Veinticinco días han pasado desde que el huracán Ágatha tocara tierras oaxaqueñas, en concreto la zona de la costa del estado. Ante ello, diversos medios de comunicación; la prensa escrita, los portales digitales, las estaciones de radio, los noticieros, confirmaron que fueron 12 muertes, 33 desaparecidos y un sinfín de daños generados por el terrible huracán.
Pues bien, por su parte el gobierno estatal dijo que habría 230 millones de pesos para la ayuda a los afectados y han enviado “según” un número de 1900 militares, cerca de 1500 elementos de la marina y alrededor de 500 policías estatales, para socorrer a los damnificados en trabajos de limpieza de los caminos, y la reconstrucción de los mismos; asimismo la Comisión Federal de Electricidad (CFE) hizo el recuento de que más de 40 mil ciudadanos de los municipios afectados no contaban con el servicio de energía eléctrica, y que más de 30 unidades móviles se destinaron para la atención del restablecimiento de la luz en dichas comunidades.
Además, se han enviado colchonetas, cobijas, despensas, medicinas a los afectados y desde el recinto nacional un mensaje del presidente Andrés Manuel López Obrador: “Mi abrazo a los familiares de quienes han perdido la vida. El deseo de que los desaparecidos los encontremos cuando se pueda llegar a todas las comunidades, vamos a estar en esa búsqueda y vamos a estar pendientes, todo nuestro apoyo para los damnificados”. Así se ha brindado la ayuda a cientos de familias al desamparo por los daños del huracán y así el elocuente mensaje de López Obrador, querido y amable lector.
Es posible que haya alguien que pudiera decir, que es exagerado señalar que la ayuda que se ha brindado al momento es muchísima, pero no, la pobreza en la que vive la gente y la situación tan precaria en la que ha vivido en cientos de años no se eliminará con decir en la prensa que se han estado realizando esfuerzos grandes por paliar los estragos de Ágatha, pues la realidad sigue siendo casi la misma para miles de afectados.
Quienes hemos visto y escuchado de manera directa ante y con la gente, podemos decir que dicho huracán no tiene precedentes, ni siquiera el huracán Paulina, del 7 de octubre de 1997, había generado tantos daños como si lo hizo Ágatha. En este contexto miles de oaxaqueños de bien, no preguntamos, ¿es suficiente la ayuda que se le ha brindado a los miles de familias damnificadas por parte de la autoridades estatales y federales? Y vemos que no. Pues si esto fuera así, no se habrían instalado decenas de centros de acopio de víveres por distintos grupos de ciudadanos, profesores, algunas autoridades municipales, colegios de ingenieros y arquitectos y organizaciones sociales, como es el Movimiento Antorchista en el estado que con solidaridad genuina decidimos todos identificarnos con el sufrimiento de familias al desamparo y que en muchas zonas como es el caso de la microrregión de los Ozolotepec se quedaron absolutamente sin nada.
Es indigno identificarse con un gobierno que se dijo ser al servicio de los pobres del país, y que serían primero los pobres, que en estos momentos tan inhumanos y dejados prácticamente en el olvido, no se preocupen verdaderamente por llevar no solo despensas, colchonetas, cobijas, medicinas a los afectados, pues muchos de ellos incluso han manifestado que requieren de un techo donde vivir, es decir, solicitan a sus autoridades la reconstrucción o construcción total de sus casas, ejemplo de ello, es que el pasado 22 de junio los antorchistas de la Sierra Sur en una visita de entrega de alimentos a la comunidad de San Francisco Ozolotepec, el ciudadano y antorchista Paulino Rojas, vecino de la comunidad de San José Ozolotepec, solicitó al Gobierno estatal y federal la rehabilitación del camino del municipio señalado renglones arriba a su comunidad, pues no es posible que en pleno siglo XX exista tanta insensibilidad gubernamental con los pobres, cuando estos han sido lo que le han dado el poder a los gobernantes y ellos únicamente se burlan de las desgracias del pueblo pobre.
Querido lector, en estos momentos es cuando se requiere de los apoyos que se brindaban por el Fondo para Desastres Naturales (Fonden), que para variar fue eliminado por este Gobierno federal que se dijo ser de la transformación para el pueblo de México y que hoy no se ha dado lo mínimo de ayuda siquiera a los damnificados.
La lección que deben de sacar las autoridades estatales electas, es que llegan e un momento crucial, pues se quedan al margen de la situación o ponen manos a la obra de la reconstrucción de los municipios afectados, pues la lentitud que vemos hoy en la atención, en la ayuda, en la solidaridad de resolver los problemas que dejo de Ágatha, son el resultado de un gobierno que nunca se ha preocupado por situación de los sectores más pobres del estado, y sumado a ello la criminal política de un gobierno federal que le ha apostado a la corrupción y no a la desigualdad y pobreza que viven millones de mexicanos, ojala el sufrimiento, el desamparo y el grito genuino de gente oriunda de los Ozolotepec por ejemplo, sirva para que las autoridades hagan gala de su linaje de verdaderos gobernantes al servicio del pueblo. Hoy es urgencia, mañana puede ser tarde.
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