MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

¿Qué debe esperar el pueblo después de las elecciones?

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Han pasado tres semanas desde que se efectuaron las elecciones más concurridas de los últimos años en México. Fueron más de 20 mil cargos, entre ellos la Presidencia de la república, que obtuvo Claudia Sheinbaum Pardo, 500 diputaciones federales y 128 escaños en el Senado; y en el caso de Zacatecas, 58 ayuntamientos y 30 diputaciones locales.

Una vez consumado el proceso electoral, han abundado los análisis desde las distintas perspectivas. Cada uno de los partidos hace sus balances y habla de éxito obtenido en las urnas y, desde luego, matizan las derrotas en la mayoría de los casos, negándolas en absoluto o atribuyéndolas a actos conspirativos.

Aquí no hay distingo: cuando los resultados favorecen, ¡triunfó la democracia!, se dice; cuando son adversos, hay corrupción y conjuras perversas.

Nuestra tarea es la misma que antes de la elección: sigamos convocando al pueblo a unirse; desenmascaremos a los falsos redentores que se ponen de moda durante las campañas.

Sin embargo, no es mi intención analizar los resultados ni ponderar la actuación de los actores. Quizá en otro momento tengamos oportunidad de ello. Me interesa, a la luz de los resultados, ocuparme de las implicaciones y de las expectativas para la mayoría de los mexicanos.

Primero. Desde mi punto de vista, habría que analizar la resultante de la reconfiguración del Poder Ejecutivo y Legislativo, dando la mayoría al partido oficial Morena. Como en otros momentos mencioné, la oferta principal de la candidata ganadora fue la continuidad. Pomposamente se afirmaba que se construiría el segundo piso de la transformación. Varias veces me pregunté: ¿cuál es el primero? No se trata de un ataque infundado; los datos son elocuentes. 

Según las cifras oficiales, son 190 mil 752 homicidios violentos, lo que significa 1 cada quince minutos o 95 diarios. Ni qué hablar del fin de la corrupción ante casos como el de Segalmex o la Conade, que fueron denunciados en su momento. Ante eso, solo se dice que son ataques de los enemigos del progreso.

Por tanto, de aquí se deriva que la elección mayoritaria de la población implica la continuidad de lo enlistado anteriormente. Cierto que la presidenta electa le imprimirá su toque personal, pero en esencia se le dará seguimiento a las políticas anteriores y es poca la posibilidad de cambio.

Segundo. Se habla de las altas expectativas que genera la posibilidad de tener por primera vez en la presidencia a una mujer y, por ende, se afirma que habrá mayor sensibilidad en el ejercicio de gobierno.

Aunado a ello, se ofrece un Gobierno popular que implementará acciones en favor del pueblo. Cualquiera en su sano juicio desearía lo anterior, pero llama poderosamente la atención que, entre las primeras acciones emprendidas por Sheinbaum Pardo, fue una reunión con el Consejo Mexicano de Negocios (CMN). 

Cabe recordar que el organismo está conformado por los dueños de los consorcios empresariales más influyentes, como Grupo Carso, Grupo Bimbo, FEMSA (Coca-Cola), entre otros.

O sea, resultaba urgente acudir ante los poderosos de este país a darles tranquilidad y garantías de que seguirán acumulando riqueza, pues jamás se habló de una reforma fiscal progresiva que implicara reducir las ganancias de los grandes magnates.

Finalmente. Nadie puede perder de vista que, a la par de los elementos anteriormente aportados, el reciente proceso no implica una transformación real, a pesar de que se empecinen en declararlo, pues la naturaleza de los partidos y las ofertas de campaña de los candidatos implicaban acciones dentro del marco del modo capitalista de producción.

Por ende, nadie puede esperar acciones profundas que impliquen una mejor redistribución de la riqueza. Sostengo que sólo estamos ante el cambio de titulares en las responsabilidades públicas, pues de querer un cambio de raíz deberían hablar al menos de una reforma fiscal progresiva, obligando a pagar más a los que obtienen pingües ganancias, o de elevar seriamente los salarios sin que la inflación pulverice los incrementos.

Por lo explicado, el pueblo debe entender que, una vez concluido el proceso electoral, las cosas marcharán fundamentalmente en el mismo sentido. Si aspiramos a que cambie de fondo la realidad imperante para las mayorías, se requiere un cambio de modelo económico, lo que solo puede ser obra de una fuerza popular emanada del pueblo.

Así que nuestra tarea es la misma que antes de la elección: sigamos convocando al pueblo a unirse; desenmascaremos a los falsos redentores que se ponen de moda durante las campañas y expliquemos pacientemente que las grandes transformaciones sociales, como la independencia de México o las grandes obras materiales, como la muralla china y las pirámides de Egipto, son obra colectiva.

Por ello, la tarea es clara: vamos a despertar la conciencia social y organizar al pueblo porque la historia, más temprano que tarde, nos dará la razón.

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