecho constitucional al que todos deberíamos tener acceso.
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