MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Por qué el arte es importante para Antorcha 

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No creo que sea una exageración decir que, desde el primer minuto de su existencia, la humanidad sintió la acuciante necesidad de practicar el arte, de reflejar la realidad que la rodeaba y de proyectarla en una creación, que pasaba, necesariamente, por el sentir de los propios hombres.

De esta manera, el arte nunca fue una simple fotografía, un reflejo directo, absolutamente objetivo de la realidad circundante, sino que siempre participó esta creación del sentir de los seres humanos; es entonces que, con las bellas artes, el hombre proyectó no solamente el mundo exterior, sino también, de manera simultánea y complementaria, su universo más íntimo.

La tristeza, la alegría, la esperanza, los anhelos, las frustraciones, todo ello queda también reflejado en las piezas de piedra, en las pinturas rupestres, en los lienzos al óleo, en las esculturas marmóreas, en los cantos, en los bailes, en la escritura, cuando pudo ya desarrollar la expresión el ser humano.

El arte nace de manera espontánea entre la humanidad en general, en creadores anónimos que todavía no asombran al contemplar las cuevas de Altamira o las pinturas rupestres en la península de Baja California; el arte se nos aparece deslumbrante con los colores, las coreografías, la expresión corporal de los bailes más antiguos que se han podido rescatar. 

La expresión artística nos llega en canciones y poemas de cuyos autores nos son desconocidos, pero que no dejan de impresionar la sensibilidad de los hombres del siglo XXI. El arte, sin duda, es del pueblo y nace del pueblo como una expresión del sentir popular.

Con la división de la humanidad en clases, las expresiones más refinadas, las más elaboradas, las que desarrollaron aquellos que pudieron perfeccionar su talento para alguna de las bellas artes, gracias a que otros seres humanos trabajaban para garantizarles sustento, habitación y la satisfacción completa de sus necesidades, aparece ya a dos niveles, aún entre los esclavos había expresiones artísticas, muchas de ellas ya olvidadas, sin embargo, nos llegaron las obras literarias de genios como Sófocles, Homero o Hesíodo, de grandes y profundos pensadores como Heráclito, Demócrito o Platón. De igual manera, no dejan de impactar nuestra sensibilidad los cantos de los pueblos prehispánicos de Mesoamérica, las imponentes obras arquitectónicas que nos legaron en el Tajín, en Teotihuacán, en Tenochtitlán o en la Península Maya, lo mismo que esculturas como la Tláloc o la Tlaltecuhtli.

El arte se desarrolló, entonces, entre individuos que tenían la disposición para interpretar el momento social en el que vivieron, para adivinar lo que se acercaba y para transmitirlo a través de las expresiones más elevadas. Pero nunca dejó de cultivarse entre los campesinos o los artesanos, en las capas más pobres, en sus diversas manifestaciones, sobresaliendo sin duda las expresiones musicales y literarias de naturaleza netamente popular. De aquí que se acuñara el término folclor, para referirse a las tradiciones compartidas, a las prácticas culturales de los grupos, humanos, fundamentalmente de los trabajadores que, a través de cuentos, leyendas, proverbios, música tradicional, cultura material y otras expresiones, manifestaban la necesidad de expresar su sentir. 

En el Movimiento Antorchista nos hemos propuesto que el pueblo mexicano desarrolle, conserve y desarrolle sus tradiciones culturales, nos hemos propuesto coadyuvar en la conservación, difusión y apoyo de la creación en la línea de la tradición cultural de nuestro pueblo, es decir, a la práctica del folclor, también a esforzarnos por acercar a nuestro pueblo las obras artísticas que le permitan elevar su sensibilidad, desarrollar su consciencia y su capacidad de interpretar y entender la realidad que nos circunda para disponerse a la lucha para transformarla.

