Hace algún tiempo conocí el trabajo del Movimiento Antorchista Nacional cuando ya tenía varios años de existencia como organismo político. Me llamó la atención su forma de organizar, politizar y sobre todo de educar a la gente y enseñarla a luchar por sus necesidades; conocí además su filosofía de trabajo, la convicción de que los humildes sólo tienen una opción para salir de la marginación que los oprime: organizarse, unir esfuerzos como un solo cuerpo para lograr el bien común y, con esfuerzo y sacrificio, alcanzar una mejor calidad de vida para todos. Esto es, así lo aprendí, condición sine qua non para alcanzar el objetivo mayor: instaurar una nueva etapa económico-social que sea capaz de distribuir de mejor manera la riqueza que generamos entre todos, una sociedad donde todo individuo tenga la posibilidad de resolver sus necesidades elementales como el alimento, la salud, el vestido, la educación, la recreación, etc.
Solo un cambio de esta magnitud conseguiría abatir en serio la pobreza, que tan cruelmente daña a la mayoría de los mexicanos.
Fue tal la impresión que me llevé, que cuando me di cuenta ya habían conquistado mi voluntad. No tuve dudas. Decidí organizarme y ser uno de esos individuos que, acuerpado con sus hermanos de clase, reescribieran la historia de los necesitados en este país.
Hoy se difunde entre la población que llegó a la silla presidencial -por fin- un gobierno de izquierda, capaz de resolver las necesidades y curar los males que tanto aquejan a los mexicanos; se difunde por los medios controlados desde la presidencia, que el discurso "primero los pobres" con que se adornó como candidato, se haría realidad ahora que su partido ya es poder en los distintos niveles de gobierno.
La poca preparación y educación del pueblo en materia política, las grandes decepciones de las que ha sido víctima, llevaron a una suma importante de la población a creer la campaña de un personaje que, cual vendedor de placebos cúralo todo en los tianguis, prometió acabar con la corrupción como por arte de magia, erradicar todos los males que padecemos los mexicanos, y llevar al país al idílico y deseado bienestar social. ¿Quién no recuerda la columna vertebral de su discurso: que bajaría el precio de la gasolina, que castigaría a los corruptos, que instrumentaría una política de austeridad?
De ese discurso ha pasado ya un año de gobierno, y lo que tanto se anheló se ha quedado en discurso vano. Cada día se ve más difícil el panorama para lograr lo prometido que con tantas ilusiones esperaba la población; basta con leer la prensa, y escuchar los datos escalofriantes que el presidente tiene que desmentir con "otros que él tiene" para convencernos de que eso no es una percepción subjetiva.
Las amas de casa se quedaron sin PROSPERA; ya no tienen donde dejar a sus hijos para poder ir a trabajar porque fueron cerradas cientos de guarderías en el país, hay miles de despedidos de las dependencias gubernamentales, entre ellos, ciudadanos que votaron por Morena porque esperaban un cambio real, y otros tantos millones que ya no verán realizadas obras en sus pueblos, porque el gobierno desapareció el ramo 23, que permitía a los municipios atender obra social de carácter básico y urgente, recurso con el que ya no contarán para resolverlas, y así pudiéramos seguir, enumerando más acciones que lejos de ayudar a los pobres, atentan directamente contra su integridad, pero no terminaría; hoy queda claro que la 4T fue una engañifa más para traicionar al pueblo de México.
Con estos panoramas en el escenario nacional, por un lado los resultados que ha obtenido el Movimiento Antorchista y, por el otro, lo que ha hecho el actual gobierno de la República, y haciendo un juicio objetivo de ambos resultados, queda claro que la mejor opción para el pueblo es el Movimiento Antorchista Nacional. ¿Por qué? Porque sin ser gobierno, sin tener todo el poder del que puede disponer el actual, contra corriente y muchas veces a pesar del gobierno mismo, ha logrado millones de pesos en inversión, solución a demandas básicas de la población que pueden contarse en cientos de miles para beneficio de organizados y no organizados y, sobre todo, la confianza de que con la lucha organizada, el pueblo puede lograr cosas tan grandiosas, que ni él mismo se imaginaba que fuera capaz de hacer.
Durante 45 años, la labor incansable de Antorcha ha ido sembrando la convicción de que construir un país más justo, es posible, en todo el territorio nacional, desde el norte hasta el sur y de este a oeste, y aunque el gobierno federal continúe con sus ataques infundados, no podrá terminar con esta gran organización que se nutre del pueblo mismo.
La 4T comete un grave error, porque no ha identificado bien el origen del problema; no es la corrupción el mal principal de la nación, es la injusta distribución de la riqueza, la que tiene sumidos en pobreza a 80 millones de mexicanos. Y ese combate solo lo está librando el Movimiento Antorchista Nacional.
Es por eso que este 2019 festejamos 45 años de lucha, porque a pesar de tantos ataques infundados, calumnias y persecución, Antorcha creció y se fortalece día con día; porque el trabajo ha sido difícil, pero el pueblo se está dando cuenta de que Antorcha es la verdadera alternativa para los males de nuestro país no solo en el dicho, sino en los hechos. Basta conocer las transformaciones que ha logrado en los municipios que gobierna, empezando por su propia casa: Tecomatlán, Puebla. Por esto y más, es que este 10 de noviembre próximo, en punto de las 7 de la mañana, 150 mil antorchistas festejaremos en Puebla 45 años de existencia, 45 años de lucha, 45 años de resultados en favor de los más humildes de nuestra patria, y eso, para quienes entregamos nuestros modestos esfuerzos y nuestra humilde existencia para este gran proyecto, vale una gran celebración.
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