A medida que el 2024 llega a su fin, el balance de este año se entrelaza con la conmemoración de los 50 años de lucha de una organización que ha iluminado, con la persistencia de su causa, el camino de quienes más necesitan ser escuchados: fue una demostración de fuerza, un grito colectivo que dejó claro que la lucha no solo sigue vigente, sino que está más viva que nunca.
La desigualdad, la falta de acceso a servicios básicos y la ausencia de políticas públicas efectivas continúan siendo obstáculos que solo pueden enfrentarse con una organización más fuerte, consciente y comprometida.
El 2024 estuvo marcado por profundos contrastes: por un lado, los logros obtenidos por el Movimiento Antorchista y, por otro, las adversidades que afectan al pueblo trabajador en todo el país. La inseguridad se ha convertido en un tema cotidiano, las condiciones económicas continúan deteriorándose, el desempleo y los bajos salarios son la realidad de miles de familias, mientras que los costos de la vivienda, la educación y la salud suben a niveles insostenibles. Este contexto refleja no solo un problema estructural, sino también un abandono por parte de quienes deberían estar al frente garantizando el bienestar colectivo.
Sin embargo, este año también trajo avances significativos, resultado de la unión, la perseverancia y la resistencia organizada. La formación de la novena colonia antorchista, la apertura de nuevas cuentas de ahorro y con ello la formación de la décima colonia formada por la organización en la capital duranguense, lo que representa mucho más que una mejora en infraestructura: es el símbolo tangible de que el trabajo conjunto puede derribar barreras que parecían inquebrantables.
Así también el desarrollo de la Colonia Clara Córdova, con los logros de la introducción del agua potable y el mejoramiento de vivienda: del mismo modo, la pavimentación de la calle Vitalico Silva de la colonia Humberto Gutiérrez, obra que beneficia a las escuelas ubicadas en dicha colonia y a los propios habitantes; todas estas obras no marcan solo un hito para la comunidad educativa, sino que también subraya que los logros materiales son posibles cuando la lucha no se detiene.
Pero estas conquistas, aunque significativas, no son suficientes para cambiar de raíz la realidad del pueblo trabajador. La desigualdad, la falta de acceso a servicios básicos y la ausencia de políticas públicas efectivas continúan siendo obstáculos que solo pueden enfrentarse con una organización más fuerte, consciente y comprometida. El antorchismo, como movimiento social, se reafirma no solo como una herramienta de resistencia, sino también como una guía para aquellos que buscan un cambio estructural.
La tarea para el 2025 es clara: seguir construyendo una fuerza organizada que convoque a más campesinos, obreros, empleados y estudiantes a sumarse a esta lucha. Este llamado no es solo una cuestión numérica, sino un esfuerzo por construir conciencia colectiva, por entender que las soluciones a los problemas del pueblo no llegarán desde arriba, sino desde el propio pueblo.
A las puertas del nuevo año, los desafíos se presentan más grandes que nunca. Las políticas económicas y sociales implementadas en los últimos años no han hecho más que profundizar las desigualdades, mientras que la falta de inversión en sectores clave como la educación, la salud y la vivienda sigue impactando directamente a las familias trabajadoras. En este escenario, el Movimiento Antorchista debe redoblar esfuerzos no solo en la organización de las comunidades, sino también en la formación de líderes conscientes, preparados para asumir el reto de guiar al pueblo hacia una verdadera transformación.
El camino no será fácil. Los retos que enfrentamos hoy son diferentes a los de hace 50 años, pero la historia ha demostrado que ningún obstáculo es insuperable para un pueblo organizado y consciente de su poder. La lucha del antorchismo no se limita a obtener victorias materiales; es un proceso continuo de educación y movilización que busca transformar no solo las condiciones externas, sino también la mentalidad de quienes forman parte de este movimiento.
El mensaje para los antorchistas y para todos aquellos comprometidos con el cambio social es claro: el futuro depende de lo que hagamos hoy. Cada victoria obtenida en 2024, por pequeña que parezca, es una pieza fundamental en la construcción de un México más justo. Pero no podemos conformarnos. El 2025 debe ser un año de acción decidida, de organización más amplia y de lucha más combativa.
Este movimiento ha demostrado a lo largo de su historia que la unión, la fraternidad y la conciencia son las herramientas más poderosas para enfrentar las adversidades. Sigamos sumando fuerzas, sigamos construyendo comunidad, sigamos luchando por ese cambio social que no solo es necesario, sino urgente. El pueblo trabajador merece un país donde la justicia, la igualdad y el bienestar sean una realidad para todos. A medida que avanzamos hacia este nuevo año, llevemos con nosotros la certeza de que la lucha organizada es el camino.
¡Salud y fortaleza para todas las familias que forman parte del Movimiento Antorchista, y que el 2025 sea un año lleno de conquistas y esperanza para cada uno de sus hogares!
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