Es evidentemente la incapacidad que ha tenido el gobierno en turno, de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), para establecer una reforma educativa que realmente permeara los salones de clases.
En varias ocasiones nos hemos percatado que el gobierno de López Obrador solo ha revocado los planteamientos de la Ley General del Servicio Profecional Docente, así como la supuesta transformación en materia educativa con la creación de las 100 univercidades públicas las becas Benito Juárez para evitar la deserción escolar a nivel medio superior. Denominada como reforma lópez-obradorista, la 4T apunta a sustituir al anterior modelo educativo.
La realidad nos lleva a preguntarnos ¿en qué medida cumplen los criterios necesarios para promover dicho cambio en el aula?
A la supuesta propuesta pedagógica curricular del actual gobierno se le nombró Nueva Escuela Mexicana (NEM) y fue presentada como un modelo que ofrecerá “una educación humanista, integral y para la vida, que no solo enseñe asignaturas tradicionales, sino que considere el aprendizaje de una cultura de paz, activación física, deporte escolar, arte, música y, fundamentalmente, civismo e inclusión”.
Se sugería que la estrategia sería aumentar las escuelas de tiempo completo; instrumentar un mecanismo para entregar de manera directa los recursos de la SEP a las escuelas; dotarlas con servicios de cocina, comedor y alimentación en las zonas más pobres; y asegurar que tengan infraestructura digna, con energía eléctrica, agua potable, baños limpios, y conexión a internet y que tendrían una visión regionalizada, que tomara en cuenta las realidades económicas, geográficas, sociales y culturales de las diferentes zonas del país.
Tal vez se tendrán contenidos, pero hasta el momento no se conocen detalles puntuales y de fondo acerca del planteamiento curricular y pedagógico que sustenta la reforma y con el que se acompañará a los maestros para promover el cambio en el aula.
En mi opinión, los planteamientos hasta el momento parecen más una lista de buenos deseos que una política educativa clara y con estrategias puntuales para su ejecución. Seguimos en espera de que se comparta información con los supervisores escolares y se coordinen para la impartición de cursos a docentes de primaria y secundaria para apoyar que el cambio llegue a las aulas.
¿Qué está fallando si los maestros han sido formados como profesionales de la educación? Si queremos que comprendan qué tipo de modelo de enseñanza habrá de utilizarse, éste deberá ser explícito y específico, de lo contrario, los maestros continuarán trabajando de la forma en la que hacen, pues no habrá claridad en cómo es que habrá de enseñarse el contenido de los nuevos libros de texto. En resumen, todo el andamiaje del sistema educativo debe de conocer los cambios a instrumentar para dicha reforma
También se necesita claridad en la propuesta educativa. Hemos observado que a los gobiernos les gusta poner adornos a sus propuestas educativas. Este gobierno ha incluido, por ejemplo, el termino literacidad que es en realidad un anglicismo para hablar de la enseñanza de la lectura y la escritura desde un enfoque sociocultural. Lograr literacidad requiere que la comunidad escolar establezca estrategias para mejorar las competencias lectoras y de escritura de los estudiantes. Se necesita más certeza en la propuesta educativa.
Al igual que en propuestas de gobiernos anteriores, la enseñanza de lenguas extranjeras, del deporte y el arte (no sólo la música) más valdría la pena apostarle a la capacitación de esos docentes que a la fecha son insuficientes mientras se trabaja en un modelo curricular que les dé el peso necesario tanto en la carga horaria como en la evaluación de los estudiantes.
Concluyo. No es nuevo que los gobiernos traten de comenzar de cero en materia educativa. Muchas han sido las reformas que han sido abanderadas por cada gobierno en turno.
La reforma educativa de la 4T se ve como un intento ideológico de establecer un nuevo punto de partida en educación. Más allá de la concepción ingenua de que la implementación de política pública se realiza como resultado de un gran proceso de planeación, de racionalidad y eficiencia, hay que aceptar que el quehacer de cambio involucra intervenir. El sistema educativo está vivo: se mueve, reacciona, y se defiende.
Por ello, si se habla de transformar, requerimos que de manera efectiva se construya un sistema educativo que funcione de manera diferente a la de cascada. Ojalá se logre involucrar de manera práctica a la comunidad escolar para que la reforma pueda ser un modelo apropiado por todos los actores.
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