Según el periódico Tribuna (3/2/21), "cientos de miles de sonorenses siguen atrapados en la carencia, el nulo desarrollo humano y con un futuro que sólo presenta incógnitas&rdquo, pues un millón 388 mil sonorenses se encuentran en situación de pobreza y 256 mil en pobreza extrema; líneas más adelante menciona que, entre 2008 y 2018 la cantidad de personas en esta situación pasó de 31.4 al 36.9%.
Un primer aspecto a destacar es que, en la década que se toma como referencia, la pobreza en vez de disminuir muestra un aumento de más de cuatro puntos porcentuales en el estado de Sonora. En segundo lugar, en contra de la idea generalizada de que en los estados del norte hay mejores condiciones de vida para la población en general, la realidad se muestra distinta, con casi un 37 % de personas en pobreza.
Que una persona viva en una situación de pobreza no significa solamente no tener dinero suficiente en el bolsillo, sino implica una degradación en los diferentes ámbitos de la vida de los individuos. Una de las principales consecuencias es que vivir en la pobreza significa ser excluido. No sólo de los círculos sociales de los que tienen mayores recursos, sino de la posibilidad de integrarse al desarrollo que la sociedad en su conjunto va adquiriendo.
Al no tener cubiertas las necesidades básicas como la alimentación, los individuos se ven condenados a no desarrollar sus capacidades motrices, pues muchos niños no logran desarrollarse debido a la falta de nutrientes. Eso los coloca en una situación de desventaja respecto al resto de la sociedad. Vistas así las cosas, se genera una desigualdad estructural, donde los que son pobres permanecen pobres, y su descendencia está prácticamente destinada a seguir el mismo camino. La idea de que todo se resuelve "echándole ganas” o "siendo emprendedores&rdquo, forma parte de un discurso de dominación política en el que se pretende hacernos creer que los que viven en una situación de precariedad la deben aceptar como tal, así como que la responsabilidad de vivir en esa situación es exclusivamente del individuo.
Normalmente las personas que viven en una situación de pobreza o pobreza extrema se concentran en las periferias de las ciudades o en las zonas rurales, a las que difícilmente logra llegar plenamente una infraestructura mínima de servicios. Estas zonas se convierten en una especie de gueto en el que sus habitantes, por más que puedan moverse de un lado a otro, puedan trasladarse a las zonas céntricas para laborar, están condenados a regresar al mismo lugar, donde poco a poco ven deteriorada su existencia y la de quienes los rodean. Esto en los hechos, no se diferencia mucho de los grandes campos de concentración de la Alemania nazi. En México, ser pobre es estar condenado al exterminio.
Salir de este campo de exterminio en el que se encuentran más de un millón de sonorenses, depende de la capacidad de autodeterminación que sean capaces de obtener, mediante la creación y fortalecimiento de los lazos comunitarios de cada grupo social. La pobreza y desigualdad estructurales sólo pueden cambiarse mediante una estructura con igual capacidad de imposición. Implica destruir mitos y estructuras de dominación, implica, en suma, que sean los pobres mismos los que tomen la dirección de los asuntos políticos y económicos de su vida.
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