MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Pobreza alimentaria de México no termina eliminando comida chatarra en escuelas

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Tras la eliminación de comida chatarra en las escuelas públicas de México, surgen una serie de interrogantes, donde si bien el pretexto se puede tomar como una medida efectiva para la salud de las niñas y niños de esta patria, está muy distante de erradicar la pobreza alimentaria existente.

Porque de entrada no se puede exigir a los padres de familia -que muy apenas ganan recursos para subsistir- que le ofrezcan a sus hijos alimentos de calidad como los que hoy se están anunciando con bombo y platillo en los centros educativos mexicanos bajo el mandato presidencial, donde éstos no son gratuitos, se venden y aquellos alumnos que no carguen un peso en la bolsa definitivamente se quedarán sin probarlos.

Estamos hablando de una gastronomía de lujo, supuestamente saludable y completa la que se le estará inyectando a los alumnos, pero ahí es donde radica el problema, porque a los niños pobres que acuden a la escuela sin nada en su estómago, ¿quién demonios le va invitar el sándwich o las frutas y demás que hoy se han establecido como alimentos sanos para ellos?.

Por supuesto que la medida es efectiva en aquellos lugares donde se cuenta con amplios recursos económicos, pero donde no los hay que se puede hacer, basta referirse al sector campesino donde niñas y niños salen a las escuelas después de haber tomado un simple té de hojas con un taco de frijoles o a veces ni eso.

Hace tiempo, se veía a los pequeños en los ejidos mareados y todos colorados una vez que su almuerzo consistía en un taco con salsa picosa y un jarro de pulque, una vez que las necias gallinas con las que contaban no ponían sus huevos temprano.

Al paso del tiempo, se implementaron los desayunos escolares gratuitos, lo cual fue formidable mientras no se presentaran actos de corrupción por parte de quienes elaboraban esos alimentos y posteriormente cobraban grandes cantidades económicas por sus servicios.

Hoy el gobierno mexicano con Claudia Sheinbaum a la cabeza, vuelve a esa circunstancia, ordenando la eliminación de comida chatarra en los centros educativos públicos pero sin poner atención a quienes navegan en la pobreza, es decir, para quienes deberían activarse nuevamente los desayunos gratuitos.

Porque está perfecto tal vez dicho ordenamiento gubernamental, pero  es evidente que se trata de una máscara grotesca que pretende eliminar la pobreza alimentaria nacional con suculentos manjares saludables.

Frente a ello viene otro problema, porque los pequeños que cuenten con recursos para adquirir esos alimentos autorizados, dejarán a los que no, con el simple deseo de consumirlos.

Estamos en México, eso no se nos debe olvidar, país en el que millones de niñas y niños se van a conciliar el sueño sin haber probado alimento alguno, donde la dieta diaria es tortilla con chile y algo de frijolito, nopales, quelites, hongos y demás.

Si bien la Secretaría de Educación Pública (SEP) ha impulsado el retiro y la regulación de la comida chatarra en las escuelas, se ha olvidado de que dicha medida resulta insuficiente frente a la grave crisis de salud infantil que enfrenta el país.

“Los altos niveles de enfermedades relacionadas con la mala alimentación en menores muestran que las soluciones regulatorias no han logrado cambios efectivos ante esta grave situación”, destacó Educación con Rumbo en un comunicado.

De acuerdo a Patricia Ganem, Coordinadora del Observatorio de Investigación de Educación con Rumbo, indicó que “queremos enfatizar que cargar toda la responsabilidad a las escuelas sin involucrar a la familia en el cuidado de la alimentación es una medida desproporcionada y superficial”.

La pregunta clave, según Ganem, es si los gobiernos federal, estatal y municipal están creando las condiciones necesarias para aplicar y cumplir con la normatividad establecida. México sigue ocupando los primeros lugares en obesidad infantil y diabetes juvenil en el mundo, una realidad alarmante que ha trasladado un padecimiento, típicamente visto en adultos mayores de 40 años, a niños de entre 8 y 10 años.

Los datos son contundentes: un sondeo de la campaña "Escuelas Saludables" reveló que el 98 por ciento de las escuelas evaluadas aún venden comida chatarra, el 76 por ciento ofrece refrescos con azúcar, el 93 por ciento ofrece bebidas azucaradas, y el 75 por ciento tiene acceso a comida no saludable fuera de sus instalaciones.

El problema va más allá de las aulas y requiere un cambio de hábitos que comience en el hogar y se respalde con políticas públicas efectivas que restablezcan los programas de apoyo alimentario en las escuelas, concluyó Ganem.

Como se recordará los cierres de escuelas por la pandemia privaron a cientos de millones de niños del acceso a oportunidades de aprendizaje. Los países pobres cerraron las aulas por más tiempo que los ricos; en buena parte de África, el sur de Asia y América Latina, se perdieron entre uno y dos años de clases. Y en todos por igual, ricos o pobres, el acceso a la enseñanza a distancia favoreció sobre todo a los niños de familias más pudientes.

Fue así como millones de niños retornaron a la escuela llevando consigo una triple carga: aprendizaje perdido, aumento de la pobreza y desnutrición.

Si bien la alimentación escolar bien diseñada y financiada puede proteger a los niños contra el hambre y liberar los beneficios de la educación, hace falta la implementación de alimentos gratuitos que se han dejado en el olvido y que podrían consolidar el combate a la pobreza alimentaria de nuestros pequeños en situación de emergencia.

No hacerlo así, sería tanto como bordar en la recomendación sencilla, en una farsa rotunda que de nueva cuenta serviría para algunos y dejaría en el desamparo a otros, olvidando la enseñanza educativa de calidad para todos por igual, unos con alimentos especiales y otros sin alimento alguno.

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