Este 2022 se cumplen 15 años de la muerte de Víctor Manuel Torres Jiménez, quien se denominara a sí mismo como Víctor Puebla o El Divo de Puebla.
En esta ocasión, los espectadores disfrutaron, después de 27 años, a los actores de la primera generación, que el maestro Víctor formara dentro de las filas del Movimiento Antorchista, con el montaje de “La fonda de las siete cabrillas”.
También se divirtieron al ver “El Quijote”, una adaptación de Salvador Novo, presentado por la compañía Humberto Vidal, del Estado de México, “Chava ese chavo o lo que salvó Salvador”, de Víctor Puebla, representada por la compañía Molière de la alcaldía Tláhuac, en la CDMX, y “El avaro”, de Molière, que presentó la Compañía Nacional de Teatro del Movimiento Antorchista. Todas estas compañías están constituidas por jóvenes estudiantes, obreros, amas de casa y colonos que se han formado gracias al seguimiento del trabajo teatral que los alumnos del “Divo de Puebla” realizan constantemente, siguiendo sus enseñanzas.
Quizá para cualquier persona que conoce de cerca al Movimiento Antorchista, sobre todo del frente cultural y varios actores y directores del ámbito teatral de la capital poblana, sabe quién es ese personaje que desde hace seis años es homenajeado con un festival que lleva su nombre.
Sin embargo, sabemos que para la población es desconocido el nombre y mérito del hombre citado, por eso año con año, la Comisión de Teatro del Movimiento Antorchista, se esfuerza por dar a conocer y dar continuidad al legado de quien fuera precursor del arte teatral dentro del movimiento antorchista.
Pero ¿cuál es el mérito y legado de Víctor Puebla? En un país en vías de desarrollo como el nuestro, la educación, el arte y la cultura no es una prioridad. La educación en México, como es por todos sabido, cada vez es mejor para generar analfabetas funcionales, autómatas que sirvan para generar la riqueza de los grandes empresarios de siempre, naturalmente con apoyo del estado, no es fortuito que la secretaría de educación y de cultura cuenten con presupuestos magros, esto se ve reflejado en los recursos económicos que se designan cada año en el PEF. En el presente año, el gasto educativo será el más bajo de los últimos 12 años, pues según cifras del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP) se destinarán 883 mil 920 millones de pesos, el 3.1 por ciento del PIB, el presupuesto más bajo desde 2010. La Secretaría Cultura este año cuenta con alrededor de 15 mil 28 millones de pesos, como proporción del presupuesto total del gobierno federal, lo que representaría un 0.21 por ciento.
Así como ahora, era antes, quizá en menor grado o menos evidente. Pero la desigualdad, pobreza e ignorancia es algo que ha perseguido al pueblo mexicano ya desde hace décadas.
Estando así las circunstancias, es razonable que la gente se preocupe por satisfacer las necesidades básicas y que difícilmente se ocupe de satisfacer sus necesidades intelectuales, o de recreación.
En las escuelas se suele ver a las artes como materias de relleno, es cierto que los acuerdos, planes y programas, teóricamente plantean una realidad no aplicable, por falta de conocimiento, infraestructura y personal especializado en las distintas ramas artísticas; con tales recursos, no había que esperar menos. Por lo tanto se cree que las artes sólo son diversión, mero entrenamiento y no se pondera como debería, reconociendo en las artes, herramientas que permiten desarrollar distintas habilidades como la creatividad, concentración, imaginación, motricidad fina y gruesa, habilidades cognitivas en el lenguaje, oral, escrito y corporal, así como la formación de hábitos como la disciplina, la solidaridad, el esfuerzo, que si se desarrollan desde una edad temprana permiten que las personas en edad adulta puedan resolver problemas de manera más eficiente, siendo seres humanos, empáticos y estables física y mentalmente.
El Movimiento Antorchista sabe y reconoce estas cualidades del arte, por lo tanto las práctica e impulsa, casi desde su nacimiento. Por eso crea los grupos culturales, que son la simiente de bailarines, actores, músicos, declamadores, artistas plásticos, oradores que llevan esas disciplinas allá a donde el estado no se ocupa de llevar arte, pero necesita maestros dispuestos a trabajar bajo condiciones poco “ambiciosas” para cualquier artista común.
En ese devenir, el maestro Víctor se encuentra con el Movimiento Antorchista y decide sumarse a sus filas, llevando obras de teatro a cualquier comunidad que lo requiriera, fuera en las colonias cercanas a la capital poblana, en la sierra negra o nororiental, en la mixteca o en otros estados. Pero no solo eso, también dando clases de teatro a personas de todas las edades, niños, jóvenes y adultos.
El maestro Víctor creaba obras teatrales con el máximo de creatividad y el mínimo recurso, compartiendo todo cuanto sabía y tenía con una gran sencillez. Quienes trabajaron muy de cerca con él lo recuerdan como una persona muy humana, de disciplina y carácter fuerte pero afable.
En una sociedad en donde se pondera el arte por el arte y el culto a la vanidad es plausible que una persona con grandes dotes histriónicas, grandes capacidades en la creación escénica decida trabajar en pro de gente que no le puede remunerar su trabajo, más que con su afecto incondicional y su sincero agradecimiento y a pesar de eso dejar su vida al servicio ellos. Ese es el mérito del maestro Víctor Puebla y por eso lo recordamos.
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