Desde que llegó al poder en antiguo Distrito Federal la corriente política que ahora está al frente del gobierno de la república se dedicó a hacer una serie de cambios cosméticos, que muy poco tienen que ver con acabar realmente con la pobreza de la gente, tales como el cambio de nombre, mediante una reforma “política” realmente ociosa, con el pretexto de formar el estado 32; segundos pisos para la movilidad de los cochetenientes, el embellecimiento del Centro Histórico entregándolo al poder económico, etcétera. Mientras a los pobres que los papen duelos, como dijo Cervantes en El Quijote de la Mancha: que sobrevivan con las limosnas gubernamentales, disfrazados de apoyos sociales, pero como pobres toda la vida.
Un botón de muestra es el caso del transporte más usado por la población de bajos recursos, por ser casi el único al que puede acceder: el Sistema Colectivo de Transporte, (Metro), que se ha deteriorado a ojos vistos como todo en esa ciudad que no sea patrimonio de los consorcios multimillonarios.
Esto ha ocasionado desde incidentes no tan pequeños como aglomeraciones que terminan en riñas, retrasos excesivos, inundación de estaciones, connatos de incendios, que reportan los mismos usuarios; hasta accidentes aterradores y dolorosos como el derrumbamiento de la estructura elevada de la Línea 12, y choques de trenes, que han causado, lamentablemente, la pérdida de muchas vidas humanas.
La causa de tales hechos, dicen los especialistas, son la pésima calidad de los materiales empleados y la construcción misma. Sin embargo, los culpables “gozan de cabal salud” sin que hasta la fecha se les hayan fincado responsabilidades a pesar de la evidente y escandalosa corrupción hasta en la falta de mantenimiento con el pretexto de la falta de dinero que estaría siendo empleado en otras cosas, menos en lo que se requiere, que al fin y al cabo el afectado es el pobrerío.
El tema no es menor ni sólo incumbencia de los habitantes de la CDMX. démonos cuenta que es de la mayor trascendencia y en relación directa con la vida de todos los mexicanos, porque una de las “corcholatas” preferidas del gobierno, y calca fiel de la política actual, es precisamente la ex jefa de gobierno Claudia Sheinbaum.
La política de la autonombrada 4T es la más neoliberal e hipócrita de todas las implementadas en los últimos tiempos, que ciertamente engaña a la gente con la ilusión de que con 3 mil pesos al mes los está sacando de la pobreza sin que se percate de que eso es a cambio de que se esté agravando su situación por la falta de medicamentos y atención a la salud; la violencia desatada por el incremento mayor de la inseguridad; de que sigue haciendo falta a la mayoría una casa propia para vivir, calles pavimentadas, servicios de agua, luz, drenaje, etcétera; que no hay para vestir, calzar, y menos para educar a las nuevas generaciones, etcétera.
Todo haciendo creer a la gente que, para curar el cáncer de la inequitativa e injusta distribución de la riqueza social, basta con las aspirinas de las ayudas asistenciales.
Claudia Sheimbaun en particular, pero todos los candidatos de la 4T en general, representan el continuismo de la tragedia política que ha sufrido el pueblo mexicano de retroceso generalizado, quienes en los hechos le ha negado a éste hasta el derecho a defender sus intereses de manera colectiva y organizada atacando todo lo que huela a organización y a contrapeso de las decisiones unipersonales del poder, a pesar de estar contemplado como garantía en la constitución. Utilizar la máscara de amigos de los pobres y la bandera de izquierdista sirvió sólo para camuflarse sin ser reconocidos por las masas como los representantes de los intereses de los ricos y poderosos, los cuales han salido beneficiados tanto o más que antes, al amparo del gobierno cuatroteísta.
Y esa es la corriente que quiere seguir gobernando a México, la misma que ha violado reiteradamente la ley electoral, la que desapareció el ramo federal para obra social en los estados y municipios, la que desapareció el Fondo para los Desastres Naturales; la que atacó a la UNAM, al CIDE, al CONACYT, al INE, al INAI, y la que desapareció los fideicomisos.
Es la misma que ahora lanza por delante a quién siendo jefa de Gobierno de la CDMX se le cayó la Línea 12 del Metro sin que haya habido consecuencias jurídicas contra los responsables, la que ha dejado que este transporte se encuentre a punto de hacerse inservible, pero que gasta millonadas en campaña anticipada.
Si no tomamos en cuenta estos antecedentes, no nos quejemos de que el día de mañana, con ellos otra vez en el poder, estemos todavía peor de lo que ya estamos hoy, que ya es mucho decir.
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