Nuestro país es uno de los más ricos a nivel mundial en cuanto a recursos naturales. Tiene bosque, mar, grandes ríos, tierra fértil, yacimiento de minas, etc. En pocas palabras, por la ubicación y por las características del suelo y demás, como país, México tiene prácticamente de todo. Al interior del país, unos más que otros, cada estado también tiene su determinada riqueza natural, de donde, con el trabajo de los trabajadores se convierte toda esa riqueza en productos que vemos en las diferentes tiendas que existen. Pero muchas veces la riqueza natural que posee cierto estado o un determinado pueblo, en lugar de traer bienestar y mejores condiciones de vida a sus habitantes se convierte en un verdadero sufrimiento e injusticia. La minería es un buen ejemplo de esto.
La minería, como cualquier otra actividad económica que realiza el ser humano, es de gran importancia para la sociedad porque aporta bienes para la vida misma del hombre. Los productos obtenidos de la minería, con sus respectivos procesos de transformación, tienen utilidad en innumerables aspectos de la vida cotidiana, desde la elaboración de un clavo hasta la construcción de grandes rascacielos. Existe desde hace muchos siglos. Pero hoy en día, por sus características mismas y sometida al objetivo supremo del sistema capitalista de obtener la máxima ganancia a como dé lugar, en algunas partes, los dueños de las minas, por el afán de ganar y siempre ganar, en lugar de contribuir al desarrollo de los pueblos que tienen el don de esconder en sus entrañas yacimiento mineros, los terminan perjudicando.
Uno de los estados mexicanos que tienen esta gran dicha es Sonora. Se sabe que representa el 36% del total de la producción minera en nuestro país, lo convierte prácticamente en estado minero. En la producción de cobre, alrededor del 83% se hace en Sonora; 34% del total de oro es del estado. El total de la producción de molibdeno y wollastonita. El primero sirve principalmente para la fabricación de aceros más resistentes y el segundo es un importante mineral industrial. Un ingrediente necesario en la cerámica refractaria y utilizado como aditivo en pinturas (como antioxidante y anticorrosivo). Está claro que, si hay más extracción y producción en un determinado año, el estado obtiene más dinero al momento de llevar a cabo la compra-venta, dinero que puede utilizar en beneficio de la gente. Pareciera miel sobre hojuelas, pero a poco que se investigue, detrás de este gran prestigio que tiene Sonora a nivel nacional también, sin quitar la parte positiva, está el sufrimiento de familias enteras que han sido perjudicadas por las mineras, precisamente porque a los dueños su único fin es la de obtener la máxima ganancia, la máxima acumulación de dinero a costa de lo que sea. Es frecuente escuchar de derrames tóxicos, derrumbes y también condiciones inhumanas de trabajo y pésimos salarios.
Es en este contexto en que destaca lo que están viviendo los campesinos del ejido El Bajío contra la empresa minera Penmont, filial del Grupo Fresnillo, propiedad del magnate mexicano, Alberto Bailleres González. El ejido El Bajío, localizado entre los municipios de Caborca y Puerto Peñasco, es víctima desde hace muchos años del abuso de poder de la minera Penmont y el abandono gubernamental. Los ejidatarios acusaron y demandaron en su momento y resisten la invasión, y posterior explotación por parte de la empresa Penmont de sus tierras de manera ilegal, con los proyectos minero la Herradura y Soledad-Dipolos. La ocupación ilegal inició en 1996 cuando Penmont pidió permiso para explorar una parte del territorio del ejido, el cual le fue concedido, pero se aprovechó para iniciar ilegalmente la construcción de la mina Dipolos y una extensión de la Herradura. A partir de ahí, inició el sufrimiento para los campesinos porque perdieron acceso a sus tierras. Desde entonces emprendieron una lucha y como resultado de esa larga lucha contra la empresa, en 2014 se dictaron 67 sentencias a favor de los ejidatarios, dentro de las cuales destacan las siguientes: que la empresa desaloje el territorio, la minera debe pagar rentas, resarcir el daño al medio ambiente y devolver el oro extraído durante su ocupación. Pero es la fecha en que no se han cumplido por parte de las autoridades correspondientes.
El otro hecho que resalta es el bloqueo que mantuvo el Sindicato Minero, sección 65 de Cananea. Ellos solicitaban una mesa de diálogo (ya se llevó a cabo) para exigir que se cumpla el Plan de Justicia de Cananea que incluye cinco ejes, dentro de los cuales está el de un trabajo digno, atención médica y medicamentos gratuitos, bienestar, salud ambiental, derecho al agua y mejoramiento urbano. Esta lucha de los mineros como todo mundo sabe, es de larga trayectoria contra el Grupo México, empresa responsable también del derrame de al menos 40 mil metros cúbicos de desechos tóxicos sobre el río Sonora y Bacanuchi. Esta protesta y la del 10 de enero frente a Palacio Nacional por parte de los ejidatarios de El Bajío, para exigir el cumplimiento de las sentencias ante Tribunal Agrario no han tenido eco suficiente en las autoridades.
Estos dos ejemplos nos sirven para darnos cuenta que si bien la minería es importante, también tiene aspectos negativos que terminan golpeando a los trabajadores, que con la riqueza que tiene su tierra se eterniza su pobreza y desgracia. Nos deja también la lección de que la lucha aislada de los trabajadores contra las grandes empresas mineras no tiene resultados reales para ellos. Por eso Antorcha siempre pugna porque los trabajadores se unan y se organicen para que de esa manera luchen con mayor fuerza y con mayor probabilidad de éxito que hasta ahora. De lo contrario, pasarán otros veinte años y la situación seguirá igual para los mineros. Antorcha alzará la voz siempre ante una injusticia cometida contra cualquier trabajador en cualquier parte de nuestro país y los invita siempre a organizarse, educarse y luchar.
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