MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Lo peor de la pandemia está por llegar

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Mientras escribo estas líneas, los números de pruebas, de contagios y de muertes siguen creciendo y parece al menos en una buena parte del mundo, que el mal, una vez instalado, no da lugar para una reflexión sosegada de lo que velozmente se nos presenta.

La aparición de la covid-19 ha hecho pensar en las vacunas como la mejor manera de poder prevenirla, como ocurre habitualmente cuando aparece una nueva enfermedad infecciosa. En los medios de comunicación generalistas aparecen continuamente noticias que prevén que habrá vacunas en pocos meses; sin embargo, en la prensa científica, en la que se publican los artículos relacionados sobre este tema son notoriamente escasos.

Desde que se empezó a propagar esta enfermedad, numerosas empresas e instituciones académicas de todo el mundo empezaron a trabajar por obtener la mejor vacuna que cumpliría con los estándares que la Organización Mundial de la Salud (OMS) requería para su aplicación en las masas y fue así como surgieron diferentes tipos de biológicos como Pfizer-BioNTech, Moderna, CanSino Biologicals, entre otras.

En nuestro país, que tiene una población total de 126 millones de habitantes,  el primer lote de vacunas, provenientes de Bélgica llegó el 24 de diciembre del 2020, con tan solo tres mil dosis; dichas vacunas venían resguardadas por la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), esto es querer tapar el sol con un dedo, y aunque la Secretaría de Salud ya contaba con un plan de vacunación que, a mi parecer, no satisfacía la necesidad de vacunas entre la población, que evidentemente estaba desesperada por alcanzar una vacuna.

De cualquier manera, la llegada de este lote de vacunas traía consigo una esperanza, entre la gente ya muy agredida por los estragos secundarios que ocasionó el aislamiento obligatorio, hoy en día en plena etapa de vacunación no se ha logrado combatir verdaderamente los contagios y las muertes a causa del virus, al contrario, los males siguen en aumento. Según datos del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), en el último año se ha registrado un aumento de los niños que pasan hambre, están aislados, son víctimas del abuso o sufren ansiedad. La educación de cientos de millones de niños se ha interrumpido. El acceso a los servicios de protección y de salud, incluida la vacunación sistemática, se ha visto gravemente restringido. La pandemia también está afectando a la salud mental de los niños y está llevando a las familias a la pobreza.

Y por si los males fueran pocos se sabe también que este tipo de parálisis y alteraciones dentro de la sociedad que tienen repercusión en la economía pueden aumentar las probabilidades de que se produzcan matrimonios infantiles, lejos de incentivar la educación que en México es insuficiente, desigual y la calidad es difícil de medir aun sabiendo que es un pilar fundamental en los países desarrollados.

¿Qué hacer entonces?, es indudable que no debemos permitirnos quedar de brazos cruzados, o como se dice coloquialmente “ver el temblor y no hincarnos”, hoy más que nunca los pueblos de México se deben consolidar como un gran fuerza social capaz de enfrentar este reto y lo que están por venir, que son consecuencias de lo mismo, esta fuerza social deberá tener representantes populares emanados de la misma masa para que velen por sus intereses y así  vigilados y guiados por el mismo pueblo, representen verdaderamente la necesidades de las mayorías; sirvan pues, al pueblo que los eligió y se implementen medidas políticas y económicas que en cierto tiempo combatan los males que nos atormentan.

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