Han pasado varias semanas en que los poblanos capitalinos acuden a las puertas del palacio municipal en busca de respuesta y apoyo de sus autoridades gubernamentales, sin embargo, lo único que han encontrado en desdén, soberbia y prepotencia por parte de la administración que encabeza la alcaldesa de extracción morenista, Claudia Rivera Vivanco.Ni de lejos se ve que pueda haber una respuesta a los problemas que aquejan y mantienen laceradas a miles y miles de familias de escasos recursos que, aun contra todo pronóstico, buscan sobrevivir a la crisis sanitaria y económica que ha caído como plaga a nivel nacional.Ni pensemos en hablar de una vida digna, y no porque no la merezcan, sino porque los gobiernos de todos los niveles, en manos de Morena, han coincidido en la misma política de oídos sordos al pueblo que juraron defender.
De acuerdo con datos del Coneval, el municipio de Puebla es el segundo municipio del país con más personas en pobreza, puesto que 699 mil 16 personas padecen una o más carencias, es decir, de cada 10 poblanos 6 se encuentran en situación de pobreza por padecer una o más carencias: 58.9 por ciento de la población vive en pobreza.La cifra de poblanos en pobreza se mantuvo en los últimos 10 años por arriba de los tres millones 600 mil personas.Entendamos que una persona se encuentra en situación de pobreza cuando tiene al menos una carencia social en alguno de los seis indicadores de rezago educativo, acceso a servicios de salud, acceso a la seguridad social, calidad y espacios de la vivienda, servicios básicos en la vivienda y acceso a la alimentación; y, al mismo tiempo, su ingreso es insuficiente para adquirir los bienes y servicios que requiere para satisfacer sus necesidades alimentarias y no alimentarias, mientras que cuando se carecen de tres o más carencias podemos referirnos a pobreza extrema.
Sin embargo, este panorama ha empeorado indiscutiblemente a causa de la crisis sanitaria que vino a enconar los problemas estructurales en la política y economía mexicana que trasladaron a primer plano los grandes males que durante años han estado atados como grilletes a las familias pobres.De acuerdo con el coordinador de la Licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Iberoamericana, Miguel Calderón Chelius, en Puebla la pobreza extrema pasará de 8 a 12 puntos porcentuales, hasta el 80 por ciento, aproximadamente, de la población económicamente activa pasará a la informalidad.
Pero el problema de fondo no es sólo el incremento en los números que manejan especialistas e instituciones dedicadas al estudio de la pobreza, sino a que las autoridades, pese a esos conocimientos y tener a disposición todos los medios para frenar ese incremento, se limitan a los discursos sin poner un solo pie en el terreno de los hechos, dejando morir, por la vía del hecho, a sus gobernados, a quienes con su voto de confianza los llevaron a ocupar el cargo en el ahora están, aunque algunos funcionarios como Rivera Vivanco no alcanzan a entender.
Aún más.El engrosamiento de las filas de la informalidad no será válvula suficiente para sobrellevar la crisis, pues, aunque las personas salgan a las calles, difícilmente podrán comercializar sus productos, en primera, por la satanización de las cámaras empresariales y de comercios formales, del propio gobierno municipal y mediático y, segundo y más importante, porque la economía está paralizada y no hay dinero que poner a circular mediante el intercambio de mercancías.
Así pues, si las familias poblanas, a estas alturas continúan sin tener un ingreso económico fijo y suficiente para atender necesidades como la alimentación, vestido, salud, vivienda, ¿podrá acceder a otros servicios como agua potable, drenaje sanitario, entre otros?
Está claro que no, y la realidad de los miles de poblanos justifica, ante quienes hacen uso de la razón, la exigencia del pueblo organizado al salir a las calles para luchar por lo que es suyo, por lo que les corresponde por derecho, puesto que la Carta Magna marca como obligación de las autoridades gubernamentales el garantizar una vida digna otorgando las condiciones para ello.
Los poblanos que un día sí, y el otro también salen a luchar por mejorar las condiciones materiales de vida de ellos y de sus hijos, son hombres buenos que empujados por la necesidad a hacer lo que no muchos están dispuestos a hacer.Aunque es bueno y hay que hacerlo, no es suficiente, pues hemos visto que la presidenta municipal y su gobierno morenista no atenderá a los pobres de Puebla, aunque esa haya sido su bandera para llegar a donde está.Estos poblanos que piden tan sólo que el gobierno municipal cumpla con el trabajo para que el que ellos mismos se propusieron, lo único que piden es agua potable, drenaje sanitario, pavimentación de sus calles, energía eléctrica, cosas indispensables que, aun en pleno siglo XXI, decenas de miles de personas carecen.
Los antorchistas no estamos dispuestos a conformarnos con esta realidad, porque sabemos que la miseria a la que el pueblo mexicano está confinado se puede trocar por una vida digna y con decoro, pero para ello es necesaria la participación de todos esos pobres, de todos esos sectores sociales que han sido agredidos por la actual clase gobernante y arrebatarle de las manos el derrotero de la nación de la misma forma que lo obtuvieron: el voto popular, y eso sólo se logrará conformando un gran bloque popular con un mismo objetivo en común, que no debe confundirse nunca con hacerse con el poder por el poder en sí, sino el de hacerse del poder político para construir una patria más justa y equitativa para todos los mexicanos.Y los poblanos capitalinos, son hombres que hacen lo propio.
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