No podemos evitar hablar del panorama político-electoral que se avecina el 2 de junio porque está presente en nuestro día a día, y además, porque se avisa, será complicado; primero, porque los oaxaqueños tendremos que elegir a dos senadores de la República por mayoría relativa, 42 diputados estatales (25 diputaciones de mayoría relativa, 17 diputaciones de representación proporcional), 10 diputados federales y 153 presidentes municipales por partidos políticos; en segundo lugar, porque las coaliciones van por separado y entonces, el número de candidatos que vemos haciendo promesas e inundando de propaganda nuestros alrededores, son muchos; y, finalmente, porque la trayectoria de quienes hoy se postulan para “representarnos” en los diversos curules, dejan mucho que desear.
La situación no es tan sencilla pues ya las elecciones del 5 junio de 2022 en Oaxaca dejaron un antecedente y un gran reto a los candidatos, pues solo el 38 por ciento de los oaxaqueños de la lista nominal votaron, y el abstencionismo del 62 por ciento les ganó la batalla, reflejando el hartazgo de la ciudadanía que les dio la espalda.
A pesar de que los candidatos llaman a asistir a sus convocatorias para que los electores escuchen sus propuestas, la cantidad de asistentes es a todas luces es mínima
No es necesario ser vidente para adelantar que, a pesar de que los candidatos llaman a asistir a sus convocatorias para que los electores escuchen sus propuestas, la cantidad de asistentes es a todas luces es mínima; por otra parte, la Red Estatal de Víctimas “Tomás Martínez”, informó que las organizaciones adheridas a esta red y sus agremiados no participarán en el proceso electoral, pues denuncian imposiciones en las cúpulas de los partidos políticos, “pago de facturas” de poder faccioso y demás “artimañas políticas” que dejan en evidencia que este proceso electoral es cualquier cosa, menos democrático.
Esto no es novedoso puesto que con estos candidatos vemos más de lo mismo. Es decir, lejos de dar propuestas concretas basadas de un proyecto de nación para que realmente se puedan resolver los problemas que aquejan a los mexicanos y oaxaqueños como el desempleo, la inseguridad, la deserción escolar, la pobreza, etcétera, siguen haciendo campaña bajo el mismo patrón de dimes y diretes entre candidatos, compitiendo entre quién dará más “becas o apoyos monetarios”. En fin, lo que queda claro es que los candidatos, sean del color que sean, desde ahora, le han quedado a deber mucho a México y Oaxaca. Aquí algunos datos.
Aunque en 2018 se nos dijo que todo cambiaría y seríamos felices porque llegaría un gobierno de la “transformación” al poder, tras estar a punto de concluir el sexenio, nos dejan un país con poco más de 32 millones de mexicanos que laboran en la informalidad, de los cuales, el 54.8 por ciento son mujeres. Y, aunque el empleo informal alcanza una tasa en el país del 25 por ciento, hay estados que llegan al 80 por ciento como Oaxaca.
Por si fuera poco, también nos dejan un sistema de salud en crisis, pues el último experimento de la Megafarmacia ha fracasado en su intento de solucionar el desabasto de medicamentos en el país, derivado de la falta de fármacos que se padece, y no era para menos, pues al momento de su inauguración sólo contaba con 0.9 por ciento de capacidad de almacenamiento.
De la inseguridad, mejor ni hablar, pues Oaxaca ocupa la posición número 14 como el estado más inseguro del país y de acuerdo con la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana el primer trimestre de 2024 el 60.5 por ciento de la ciudadanía de Oaxaca de Juárez y zona conurbada estima que la delincuencia en la capital seguirá igual o empeorará para el resto del año. Finalmente, la violencia e inseguridad no da tregua a la jornada electoral, pues ésta se ha vuelto la más violenta con 30 aspirantes asesinados, 77 amenazados y 11 secuestrados, por lo que, en Oaxaca, a la fecha, 50 candidatos han pedido protección.
Y así, podemos seguir enumerando los problemas a los que se enfrentan los mexicanos y oaxaqueños, pero lo cierto es que, si el abstencionismo vuelve a ganar terreno, se debe a que, candidatos como Francisco Martínez Neri, que actualmente busca la reelección de la presidencia municipal por Morena en la capital oaxaqueña o, Raúl Bolaños Cacho que tras ser Senador, ahora busca la diputación federal por el distrito VIII de la Coalición Sigamos Haciendo Historia (Morena-Partido Verde y Partido del Trabajo); son ejemplos claros de la poca vergüenza que tienen los candidatos para, tras estar ausentes o cerca del pueblo durante sus cargos, hoy regresan a tocar las puertas de las familias para pedir el voto, pero… ¿con qué cara? si por ejemplo, Martínez Neri, se ha negado a dar solución real a problemas como el de la basura, de falta de agua, obras sociales básicas a colonias marginadas como 7 regiones o de la Pintores, además de aclararle a vecinos adheridos al Movimiento Antorchista dónde quedaron los más de 40 millones de pesos que gestionaron ante la federación y que, desde la anterior administración morenista municipal desapareció y que eran precisamente para construir un complejo cultural para habitantes de Mexicapam.
En fin, casi concluyen las campañas para elegir a nuestros representantes al senado, diputaciones y presidencias municipales y aunque no se sabe quién ganará, los oaxaqueños debemos decidirnos a formar una fuerza social distinta, verdaderamente comprometida con los problemas de los ciudadanos y que no se la pase haciendo promesas, sino que dé resultados, incluso, antes de que sus “gallos” piensen luchar por puestos de elección popular; que además, estén dispuestos a comprometerse en serio con la población y acepten el escrutinio y las exigencias de quienes pagamos sus salarios mediante los impuestos, porque solo así se garantizará que dejemos de sufrir las políticas de promesas, maromas y teatro.
Y es que solo así podremos hacer valer nuestros derechos ante quienes estén en el poder. Senadores, diputados y presidentes municipales van y vienen, sin que cambie realmente nada para los sectores de las clases trabajadoras y productivas. Por ello ha llegado la hora de que la sociedad oaxaqueña forme una fuerza política verdaderamente democrática, que no se dedique a servir de trampolín para los políticos de siempre, que cambian de partido sin ningún empacho, sino que se dedique a formar a líderes y gobernantes que mejoren en verdad la situación de las clases desprotegidas de la entidad y no se la pasen echando discursos y poniendo pretextos cuando llegan al poder. Los antorchistas estamos listos para sumarnos a ella, en condiciones de igualdad.
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