Durante el siglo XIV (en los años 1300) Eurasia sufrió una enfermedad, quizás, la más devastadora en la historia de la humanidad llamada la Peste Negra o Muerte Negra, causada por la bacteria Yersinia Pestis, muy contagiosa tanto a animales como humanos. En los años 1347-1353 (seis años) alcanzó su punto máximo. Esta bacteria surgió en Asia para después llegar a Europa a través de las rutas comerciales, introduciendo por mercancías y poco después dio comienzo en Mesina. Se sabe que algunas áreas quedaron despobladas, otros estuvieron libre de enfermedad o solo fueron ligeramente afectados. Se estima que entre 25 millones de personas fallecieron solamente en Europa (un tercio de la población, en aquel entonces) mientras que, en Florencia, por ejemplo, la quinta parte de sus pobladores sobrevivió y en Alemania, según datos actuales, se estima que uno de cada diez perdió la vida. Es, sin duda, es una pandemia que duró más de seis años. Esta enfermedad mortal no alcanzó después de las más graves epidemias como la viruela, diezmadores en América o la gripe española.
También recordemos la primera gran epidemia durante la conquista de México-Tenochtitlán en los años 1519-1521, que, junto con los españoles viajaron números virus y bacterias que proporcionaron enfermedades que a los nativos no habían expuestos y por consiguiente no podían resistir. Como consecuencia, un brusco descenso de la población que se estiman entre 2 y 3.5 millones de indígenas que fallecieron por esta viruela española. Por lo tanto, sufrieron grandes crisis económicas.
Ahora bien. Hace un par de semanas los organismos encargados de la salud declararon que México entró a la fase tres del contagio del coronavirus, por lo que el sector salud no ha podido combatir, es todo lo contrario, cada vez son más contagiados y de casos fallecidos. Pero, lo cierto, ellos no son culpables, el culpable verdadero es el presidente de la república porque no les proporciona material y equipo especializada que es su obligación. Aunque los del sector salud (médicos, enfermeros, especialistas, camilleros, etc.) sean muy buenos, sin el arma en la mano, simplemente, no pueden hacer nada porque ellos también temen un posible contagio. Necesitamos, pues, un gobierno que brinde apoyos para los del sector salud y para los más desprotegidos. Esto, solamente puede hacer un gobierno solidario, que tiene amor a su patria como el de Cuba que no solo le preocupa su pueblo sino el mundo entero. Por cierto, hace unos días la Organización Francesa perdió la entrega de Premio Nobel de la Paz a las brigadas médicas cubanas desplegadas a más de 20 países enfrentando a la pandemia del covid-19. Es, sin duda, Cuba y su gobierno es un gran ejemplo a pesar de su economía muy pequeña comparando con otros países ricos y de primer mundo como Estados Unidos.
También es preocupante la crisis económica que está enfrentando nuestro país. Por ejemplo, Durango enfrenta una crisis en la industria de los arneses, cierre de una planta en el municipio de Lerdo y otras maquilas como Yasaki y Delphi, por lo que significa a 500 despidos de este último mes. El titular de la Secretaría de Desarrollo Social del Estado de Durango, Román Dávila Flores, comentó que muchos trabajadores de estas plantas los están mandando a sus casas con un 50 o 70 por ciento de su sueldo normal, disque, para mitigar su economía. En total suman entre 850 a mil desempleados. Otro caso más, el presidente de la Cámara Nacional de Comercio, Mauricio Holguín Herrera, declaró el cierre definitivo de 427 empresas. A nivel nacional la situación es la misma: se han perdido más de 346 mil puestos de trabajo por la covid-19. Y me surge una gran y preocupante pregunta, ¿cuánto tiempo les dura un salario mísero con los que están mandando a sus casas? Ni una semana. Si de por sí no les alcanzaba un salario de mil o mil 200 pesos que ganaban.
Ante esta pavorosa situación económica y de la pandemia del coronavirus, las medidas que se han tomado de "quédate en casa" son muy buenas. Pero en nuestro país de más de 125 millones de mexicanos, más de 80 millones padecen algún grado de pobreza y seis de cada diez trabajadores están en la informalidad. Entonces, esta medida no va a funcionar ni está funcionando.
Para esto necesitamos que el gobierno de la 4T tome cartas en el asunto. Se requiere una modificación de los recursos del PEF 2020 para dos cosas fundamentales y urgentes: 1) orientar para la salud pública de los mexicanos y para apoyar al servicio de salud con equipos y materiales especializadas, así, para equipar y ampliar los hospitales, 2) orientar para un plan nacional de alimentos para todos los que necesitan. Por el contrario, el pueblo mexicano no querrá morir de hambre. Millones de familias viven al día y con todo el temor de contagiarse, esas familias van a salir de sus casas en busca de comida.
Es por eso que el Movimiento Antorchista se manifiesta desde todos los rincones de la república a través de los trapos blancos para exigir un programa nacional de alimentos a los tres niveles de gobierno, en específico, el gobierno federal. Si no se distribuye alimentos de inmediato esto, esto podría agravarse, como lo que pasó con la peste negra que duró más de seis años o con la gripe española que duró más de dos años.
Hasta hoy no es posible presidir con exactitud la dimensión de sus consecuencias del covid-19. Pero sí podemos decir que hay una alta cifra de infectados y las cuantiosas pérdidas humanas. Un impacto devastador en el mundo cada vez más y, sim embargo, no han sido capaz de una interconexión de solidaridad. Digamos con honestidad: si hubiéramos globalizado la solidaridad como se globalizó el mercado, la historia sería otra. Falta solidaridad y cooperación y, esta pandemia ha demostrado la fragilidad de un mundo fracturado y excluyente. Ni siquiera los más afortunados y poderosos podrían sobrevivir en ausencia de los que con su trabajo crean y sostienen la riqueza.
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