Hay un evento, un lugar, en el que varias emociones se juntan. Personas de distintas partes del país conviviendo con un mismo fin: actuar. Desafortunadamente, por cuestiones obvias, este año nos tocó realizar las puestas en escena a través de medios digitales; sin embargo, no desmotiva por hacer lo que realmente nos gusta.
El actuar no solo es acudir a los ensayos, leer guiones, aprender al pie de la letra los diálogos de un personaje y, finalmente, recitar todo aquello que mecánicamente está memorizado. Actuar va más de allá de una interpretación, porque el actor se somete no a los caprichos de un director ni a sus gustos, sino a la voluntad que le demanda su personaje. La metamorfosis es vital, no puede estar apartada de un actor; al subir en escena, despojas tu nombre, tu personalidad y parte de tu esencia. El espectador no quiere ver personas reales actuando, ellos quieren presenciar y dejarse llevar por las emociones que los personajes, a través de actores, les brindan.
Lo que se vivió estas semanas detrás de cámaras fue una experiencia que, para quienes nos complace la actuación, es plenamente grato y sin duda lo volveríamos a hacer. Las dos obras, Coriolano junto con Sacco y Vanzetti, ambas por una misma dirección, son trabajos que requieren tiempo, destreza, dedicación y, principalmente, mucha paciencia. Ustedes se preguntarán: ¿acaso no es lo mismo para una puesta en escena de manera presencial? Les puedo decir que no, el estilo digital que a muchos les permite observar el trabajo a través de distintos dispositivos en cualquier parte del país es cansado y agotador para los actores. Estar repitiendo escenas, cambiando de posición, la necesidad de querer mirar a la cámara que se enfoca a unos centímetros de ti y no poder hacerlo, puede resultar estresante. Pasar horas en una grabación no es para cualquiera. Mantener las responsabilidades con los gustos tampoco es sencillo. Muchos compañeros trabajan, otros estudiamos y, aun así, nos damos el tiempo para realizar un buen trabajo actoral. Sí, hubo días en los que el estrés y el cansancio nos sobrepasaron, pero no es algo que juntos, entre bromas y risas, no conseguimos superar para recordarnos que todo lo hacemos por querer y que estamos ahí por gusto, por amor a lo que creamos.
La experiencia es grata, se aprende mucho, la convivencia es algo inexplicable. Todos, a pesar de tu inexperiencia en el medio, te reciben con los brazos abiertos y te acogen cálidamente.
Días arduos de ensayo, horas de grabación que agotan, una directora que por más que se estresó y llegó a desesperarse siempre creyó en la dualidad paciencia-confianza, convivencias agradables, razonamientos políticos, aventuras vividas tras bambalinas, bromas, chistes, risas y bloopers, son la convergencia de lo que se presentó hace unos días en la Muestra Nacional de Teatro de Antorcha, a través de su página oficial de Facebook. Si no lo vieron en vivo, los invito a que las busquen ahí y se deleiten con un rato de teatro y política. Es de lo mejor. Todo lo realizado no solo fue por gusto, por amor al arte, por pasión al teatro, sino porque también es necesario difundir las lecciones políticas que nos dan los grandes dramaturgos de la humanidad.
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