MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Multipolaridad sí; pero con justicia social

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La historia inicia justo donde la bruma del tiempo impide a algunos cronistas otear más allá; sin embargo, ante un público ávido de escucharlo, el maestro Aquiles Córdova Morán va desenvolviendo la narración de los acontecimientos que dieron origen a los primeros contactos entre nuestro país y lo que en aquel entonces era el imperio de los zares.

Es en esta conferencia, celebrada con motivo del centésimo aniversario de las relaciones entre México y Rusia, en el auditorio “In Xochitl In Huicatl” (La flor y el canto), del municipio de Ixtapaluca, en que muchos de los presentes nos enteramos por primera vez que en 1806 un enviado del zar Alejandro I, el embajador Nicolái Rezánov, noble comerciante de pieles, llega al norte de California con la misión de iniciar relaciones comerciales y asegurar el suministro de alimentos para las colonias rusas establecidas en Alaska.

Podemos decir que estamos de acuerdo con la instauración de un mundo multipolar, pero por delante de ello, se tiene que poner un cambio en la estructura social que beneficie a las grandes masas trabajadoras que han sido los olvidados de siempre.

Allí conoce a Conchita Argüello, hija del comandante del Fuerte Ross; se enamora de ella, y la trágica historia de amor que de ahí se deriva ha sido objeto de numerosas obras literarias y musicales como la Ópera Rezánov o Balada del amor.

La pretendida expansión rusa no prospera, por un lado, por la oposición de México que, luego de ser una colonia española, para 1821 ya se ha “independizado” y, por otro lado, porque probablemente Rusia no tenía intenciones reales de extenderse tan al sur.

El nivel de detalle de la exposición sorprende tanto a los de casa como a los invitados al evento, porque oficialmente las relaciones diplomáticas inician en 1924, después de que ambas naciones han experimentado sus respectivas revoluciones: México vive un proceso revolucionario iniciado en 1910; mientras que, en Rusia, los trabajadores con Lenin a la cabeza han tomado el poder en 1917.

Sin embargo, ninguno de los presentes se pierde los pormenores históricos vertidos por el líder y fundador del Movimiento Antorchista, narrados con esa pasión que siempre lo ha caracterizado y que lo conecta con el público que ríe con él de lo circunstancial del tema, mientras se desarrolla.

Nos aclara que estamos hablando de relaciones diplomáticas formales entre los estados y que no necesariamente coinciden con la relación entre los pueblos; porque, de acuerdo con Marx, las sociedades que funcionan con base en la propiedad privada, los gobiernos y el estado no están para establecer relaciones entre los pueblos, sino entre las clases dominantes de esos estados.

En 1922 se forma la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) sobre la antigua Rusia; y el 2 de agosto de 1924, México es el primer país del continente americano en reconocer a la nación soberana.

De esa fecha para acá han pasado 100 años, y aunque ha habido altibajos en el transcurso del tiempo, siempre ha habido motivos para seguir adelante con los lazos diplomáticos.

En 1991, la Unión Soviética colapsó sufriendo una transformación de carácter neoliberal. En este proceso ha adoptado de nueva cuenta el nombre que originalmente lo identificaba, llamándose Federación Rusa, pero las relaciones de respeto entre ambas naciones se han mantenido.

Hoy, un siglo después, Rusia, junto a China, se encuentra librando una batalla de corte internacional contra las fuerzas que luchan por mantener al mundo atado a las condiciones e intereses de un poder hegemónico que en este caso es representado por Estados Unidos y la OTAN con sus aliados de la Unión Europea.

El propósito de ambos países (Rusia y China) es la instauración de la multipolaridad, donde las relaciones entre las naciones se den en igualdad de condiciones, privilegiando el desarrollo de cada una de ellas. Hoy más que nunca se requiere el apoyo decidido de los pueblos para impulsar esta nueva visión del mundo que ayude al progreso de todos.

El problema es que las izquierdas, que deberían ser la fuerza social que de manera natural respaldara esta transformación global, a decir del internacionalista argentino Christian Lamesa, han sido cooptadas por las ONG internacionales que han impuesto una agenda que, lejos de apoyar los intereses de los pueblos, favorecen el sectarismo y la división de la sociedad y su fraccionamiento. 

Estos últimos, que han sido organismos financiados muchas veces por los grandes corporativos internacionales, pulverizan la unidad nacional evitando que se cohesionen en torno a proyectos de país más progresistas.

Así es como ahora vemos a las izquierdas apoyando por separado a grupos minoritarios como feministas, ambientalistas, etcétera pero nunca cohesionando a las grandes mayorías empobrecidas para hacer valer su derecho a participar en el reparto de la riqueza social.

En este sentido, el Movimiento Antorchista pugna por que los mexicanos defendamos el establecimiento de la multipolaridad que detendría el saqueo de los recursos naturales para beneficio de los imperialistas norteamericanos, como ha venido sucediendo durante toda la historia de Latinoamérica, y plantea que este es un momento propicio para respaldar nuestro derecho a participar en el desarrollo mundial.

Podemos decir que estamos de acuerdo con la instauración de un mundo multipolar, pero por delante de ello se tiene que poner un cambio en la estructura social que beneficie a las grandes masas trabajadoras que han sido los olvidados de siempre. 

Sin embargo, eso no sucederá si no participamos activamente y organizados en la construcción de esta nueva realidad; porque ya vimos que los Gobiernos que han llegado al poder con la bandera de la izquierda lo único que han hecho, en el mejor de los casos, es otorgar dádivas en dinero y en forma de despensas, que no atacan el problema de raíz, pero sí adormecen la conciencia popular.

De nada sirve la estabilidad económica si no se ve reflejada en una justa distribución de la riqueza mediante la generación de mejores empleos, salarios dignos y bien remunerados, más obra pública y pago de impuestos que protejan el raquítico ingreso de la mayoría de la población.

Hoy más que nunca nuestra consigna debe ser: multipolaridad sí, pero con justicia social.

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