Tecomatlán, Puebla. A unos minutos de Chilpancingo, capital del estado de Guerrero, entidad azotada por la violencia, el narcotráfico y la pobreza lacerante, se encuentra el municipio de Tixtla, donde 20 niños con sus uniformes rojos, camisas planchadas y guitarras a las que apanas si superaban en tamaño salieron rumbo a Tecomatlán para participar en la XXI Espartaqueada Cultural del Movimiento Antorchista.
Su camino es largo, la distancia y un camión descompuesto les cuesta más de siete horas, pero ellos están preparados para los imprevistos. A pesar de que no superar los 12 años, los estudiantes del Internado de Educación Primaria 21 “Adolfo Cienfuegos y Camus” no han tenido una vida sencilla; algunos provienen de familias de comerciantes, campesinos u obreros que no se pueden permitir darles una educación de calidad; otros, ni siquiera cuentan con una familia y dependen totalmente de la institución y sus maestros para sobrevivir. A pesar de todo, ellos tienen confianza de que su esfuerzo valdrá la pena.
Al llegar a la “Atenas de la Mixteca” se dan cuenta que serán de los primeros en poder participar en el majestuoso Teatro “Aquiles Córdova Morán”, un gigante que se levanta en las alturas de Tecomatlán y que recuerda a monumentos griegos solo vistos por medio de libros o la televisión. Un coloso que los recibe con los brazos abiertos, al igual que los cientos de niños que, como ellos, darán lo mejor de sí en el escenario.
Su grupo “Teoxtla” es el primer participante de su categoría, pero ellos no se inmutan; levantan con esfuerzo sus guitarras e interpretan “La rondalla”, del compositor hidrocálido Alfonso Esparza Oteo, cuya melodía rescatan e interpretan de forma que impresionan al público antorchista, a pesar de su tamaño y de su grupo reducido a comparación de sus competidores. Cuando terminan, tienen al público en sus manos. Ellos, contentos con su participación, corren por los pasillos del teatro, deseosos de ver a los demás participantes, a quienes aplauden con admiración y sin ningún pensamiento negativo.
Al llegar la premiación, el jurado es justo y a pesar de no conocer las dificultades y sacrificios por los que han pasado, saben que los pequeños merecen un reconocimiento a su esfuerzo. Aquiles Córdova Morán, secretario general de Antorcha, lo anuncia:“Mención honorífica”. Todos los esfuerzos han sido recompensados. Reciben de las manos del líder antorchista su premio y suben junto con sus compañeros al escenario, con una gran sonrisa y la satisfacción de un trabajo bien hecho.
Recientemente sus maestros habían establecido contacto con el Movimiento Antorchista, ya que buscaban mejorar las condiciones del internado y a un aliado sólido para fomentar el desarrollo y crecimiento de los estudiantes, y aquí lo han encontrado. Isidro Torres, responsable del trabajo cultural de Antorcha en Guerrero es quien los felicita: “puede que las condiciones no hayan sido las mejores, la vida de carencias en Guerrero ha sido complicada, pero ahora tienen un amigo, al Movimiento Antorchista, que demuestra la justeza de sus ideales y su pensamiento. Se vieron como gigantes; lo que pueden llegar a ser de la mano de Antorcha”.
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