El Movimiento Antorchista pretende desarrollar una actividad cultural cada vez más amplia, cada vez más exitosas entre las capas populares, llevando desde la práctica de la lectura de los clásicos a los obreros, a los estudiantes, a las clases medias, a los campesinos –incluso en las regiones más inaccesibles-, lo mismo que programas de naturaleza cultural popular, en los que se interpreten alguna de las mejores piezas de nuestro folclor, en canto y en coreografía. De igual manera, a lo largo de ya casi 50 años, hemos impulsado a aquellos que manifiestan una particular vocación por el teatro, por el canto, por la música, por el baile, por la poesía, por la oratoria o las artes plásticas, que desarrollen su talento, brindándoles foros para que se expresen promoviendo encuentros y concursos, para que intercambien experiencias que faciliten su desarrollo y buscando los apoyos materiales, en equipos, instalaciones o económicos, para facilitar la práctica de sus artes. 

Sin duda que las Espartaqueadas Culturales son una muestra de este esfuerzo cultural antorchista que nos enorgullece porque ha logrado reunir a miles de participantes en cada una de sus ediciones. Pero también se han desarrollado, cada vez con mayor éxito, eventos como el Concurso de Canto Popular que organiza Antorcha, en Pachuca, Hidalgo. Lo mismo que el Encuentro Nacional de Teatro que tradicionalmente se celebra en San Luis Potosí; hoy queremos referirnos a una de las más recientes expresiones de este esfuerzo antorchista por llevar la cultura al pueblo, por desarrollar particularmente la expresión folclórica, como lo es el VI Concurso de Folclor Internacional, que se desarrollará en la ciudad de Oaxaca, el próximo 23 de octubre en el teatro “Macedonio Alcalá”. 

Promover el conocimiento de las expresiones coreográficas en los diferentes pueblos del mundo, es ampliarles a los mexicanos su horizonte cultural; es no solamente darnos la oportunidad de asomarnos a través de esta ventana que se abrirá en Oaxaca, el próximo 23 de este mes, para vislumbrar algunas de las expresiones dancísticas de los pueblos de América y del resto del mundo. 

Al mismo tiempo, es una forma de recordarnos que todos estamos unidos en un mismo sentir, que las expresiones del pueblo son muy similares en todo el mundo, porque nacen del sentir de los trabajadores explotados, que no logran disfrutas del producto de su trabajo y que tienen que sobrevivir en condiciones muy difíciles, paupérrimas en muchas ocasiones. Por eso, la nostalgia que podemos encontrar en una canción rusa o los lamentos en un canto africano, o en la alegría del trabajo que se proyecta en un baile boliviano, encuentran similitudes en expresiones de nuestra música y nuestros bailes, el Concurso de Folclor Internacional, es una manera de expresar que los trabajadores del mundo comparten la misma suerte, el mismo sentir, aunque se exprese con una variedad y con una riqueza pletórica, por ejemplo, en este concurso de bailes folclóricos; es una manera, con los bailes, con los movimientos corporales, con los colores y con la música que inundarán el teatro “Macedonio Alcalá”, gritar, trabajadores del mundo entero: unidos, trabajadores del mundo entero, bailad juntos,  trabajadores del mundo entero, luchad juntos: unidos para luchar por un mundo mejor. 

Grito hoy más necesario que nunca, cuando nos avasalla la falsa cultura que nos llega a través de los medios de comunicación, que nos imponen modas cada vez de menor calidad artística, impidiendo que lleguen a los medios de comunicación masivos los productos culturales de auténtico arraigo popular, nos encontramos ante esa disyuntiva que de alguna forma planteó Antonio Gramsci cuando decía que si por pensar y juzgar todos somos filósofos, y si es por cantar, bailar o sentir, todos somos artistas, parafraseando a este revolucionario italiano. Él advertía que, a la hora de juzgar, la mayoría de las veces lo hacemos con creencias e ideologías que nos imponen, que hablamos de prestado, y así también nos ocurre cuando cantamos la canción que nos matilla en el cerebro, porque la hemos escuchado en todos lados y se nos ha impuesto, cantamos de prestado, promover la cultura auténtica, promover las mejores creaciones de la humanidad, es ayudar a que pensemos, busquemos con autonomía y con capacidad crítica, a que cantemos y bailemos decidiendo nosotros con mayor conocimiento de causa qué queremos cantar y qué remos bailar para participar activamente en la historia del mundo y así no se nos impondrán ni en el terreno del pensamiento, ni en el de la práctica cultural las opiniones y las ideas de aquellos que se aprovechan de la ignorancia del pueblo: no nos someteremos con docilidad. 

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