La idea generalizada de la sociedad respecto a la política, es que se trata de la forma más perversa de enriquecerse ilícitamente y de corromperse, que el que se dedica a la política es un ser que ambiciona poder y dinero. Por tal, se rechaza todo lo que tenga que ver con la política, y en concreto con la lucha organizada. Existe aversión a manifestar las necesidades públicamente y de defender los derechos, por considerarlo según los principios e ideología, una perdida de tiempo, pues se considera que las cosas son como son, (como si la realidad fuera estática y no estuviera en movimiento), se piensa que los cambios no se pueden dar por esa vía, y se piensa más bien, que “alguien” debe cambiarlas. Y bajo esta perspectiva es que se considera arriesgado, osado y hasta vergonzoso expresar las demandas más sentidas.
Pero la historia ha demostrado que fue la organización del hombre, el trabajo colectivo, la fuerza de grupo, lo que lo hizo sobrevivir a todas las inclemencias del tiempo. Si el hombre hubiera enfrentado solo la vida precaria de los tiempos remotos, no existiéramos hoy Evidentemente la vida colectiva generó el desarrollo y progreso de la sociedad. El salto a la etapa del individualismo, resultó de la producción en exceso, es decir que mientras antes se producía solo lo necesario para subsistir y todo se consumía no había mayor problema; pero cuando existió la producción en exceso, la propiedad privada apareció, que fue la base para operar el modelo económico que hoy nos domina, el capitalismo.
Hoy en día el individualismo es tan arraigado entre nuestra cultura actual, que ya casi nadie se interesa por el bien común, porque considera una utopía; y mejor se preocupa por estar bien consigo mismo, por estar bien con “el de arriba” (entiéndase un Dios), y por la superación personal y la adquisición de poder y dinero como la máxima de la vida. Esa forma de ser, antinatural, nos ha traído graves consecuencias: pobreza extrema, salud precaria, inseguridad, guerras, etc. La pregunta aquí es, ¿la fuerza de uno será suficiente para enfrentar la complejidad del mundo y sus problemas?
Para muestra un botón, dice el dicho popular. Les comparto un suceso de la semana. En días pasados, en la Casa de Estudiantes Everardo Villalobos Luna, una institución que brinda servicio de hospedaje y alimentación a los estudiantes foráneos de escasos recursos, única aquí en Manzanillo, recibimos como cada periodo, el recibo de luz, con un monto a pagar de 19 mil pesos, mientras que en el recibo anterior la facturación fue de 1,800 pesos aproximadamente. Obviamente el monto se excedió por mucho, por lo que acudimos a las oficinas a preguntar las causas de tal aumento. La respuesta de los encargados, fue que el monto correspondía a la energía que se había utilizado y que se debía pagar. Solicitamos pues una prorroga y la revisión de la instalación para encontrar la causa del aumento excesivo de consumo de luz, que, por cierto, no coincidía con el uso que se hizo en el periodo.
El ingeniero que nos atendió nos explicó que la lectura que se hizo del consumo fue estimada y no medida, que lo que se nos venía cobrando no era real, sino un cálculo aproximado. Pero, ¿nosotros como usuarios, cómo vamos a saber que se trata de una estimación y no una medición real? ¿Por qué de un mes a otro se nos cobra 12 veces más del monto acostumbrado? Se comprometió pues a dar tiempo para el pago en lo que se procedió a la revisión, pero el miércoles 14 de febrero, nuestra casa quedo a oscuras, nos cortaron la luz, el acuerdo, la promesa fue incumplida. Por tanto, tuvimos que hacernos acompañar de una comisión numerosa de compañeros para ir a reclamar tal atropello.
Haciendo uso de nuestros derechos pedimos hablar con una autoridad mayor para convenir una solución, y así fue. Unas horas más tarde nos reconectaron la luz, y posteriormente acudió personal a valorar las instalaciones eléctricas para hacer sugerencias de mejora y disminuir el uso de la energía y así disminuir el monto a pagar. No nos van a eximir del pago, pero lo van a cobrar en partes. ¿Cuánta gente estará en la misma situación? ¿y a cuántos atropellos más, de esta u otra institución, se enfrenta sin éxito? Pero que lejos de organizarse, por miedo o por ignorancia se somete a las reglas y normas del poderoso.
La lección es importante, el resultado del colectivo siempre será superior al del individuo, la lucha organizada sí rinde frutos. Juntos se enfrentan y resuelven mejor los problemas. A un individuo pueden avasallarlo con las múltiples explicaciones tan bien dadas que inevitablemente se aceptarán, pero a un colectivo organizado que exige con el conocimiento de sus derechos, no podrán, no pudieron ignorarlo. Pero en esta ocasión defendimos nuestro derecho a la energía eléctrica, pero y los otros problemas graves que estamos viviendo, como inseguridad, la violencia, la contaminación, la falta de vivienda, la falta de servicios de calidad en la salud, en la educación, etc, ¿quién y cómo los defenderá?
La realidad nos dice que hace falta regresar a la colectividad, a percibirnos como un ser social que nació y progresó en colectivo. Que es necesario desarrollar la solidaridad, la empatía, el humanismo, y ponernos en acción con miras al bienestar común, entender que solo el bien común permite el bien propio, y no al revés. Que somos más los que estamos del otro lado, somos más los buenos, somos más los pobres, somos más los trabajadores, los que construyen el mundo con su trabajo.
No hay de otra, la vía más efectiva es la organización popular, la lucha bien organizada por la defensa de nuestros derechos. Súmense al Movimiento Antorchista de Manzanillo, única organización que defiende verdaderamente y sin fines de lucro a los más necesitados y que lo ha hecho por más de 30 años en nuestro municipio. Te esperamos.
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