MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Las caras de la pobreza

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El término de pobreza ha sido sumamente tergiversado por la clase que nos domina, al grado de la mayoría en general, aceptamos que ser pobre es muy vergonzoso, y es culpa, sin duda, del individuo que padece, y creemos que es por múltiples razones, como, por ejemplo: por flojera, por falta de inteligencia, por inmadurez, por insensatez, por falta de empeño, por falta de creatividad, y una larga lista de faltas. Por ello, que, aunque mucha gente sabe que es pobre, niega para sí y para los demás esa condición, con el objetivo de olvidar, como si olvidando, no mencionando su condición, van a desaparecer todas las desventuras que la pobreza ocasiona.

Pero las desventuras están a la orden del día en nuestras vidas. Como esta que a continuación y con respeto les comparto. El martes 09 de mayo, un estudiante, muy estimado por mi persona,  el colectivo docente y sus compañeros de grupo; porque es un joven entusiasta, vacilador, trabajador, de oficio albañil o electricista (como su papá), buen estudiante, le gustan las matemáticas, deportista, es un excelente rematador en el volibol, buen amigo y compañero; defensor de sus ideas, pues manifiesta sus inconformidades cuando las tiene,  y hasta consejero emocional de sus familiares adultos, pues es un joven maduro, que a su corta edad, entiende ya las complicaciones de la vida; sufrió un accidente mientras circulaba en su motocicleta, al rebasar a un vehículo, su pie derecho rosó con la carrocería y rebanó su tobillo. 

El accidente no fue aparatoso, sin embargo, al percatarse de la profundidad de la herida, bajó de su moto, y se sentó para pedir ayuda. La gente de la comunidad le auxilió, llamaron a la ambulancia, y esta llegó 30 minutos después. Fue trasladado al hospital, y lo ingresaron a la clínica 10 del IMSS Manzanillo. Recibió las primeras atenciones, pero no un diagnóstico oportuno de su situación, ni la inspección de un médico especialista, a pesar de que su padre insistió a las enfermeras que lo revisara un médico.

Fue hasta el día siguiente, a primera hora, cuando inicia el turno de los médicos, que apareció un traumatólogo para revisar la herida e inmediatamente concluir que había que cortar el pie, pues estaba ya infectado. Como es de esperarse, los familiares muy asustados y sin estar preparados para enfrentar estos embates, dudaron en firmar, pues imaginaron todas las dificultades que cualquier persona sufre sin una parte de su cuerpo. Pero el valiente muchacho, los incitó a ser presurosos y firmar. Era de esperarse una reacción adversa en él, pero su espíritu seguía entusiasta después de la amputación. Pero las negligencias continuaron, pues prometieron hacerle curación un día sí y un día no, y pasaron dos días y la curación no llegó.  La herida se infectó, una bacteria pudrió otra parte de la pierna y el 15 de mayo, le amputaron otro pedazo de pierna. Movida por el sentimiento de impotencia, y en apoyo a los padres y familiares, en busca de un servicio más digno para mi alumno, asistí a hablar con el director del hospital, acompañada por sus padres, abuelos, tíos y hermana; fuimos testigos de la actitud poco solidaria del encargado, pue aceptó recibirme en su oficina, a pesar de que esa es su obligación y nosotros tenemos el derecho de ser atendidos. Fuimos insistentes y el director salió a atendernos muy brevemente y de mala gana al pasillo, y tras una respuesta escueta, que finalizó diciendo que la salud no es garantía, nos invitó a dirigirnos con el doctor encargado del caso. 

El viernes 19 de mayo por la tarde, me informaban que la bacteria parecía invencible y que amputarían el resto de la pierna.  Hoy, tras 11 días de hospitalización, mi alumno se encuentra en una situación muy delicada. Explorar otras alternativas costará miles de pesos, que seguro podremos conseguir entre todos los que queremos el bienestar de mi alumno, pero ¿nos alcanzará el tiempo?

¿Por qué no había un médico especialista cuando ingresaron a mi alumno? Y en todo caso, ¿por qué si no había, no se mandó traerlo? O sea, que los derechohabientes, ¿necesitamos programar nuestros accidentes por la mañana, cuando sí hay médicos? ¿Por qué omitieron una de las curaciones en la herida, si ya estaban programadas, que acaso no hay un rol de enfermeras, no hay una programación de compra de materiales médicos y quirúrgicos (suponiendo que por eso fuera la omisión)? ¿Qué no tenemos derecho los interesados en recibir atención de un funcionario público, que para eso es público? ¿Por qué se nos niega ese derecho? ¿Quién nos defiende en estos casos?

Es lamentable saber que en México tenemos un pésimo servicio de salud pública, que muchísimo le falta para poder garantizar la salud a los mexicanos. Cuando López Obrador y Morena, decidieron presurosamente instaurar un nuevo tipo de seguro social, llamado INSABI, había solo el 16 por ciento de la población sin seguridad social, en 2020 aumentó a 28 por ciento, es decir 35.7 millones de personas, (Expansión). Evidentemente se equivocó con su propuesta, pues hace poco su gobierno anunció que el IMSS seguirá vigente con su formato. Y evidentemente, como este caso que les comparto hay miles, de los que no nos enteramos porque no somos familiares o amigos directos, incluso porque muchos de ellos ya murieron, como el bebé que hace 5 meses vi y toqué, víctima de otra terrible negligencia. La pregunta es, ¿hasta cuándo? ¿Y cuántos hechos lamentables más vamos a necesitar para reaccionar?

Es urgente, debemos reconocer que la pobreza tiene muchas caras, pero más urgente es aun entender que si no nos organizamos para exigir que se respeten nuestros derechos, mientras eso no suceda, seguiremos siendo maltratados por las instancias que nos brindan los servicios públicos, que, por cierto, pagamos con nuestros impuestos; como este hecho que lamento tanto de mi querido alumno, que deseo de todo corazón salga victorioso de este terrible suceso. Ojalá reaccionemos pronto.

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