Claudia Sheinbaum, durante su muy larga campaña, dijo y sostuvo en múltiples ocasiones que, de ganar, ella tendría autonomía en sus decisiones, que no sería la marioneta de nadie y que apelaría a un gobierno abierto a la ciudadanía, buscando mantener el rumbo “exitoso” iniciado por Andrés Manuel López Obrador en 2018, pero con una visión propia y dando prioridad a las clases más desprotegidas del país. Bueno, las elecciones han acabado y la candidata del oficialismo ha ganado con 35.9 millones de votos, el 59 %. Muy lejana quedó Xóchitl Gálvez con 16 millones de votos, el 27 %. Claudia ganó con cinco millones más que AMLO.
Las promesas y la sombra de su maestro ganaron, pero ¿en verdad será distinto y habrá solución a los problemas añejos y profundos de los más de 100 millones de pobres que reportan investigadores serios?
De los heredados nos encontramos a tres que repiten: Ariadna Montiel en Bienestar, aún sin explicar el escándalo de 600 mil pensiones a personas fallecidas; Rogelio Ramírez de la O en Hacienda; y Rosa Icela Rodríguez, que pasa de Seguridad a Gobernación, durante el sexenio más violento de la historia.
Hace unos días terminó la candidata electa a la presidencia de la república de presentar a los titulares de las diecinueve secretarías que conforman su próximo gabinete, incluida la nueva Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación que vendrá a sustituir al ya fusilado Conacyt.
Falta aún el nombramiento de las dos secretarías de las Fuerzas Armadas (Secretaría de la Defensa Nacional y Secretaría de Marina). Nueve secretarías serán ocupadas por funcionarios heredados del Gobierno actual: Gobernación, Hacienda, Relaciones Exteriores, Economía, Función Pública, Medio Ambiente, Bienestar, Trabajo y Desarrollo Agrario Territorial Urbano.
Seis excolaboradores de Sheinbaum durante su gobierno en la Ciudad de México llegarán a las secretarías de: Infraestructura, Comunicaciones y Transportes, Cultura, Seguridad y Protección Ciudadana, Energía, Consejería Jurídica de la Presidencia y la nueva Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación.
Sólo cuatro serán encabezadas por personajes que no habían pertenecido antes a ningún equipo de gobierno: Educación Pública, Turismo, Salud y Agricultura.
Revisando los nombres pasa que la mayoría son cartuchos ya probados: de los heredados nos encontramos a los tres que repiten: Ariadna Montiel en Bienestar, aun sin explicar el escándalo de entregar 600 mil pensiones a personas ya fallecidas; Rogelio Ramírez de la O en Hacienda y Martha Bolaños en Trabajo.
De los enroques: Rosa Icela Rodríguez pasa de Seguridad y Protección Ciudadana a Gobernación, sí, la que estuvo a la cabeza durante el sexenio más violento de la historia con más de 170 mil muertos y más de 50 mil desaparecidos; Alicia Bárcena de Relaciones Exteriores a Función Pública y Edna Elena Vega pasa de subsecretaria a Secretaria de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano.
De los excolaboradores de Sheinbaum en la CDMX encontramos a: Jesús Esteva, que pasa de Obras a Infraestructura, Comunicaciones y Transportes; Claudia Curiel, de Cultura de la ciudad a Cultura Federal; Luz Elena González, de Finanzas locales a Energía; y Ernestina Godoy a la Consejería Jurídica de la Presidencia. Además, Rosaura Ruiz encabezará la nueva Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación. Del resto: Josefina Rodríguez Zamora, actual secretaria de Turismo en Tlaxcala (estado gobernado por Morena), pasa a Turismo Federal; el Dr. David Kershenobich a Salud; Julio Berdegué a Agricultura. Y cerramos con la cereza del pastel: Mario Delgado a Educación, otra Delfina, otra Leticia.
La conformación del próximo gabinete de Sheinbaum nos indica que habrá continuidad con las políticas emprendidas en 2018 por AMLO. No se ve que haya intención de modificar de fondo las políticas clientelares disfrazadas de apoyos sociales, sino de reforzarlas y masificarlas hasta donde dé el último peso, mientras el sistema de salud, carretero y educativo se siguen desmoronando y millones de mexicanos no tienen la seguridad de una vida digna para ellos y sus hijos.
Porque debe quedar claro, dar dinero ayuda momentáneamente a saciar el hambre pero no saca de la miseria encumbrada a nadie. ¿Qué hará el pueblo mexicano sin hospitales, sin medicamentos, sin trabajo y sin educación de calidad? El futuro no es alentador. Ojalá esté equivocado.
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