MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Las pandemias no se pueden predecir ni evitar; los malos gobernantes sí

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La OMS (Organización Mundial de la Salud) nombró a la última variante de la Covid-19, “Ómicron” y declaró que se ha convertido en una variante preocupante desde que se identificó en Sudáfrica el pasado mes de noviembre de 2021 y que dicha variante presenta un riesgo alto y potencialmente grave, pues el número de contagios, según datos más confiables, al día de hoy suman ya 4,495,310 y más de 302,000 defunciones.

Como se puede ver, el problema de la pandemia no ha terminado, por el contrario, sigue haciendo estragos en miles de familias, sobre todo en las de más bajos recursos económicos, porque son estas las más indefensas para enfrentar el Covid-19, debido a que viven en situación verdaderamente difícil, por la falta de una fuente segura de empleo y por tanto de no contar con ingresos que les permita estar preparados para combatir esta tan grave adversidad.

Ómicron ya se encuentra en nuestro país y el máximo de contagios está en los 28 mil diarios, que lo llevan a estar a niveles similares a los vividos durante la tercera ola de septiembre del año 2021. Pero dicha gravedad ocasionada por esta pandemia, no solo la vemos en México, por ejemplo, en países desarrollados o de primer mundo, donde se cuenta con la infraestructura de salud para combatir esta calamidad, como es el caso de Estados Unidos, las salas de emergencia de los nosocomios están saturadas de pacientes infectados. Vemos entonces, que la Covid-19 una vez más, se presenta con porcentajes muy altos de infección y que de seguir con las medidas irresponsables por parte del órgano de salud en el país y de las múltiples ingenuidades que el gobierno federal plantea para salir del panorama tan difícil producto de una lucha equívoca de la pandemia, lo único que nuevamente se presentará, es que dicho virus una vez más acechará en contra de la vida de miles de mexicanos.  En fin, hay alto riesgo de que Ómicron ponga nuevamente al límite el sistema de salud mexicano; no obstante, el gobierno federal sigue con el discurso que le conviene y, por tanto, deja al Ómicron a la libre, al fin y al cabo, sabe que millones de mexicanos le son fieles gracias a las raquíticas cantidades de dinero que entrega a jóvenes mayores de 18 años y a adultos mayores.

En México, como en el mundo, es necesario construir un sistema económico más humano, con políticos de nuevo tipo, salidos del pueblo, quienes verdaderamente atiendan las necesidades e intereses de los trabajadores, y no solo que se enriquezcan a costa de quienes lo hacen todo y no tienen nada, o cuando menos, lo mínimo necesario para poder tener una vida digna y decorosa con lo marca nuestra constitución política de México.

Pero para que esto pueda ser realidad, los mexicanos no debemos olvidar todo el viacrucis que hemos padecido y seguimos padeciendo durante casi 21 meses de pandemia, el tener que salir adelante con nuestros propios esfuerzos, sin ningún apoyo gubernamental, no debemos olvidarlo nunca, todas las enseñanzas y aprendizajes de las horribles vivencias y secuelas que ha dejado la pandemia en cada uno de nosotros, nos deben de orientar para no volver a llevar al gobierno funcionarios incapaces e insensibles, debemos aprender a diferenciar y elegir a los candidatos, porque el que vota con el estómago paga las consecuencias con su propia vida. Las pandemias no se pueden predecir, evitar, ni prevenir, pero el volver a tener malos gobernantes sí.

Para lograrlo, los pobres de la patria solo tenemos un camino, organizarnos, educarnos y luchar de manera férrea e inquebrantable para construir una sociedad más justa, evitando que el poder quede en manos de políticos falsos, redentores de “progreso y desarrollo”, simuladores, aduladores de los menesterosos, que lo único que han provocado es llevar a México a un abismo sin salida.

Los sufrimientos los debemos reflexionar, sacar lecciones que nos ayuden a corregir, pero sobre todo a tener claridad que solo nosotros, los mexicanos deseosos de un mundo mejor podemos llevarlo a cabo. Pues como lo dice el dicho popular, “No hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista”. Que así sea.

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