El 22 de diciembre de 2018, unos días después de haber tomado posesión como presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, anunció que durante su sexenio se invertirían 14 mil 200 mdp en el programa Pavimentación de Caminos a Cabeceras, que alcanzaría para más de 5 mil km en cinco estados, entre ellos, Oaxaca.
Para la 4T, a decir del presidente, “la democracia es el gobierno del pueblo, con el pueblo y para el pueblo, por ello, comunidades y pueblos originarios del país que se rigen bajo el Sistema de Usos y Costumbres, tendrán acceso a recursos públicos directamente de la Federación… por esas costumbres, por las tradiciones que vienen de lejos tienen una organización social y política ejemplar, extraordinaria. Una auténtica, verdadera democracia… queremos que no sean contratistas, no queremos que sea lo mismo. Queremos que se administre de manera directa ¿Para qué? Para que el dinero quede en la misma comunidad, en los mismos pueblos y haya trabajo”.
La auditoría 25/2019 realizada por el Órgano Interno de Control de la SCT, señaló 16 observaciones en el primer año en el que se implementó el programa el Programa de Pavimentación de Caminos a Cabeceras Municipales. Se autorizaron 45 caminos, de los cuales se revisaron 22, que suman 141.9 kilómetros por un monto de 536.6 millones de pesos. Se determinó que el control de calidad en su edificación fue deficiente, ya que no presentaron pruebas de resistencia de concretos. Algunos, incluso quedaron inservibles antes de su conclusión. Además de estas inconsistencias, se encontró que de siete pagos por 28.4 millones de pesos, no se comprobó adecuadamente el gasto por 8.6 millones.
Los hechos demuestran que el apoyo no lo es tal, sino lo contrario, se han reducido considerablemente los recursos destinados a infraestructura de las comunidades marginadas como lo demuestra la cancelación de lo que era el Ramo 23, dinero destinado a infraestructura para comunidades y colonias marginadas, pues se redujo de 64, 344 millones en 2018 a 10, 485 millones en 2019, periodo en que la auditoría basó su investigación.
De lo anteriormente expuesto, se deducen dos cosas: primero, que el proyecto de gobierno de Obrador se sostiene total y absolutamente, sobre un discurso demagógico que atrae el apoyo y la aprobación de sectores vulnerables bien focalizados, que le permiten en el espectro nacional, obtener un prestigio muy importante en términos de rentabilidad política. Es decir, apela a las carencias de atención y de soluciones de los indígenas, que desde siempre esperan el anhelado redentor; y en segundo, se demuestra que la solución de demandas, dependen de antojos ideológicos, con lo que se convierten en peligrosos y nefastos experimentos gubernamentales que derrochan, los de por sí escasos, recursos del erario, como lo demuestran los resultados del trabajo realizado por la ASF.
La 4T lleva peligrosamente al país al abismo, cada día se demuestra no solo demagogia en el pilar central de su gobierno, el combate a la corrupción, pues se demuestra que la corrupción ha aumentado, pero no solo eso, sino que también existe una incapacidad administrativa preocupante. Los hechos y pruebas de la realidad son aplastantes, no se puede tapar el sol con un dedo. Y aún no estamos ni a mitad del sexenio.
Los oaxaqueños y los indígenas en general, deben sentir este programa como uno asentado en un insulto, el de apelar a su carácter de miembros de los grupos originarios, insuflando el amor que tienen a su identidad e idiosincrasia. Ningún ser humano, raza o pueblo debe aceptar lástima o conmiseración como discurso de sus gobernantes.
Porque como dijeron ya los grandes revolucionarios marxistas, la liberación del pueblo, deberá ser obra del pueblo mismo. Y el gobierno obradorista no es un gobierno del pueblo, porque este no se ve ocupar un papel por lo menos de importancia en esta administración.
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