La defensa del morenismo en el Gobierno tiene dos niveles. El primero es un gigantesco grupo de “servidores de la nación” o morenistas del pueblo convencidos de que todo lo que haga Morena, el partido de López Obrador, está bien porque siempre será un freno a las “corruptelas” y “robaderas” de “la mafia del poder”, que se compone de lo que aún queda tanto en el PRI como en el PAN.
Son un grupo muy poderoso, porque van casa por casa por todo el país hablando con la gente, ofreciendo programas del Gobierno o haciendo válidas las tarjetas del Bienestar. Es un grupo de chantaje que te “convence” para hacerte sujeto de programas del Gobierno.
La lógica es sencilla: el convencido tiene programa; el no convencido es un defensor de la antigua mafia en el poder; es del Prian.
El incremento al salario mínimo no ha logrado cubrir las necesidades básicas de los trabajadores mexicanos, dejando a millones en situación de pobreza pese a los aumentos anunciados.
El segundo nivel de defensa se mueve en el terreno intelectual. Se trata de profesores universitarios, investigadores universitarios, y columnistas de la prensa, la radio y la televisión, que no le dan en automático la razón al morenismo, sino que, según ellos, ofrecen datos que respaldan su tesis sobre la mejora real de la vida de los mexicanos bajo el gobierno de López Obrador.
Cuando analizamos si la economía de los mexicanos mejoró, ambos grupos dicen que sí: los primeros sostienen que mejoró porque ahora hay tarjetas del Bienestar para más de 30 millones de familias y los segundos dicen que porque AMLO sí elevó sustancialmente el salario mínimo de los trabajadores.
Pero ambos mienten, porque bajo el Gobierno de López Obrador ahora hay más pobres; los pobres son más pobres, mientras los ricos aumentaron su fortuna de forma gigantesca.
Un ensayo que leí la semana pasada en la revista Buzos, titulado “Precariedad laboral en México”, dice lo siguiente:
“Durante el sexenio hubo un incremento regular del salario mínimo; este pasó de 88.36 a 248.84 pesos, un incremento del 181.62 % a razón de 30.17 % anual en promedio. Aun quitándole el efecto de la inflación, el incremento fue de 60 %, es decir, hubo una recuperación del poder adquisitivo del salario. (Pero, a pesar de ello) el salario real cayó en picada. Un salario mínimo mensual apenas puede comprar actualmente 70 % de los bienes que conforman la canasta básica mensual de un hogar de cuatro elementos; es decir, los trabajadores aún no pueden satisfacer sus necesidades materiales para una vida digna con su salario mínimo”.
En efecto, hubo un incremento al salario mínimo que nadie puede negar, pero ese incremento no logró que un trabajador con un salario mínimo pueda comprar todo lo equivalente a la canasta básica, que implica buena alimentación (carne, granos, leche, frutas, verduras), higiene personal, productos de limpieza y medicinas.
Es decir, se trata de lo más básico. La canasta básica, por ser tan básica, no implica pasajes (a la escuela o el trabajo), vacaciones pagadas, una vivienda decorosa para la familia ni gastos médicos costosos, como son muchas veces necesarios. Es lo más básico para subsistir. Estamos mal.
Pero no es todo. El ensayo citado también nos dice: “En 2023, veintinueve millones de trabajadores recibieron un salario menor a 2.5 salarios mínimos, el necesario para adquirir la canasta básica. (…) Es necesario evidenciar, además, que 15.4 millones de personas trabajaron más de 48 horas, es decir, su jornada laboral fue de más de ocho horas al día, si tomamos en cuenta que a la semana sólo tuvieron un día de descanso”.
Los trabajadores mexicanos estamos muy mal pagados, trabajamos mucho y así no salimos de pobres, ni ahora ni nunca.
¿Y cuántos son los trabajadores que se benefician con el aumento al salario mínimo? La PEA es de 60.6 millones de personas; de ellas 59.8 millones están ocupadas y en la informalidad laboran 32 millones (54 % de los ocupados).
Quienes están ocupados no están beneficiados. Tampoco se benefician los 1.6 millones de desocupados, ni gran parte de los 4.2 millones de subocupados.
Luis Felipe Munguía, presidente de la Comisión Nacional de Salarios Mínimos, afirmó que “el último incremento [en 2023] beneficia directamente a 8.9 millones de personas trabajadoras” (El País, 14 de enero de 2024).
Lo que debemos aprender es que el incremento al salario mínimo, que no es aún lo que necesitamos, es una negociación entre el Gobierno federal, los empresarios y los sindicatos: es una forma de quitarle vapor a la olla de presión. Es una manera de decir: dale unos pesos, para que no haya descontrol en la población.
Así, ese aumento, sumado a los apoyos de las tarjetas de dinero del Gobierno, calma la presión social que genera el empobrecimiento de todos los mexicanos.
Si los mexicanos quieren un aumento serio, benéfico, que realmente nos ayude a tener una vida digna, urge que los obreros se lancen a la lucha por el aumento al salario, por la reducción de la jornada y, después, a la toma del poder político, ya que sólo así se harán los cambios necesarios que erradiquen la pobreza en nuestro país, en la que nos debatimos 97 millones de mexicanos.
Carmen Aristegui, antes defensora a ultranza de AMLO, publicó una nota en su portal el 24 de julio de 2024 que dice: “Magnates mexicanos duplicaron su riqueza este sexenio, pero aumentó pobreza extrema: Oxfam”. En el texto se menciona:
“América Latina es la región del mundo donde existe el mayor contraste entre el 1 % más rico de la población y el 50 % más pobre, de acuerdo con el informe de Oxfam Econonuestra. Es tiempo de una economía para todas y todos. Tan solo los dos hombres más ricos de la región, Carlos Slim y Germán Larrea, concentran más riqueza que la mitad más pobre de toda la región, unas 334 millones de personas, señala el documento. La fortuna de Slim, el hombre más rico de la región, asciende a más de 100 mil 400 millones de dólares, más del doble del PIB de Bolivia o Paraguay y el doble de la inversión anual en salud pública de México”.
Una nota de El País (24 de enero de 2024) es escalofriante:
“Conforme a datos de inicios de 2020 a noviembre de 2023, Oxfam afirma que los catorce ultrarricos de México concentran 8.18 pesos de cada 100 pesos de la riqueza privada nacional, equivalentes a casi 180 mil millones de dólares. Slim acumula 4.48 de esos 100 pesos (o 1 de cada 20 pesos). Su riqueza, que creció 58 % en términos reales desde el inicio de la pandemia, de acuerdo con Oxfam, es tanta como la que tiene la mitad más pobre de los mexicanos, alrededor de 63.8 millones de personas. Partiendo de que en México no solo hay pobres, sino pobres extremos, la ONG aporta otro dato que describe la enorme acumulación de riqueza en manos de Slim: poco más de nueve millones de personas en nuestro país no saben si podrán comer al día siguiente, mientras que una sola persona concentra casi 1 de cada 20 pesos de la riqueza de este país”.
No es posible que en los campos o en las ciudades haya gente que no puede comer, mientras los ricos hayan logrado, con Morena, una riqueza que no se podrán gastar en una sola vida.
Urge cambiar esto: organizarnos, educarnos y tomar el poder. No hay de otra.
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