Empiezo señalando que el fenómeno, que incluso ya ha costado la vida de muchos mexicanos por golpes de calor, no es de ninguna manera natural, sino que se debe a un efecto invernadero provocado por el deterioro de la capa de ozono que cubre, y protege, el planeta, precisamente de los efectos dañinos del sol, ocasionado, por la brutal contaminación junto con la irracional depredación de las condiciones naturales de la vida en la tierra como la deforestación, la extinción o disminución drástica de la población especies que equilibran y ayudan a la conservación de la vida; así como de fuentes de agua para la subsistencia.
En segundo lugar, que esta depredación de los recursos naturales, la severa contaminación del agua, del suelo y del aire, provocando la muerte de una gran variedad de especies por el uso de pesticidas, químicos, aerosoles, pero sobre todo, por la incesante quema de combustibles fósiles, no es responsabilidad de todos los habitantes del planeta como se trata de convencernos con la propaganda facilona, cuyo verdadero propósito es esconder a los verdaderos culpables del desastre natural que son los grandes productores de mercancías; estamos presenciando y que amenaza con acabar la existencia de la raza humana y la vida en general en el planeta, al grado de que, según versiones científicas, la elevación de la temperatura uno o dos grados centígrados más de calor en la temperatura global hará irreversible los efectos nefastos del calentamiento global.
Como tercer punto, me interesa destacar que el sufrimiento y el deterioro de las condiciones de vida que padece la población, o mejor dicho el pueblo que en sentido estricto está compuesto sólo por las clases trabajadoras empobrecidas del país, deben ser resueltas por el gobierno con acciones que, además de atacar las causas y los efectos de manera sustancial con obras y acciones de verdadera trascendencia y envergadura tales que representen un alivio, no sólo tangible sino significativo al mismo tiempo; por ejemplo, con la realización de proyectos hídricos de alcance nacional o cuando menos regional que garanticen el correcto aprovechamiento y distribución del agua, evitando su desperdicio o incorrecta captación y tratamiento; el poner en práctica medidas y políticas ambientales que reduzcan verdadera y significativamente el deterioro de nuestros recursos por contaminación o sobreexplotación; así como políticas que reduzcan la contaminación de todo tipo y favorezcan el desarrollo ecológico de un medio ambiente sano suficiente; mejorar y modernizar el proceso productivo social utilizando energías limpias, propiciando el uso racional y eficiente de los recursos; un tratamiento adecuado de residuos y materiales; realización de una auténtica reforestación suficiente en vez de aniquilar cientos de miles de árboles de nuestro selvático sureste; un desarrollo urbano eficiente y funcional haciendo efectivo de paso el derecho constitucional a la vivienda digna, así como una efectiva desconcentración poblacional desarrollando integralmente el campo mexicano, etc., etc., lo que además de una reorientación del gasto público seguramente requiere también de la colaboración de todo el aparato productivo, que debe alcanzarse si se quiere actuar en serio.
Por último, reflexionar que para que esto suceda, el Estado debe ser el que represente verdaderamente los intereses del pueblo, y no lo engañe con regalo de tarjetitas que muy poco resuelven en lo muy inmediato mientras los grandes problemas se ciernen amenazando a la población, un Estado que se preocupe y ocupe en los hechos de la suerte de las personas, como es el caso del Gobierno chino que se preocupa no sólo del desarrollo de la economía de su país, sino también del mejoramiento sustancial de las condiciones de vida de la población en todos los aspectos mediante una equitativa y justa distribución de la riqueza social, lo que se ve reflejado no sólo en el acceso de los bienes y servicios, sino en los adelantos científico técnicos que los ha puesto hoy en día a la vanguardia del mundo.
Me hago cargo de que un tipo de Estado o de gobierno no se hace por casualidad, sino que es producto de la lucha tesonera y decidida de los mejores hombres y mujeres de un pueblo en búsqueda de la libertad real y efectiva. Y que, si los mexicanos queremos alcanzar uno semejante pero con las características propias de nuestras particulares condiciones, debemos poner manos a la obra para construirlo, tomando como base la organización de las amplias masas de trabajadores y desposeídos que necesitan el cambio y están dispuestas a él; hecho que sólo es posible si las mismas comprenden, y hacen suya la conciencia de su situación de clase trabajadora y el papel que le corresponde desempeñar en esta sociedad donde mucha riqueza se produce pero no se reparte entre todos sino que se concentra en unos pocas manos apropiadores de medios de producción y de poder, y su lugar en la lucha democrática pero decidida por llegar a la cima del poder político, desde el cual modifique en favor de toda la sociedad la estructura económica mediante medidas concretas que propicien la distribución justa y equitativa de la renta nacional, componiendo todo sin descomponer nada. Con conocimiento y firmeza, y el profundo y genuino respeto por los intereses supremos de la colectividad.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario