El Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles es el primer megaproyecto del gobierno de López Obrador que se inaugura. Una obra cuyo arranque, más que resolver problemas sociales, sirve para promover la revocación de mandato. Y lo necesita así porque el gobierno de la Cuarta Transformación ha disminuido su nivel de aceptación en las encuestas; la aprobación ciudadana pasó de 66 por ciento en 2018 a 54 por ciento de 2022, y el rechazo pasó de 18 por ciento en 2018 a 43 por ciento. Por tanto, urgía ganar simpatías con el “cumplimiento” de una de las promesas del presidente, al precio que fuera.
Las acciones públicas deben buscar resolver problemas sociales; si no lo hacen, son obras personales realizadas con dinero público. La tarea de un nuevo aeropuerto en la zona metropolitana de la Ciudad de México, la quinta ciudad más grande del mundo es resolver la saturación aérea y el descongestionamiento del Aeropuerto Benito Juárez. Para ello, el aeropuerto debe ser lo suficientemente atractivo para que las aerolíneas acepten tener un lugar en la nueva infraestructura.
El aeropuerto está lejos de ser una obra acabada. Falta poco más del 40% de su construcción, no está terminada la pista central, la terminal de pasajeros, las plataformas, las vías de acceso, el área de aduanas, entre otras cosas. Un aeropuerto así no resuelve el problema social para el que fue planteado. A pesar de ello, el gobierno busca difundir la idea de que el Aeropuerto de Santa Lucía fue mucho más barato que el aeropuerto que se tenía planeado en el sexenio anterior. Sin embargo, los datos sobre los costos del nuevo aeropuerto hasta ahora los datos indican lo contrario. Bajo la idea de que el ejército no se corrompe, el gobierno creo la empresa AIFA S. A. de C. V. que administra la Secretaría de Defensa Nacional, pero, es de conocimiento público que la obra ha costado 52% más de lo presupuestado y que el ejército no pudo justificar 12 mil millones que se gastaron.
Dado que la obra no cumple los requisitos mínimos, el gobierno, como es su costumbre, ha preferido imponer una narrativa de “obra del pueblo”. En ella se destacan argumentos pueriles como decir que “el Aeropuerto es un digno homenaje a las y los trabajadores que con profundo compromiso han hecho posible esta gran obra de infraestructura”. ¿Acaso esto no aplica para las obras de otros sexenios e incluso para toda la riqueza generada en el país? Toda la riqueza creada en el capitalismo sea privada o pública, es gracias a los hombres y mujeres que salen todos los días a entregar su fuerza de trabajo. Por eso es una manipulación que se destaque como específico el Aeropuerto recién inaugurado.
Es un engaño que se hable de inaugurar el aeropuerto cuando en realidad falta mucho para que sea funcional. Entonces, cabe preguntarse: ¿por qué ahora? Inaugurarlo ahora sirve para cumplir uno de los compromisos de AMLO ante la opinión pública, sin importar las condiciones en que se entrega la obra. Y, sobre todo, hacerlo antes de la revocación de mandato sirve para alentar a sus seguidores. Además, la inauguración del AIFA servirá para lo que ha sido una constante en este gobierno: construir una opinión pública favorable, que facilite los otros megaproyectos y distraiga la discusión de los malos resultados en educación, salud, pobreza y pobreza.
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