El pasado fin de semana, nuestros compañeros de los Grupos Culturales de la Frontera presentaron una obra de teatro titulada Monte Calvo, del autor Jairo Aníbal Niño, en síntesis: dicha obra está basada en tres personajes --un músico callejero, un ex participante de la guerra de E.U contra Japón y un veterano de guerra traumado--. En esta obra, la miseria se ve reflejada desde que se levanta el telón, ya que la trama se lleva acabo debajo de un puente donde debaten el músico y el ex militar, (mientras esperan al veterano de guerra), acerca del nacionalismo profesado por el exmilitar, que a causa de está, perdió una pierna. El músico le cuestiona la ciega devoción que esté profesa al ejército estadounidense, que a pesar de que ganaron la guerra, este quedó sin pierna y viviendo en la calle.
Los argumentos de músico son válidos ya que le dice al ex militar que su única ganancia fue vivir en el anonimato y la miseria, mientras que otros disfrutan de la gloria y la riqueza que trajo el haber ganado la guerra. Y bueno, les recomiendo que terminen de ver/leer esta obra. Les platiqué un poco para entrar en contexto y poder dar mi punto de vista en este escrito.
El anterior diálogo me dejó pensando en toda la miseria que queda después de todo proceso electoral, además de la ya existente, claro (59.7 millones de mexicanos en pobreza y 10.8 millones en pobreza extrema, CONEVAL 2020) Y es que, a tres años de haber ganado las elecciones Andrés Manuel López obrador y de comenzar la autodenominada 4T, la realidad de millones de mexicanos demuestra que su lema “Primero los pobres”, no fue más demagogia.
Siguiendo con el tema electorero. En el 2021, Baja California celebró elecciones para ocupar 31 puestos, por decir algunos: gobernador, alcalde, regidores, entre otros. Y es obvio que el pueblo participo activamente como promotor (comprador y vendedor del voto), pues solo así los ganadores pudieron asegurar su victoria. Para ser más específicos, muchos de los promotores del voto decidieron participar por diversas razones. Las principales: por ciega devoción al partido que representan y por necesidad económica, ya que poco les importó el color a promover o las propuestas de gobierno, simplemente se vendieron al mejor postor. Quiero aclarar que la culpa no es del pueblo; el vender su conciencia y su futuro por unos cuantos pesos tiene una explicación lógica, pues la necesidad de supervivencia lo amerita y más ahora, que el desempleo aumento debido a la pandemia covid-19; la inflación llegó al 7.9%; el salario apenas llega a los 172.87 pesos (el economista,29 dic2021), sin embargo, los precios de la canasta básica siguen en aumento. Estas cifras nos hacen entender un poco porque la gente busca otras alternativas de ingreso y esto, es algo que sabía bien todo el gremio político que disputaría algún cargo en las ya mencionadas elecciones; así que decidieron lucrar con la pobreza, ignorancia y desesperación de la gente, cosa que debo mencionar, no es nueva, pero si cada vez más descarada.
Es incontable la gente que aún cree en las promesas de campaña: a algunos les prometieron paga y un puesto en la administración; a otros, bonificaciones una vez ganada la elección y a los que decidieron vender su voto, unos cuantos pesos; a otros tantos, solo promesas de mejoras en sus colonias (dígase pavimentaciones, drenaje, agua potable, etc) y al final… hubo recompensa y hubo pago, pero tal como lo externaron en la obra que les platiqué al principio, solo para unos cuantos, que claro, esta recompensa no fue para las personas que estuvieron a sol y a sombra promocionando a los candidatos, ni para el resto de la población que ejerció su derecho al voto con la esperanza de que esta vez, las cosas cambien. Ya que a sabiendas de que la sociedad no tiene un interés real en la política o simplemente no tiene la capacidad de participar en ella, los partidos políticos aprovecharon esta oportunidad para tratarnos más como consumidores, es decir, se dieron a la tarea de “vendernos” sus proyectos, como se diría de manera coloquial: a base de circo, maroma y teatro.
¿Entonces, quienes ganaron realmente? Ganó Santiago Nieto Castillo, ex titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), que se dio el lujo de casarse en Guatemala, gastando millones de pesos del erario público; ganaron las empresas que se integraron al programa jóvenes transformando el futuro que en lugar de capacitarlos para transformar, piden moche para que estos sigan su camino de “ninis”; ganó la delincuencia ya que en cuestión de homicidios, México lleva 3 años consecutivos (2018 a 2020) estacionado en una tasa de 29 homicidios por cada 100,000 habitantes, esto, de acuerdo a los datos más recientes del Instituto Nacional de Estadística y Geografía(INEGI); y así podemos seguirnos con una lista infinita de ganadores: ganó la muerte, la pobreza, el desempleo, la corrupción, la injusticia, el capitalismo…pero de ninguna manera ganamos los obreros, los de la tercera edad, los estudiantes, las madres solteras, los desempleados…
Ahora bien, si no ganamos en estas elecciones ¿cuándo ganaremos? La respuesta es sencilla, pero llevará mucho tiempo ejecutarla: organización y lucha. Ganaremos cuando dejemos de ser indiferentes ante la manera en que se hace la política en nuestro país; cuando dejemos de ser consumidores de proyectos políticos amañados; cuando dejemos de trabajar para que ganen unos cuantos; ganaremos cuando decidamos exigir a los gobernantes cumplan sus promesas de campaña y eso, solo se logra con consciencia, unión, fraternidad y lucha.
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