MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Quintanarroenses ya no creen en partidos políticos

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La mala forma de gobernar debido al abandono y desentendimiento de las necesidades del pueblo, ha llevado a que la ciudadanía ya no crea ni en los partidos políticos y ahora tampoco en las personas y basta como ejemplo la pésima administración del gobernador de Quintana Roo, Carlos Joaquín González, quien sin duda entró por la puerta grande al selecto grupo de mandatarios que decepcionaron y tiraron por la borda la confianza que los ciudadanos le otorgaron.

El mismo sentir se aplica al gobierno que encabeza el tabasqueño Andrés Manuel López Obrador, quien ha dedicado más tiempo a atacar a todo aquel que no piensa como él, que no aprueba su manera de gobernar, en vez de emprender acciones que ayuden a combatir los elevadísimos índices de delincuencia, pobreza, desempleo, marginación que golpean al pueblo mexicano.

Por eso resulta interesante el sondeo que realizó y dio a conocer la asociación “Ciudadanía y Democracia Quintana Roo A. C.”, la que asegura que ocho de cada 10 quintanarroenses ya no creen en las promesas de campaña de los candidatos ni de los partidos políticos, especialmente de aquellos que compiten por llegar al Congreso del Estado.

En Quintana Roo, el pasado 03 de abril, arrancó el tiempo de campañas políticas, las alianzas ya dieron a conocer a sus “gallos”. Es interesante ver cómo están agrupados los partidos políticos; uno para conservar el poder y otros para arrebatarlo a su oponente, así pues, para estas elecciones buscarán al precio que sea, convencer a la ciudadanía para que vote a su favor, pues ya una vez en el poder la inversión realizada la recuperará al mil por ciento. 

Así las cosas, mal quedó el gobernador Joaquín González y ahora Morena pretende agenciarse las riendas del Estado; sin embargo, el mal actuar de muchos políticos ha venido mermando la confianza que tenían de ellos y la decepción ocupa ahora su lugar. 

Por situación como ésta, Jaime Coral Zapata, de la asociación “Ciudadanía y Democracia Quintana Roo A. C.”, asegura que los sondeos realizados revelan que la mayoría de los quintanarroenses ha perdido el interés en seguir los actuales comicios.

Porque consideran que los políticos sólo persiguen su conveniencia y nunca cumplen sus promesas de campaña, es una de las razones por las que Quintana Roo tiene los más bajos índices de participación en las votaciones: casi 37 por ciento en promedio, arrojó el sondeo.

El 74 por ciento de los encuestados afirmó que no les interesa escuchar las propuestas de campaña de los candidatos a gobernar, y que en lugar de tomar en cuenta su plataforma política estarán al pendiente sobre en qué actos de corrupción están involucrados. Y ahí hay tela de dónde cortar, pues la corrupción ha hecho presa en ellos.

Sin embargo, contra quien más enojo tiene la ciudadanía son contra quienes aspiran a diputados, pues el 89 por ciento de los encuestados asegura que no cree en ellos y que sus campañas son un simple tiradero de dinero, al considerar que nunca van a volver a su distrito y sólo cobrarán un sueldo por “calentar un asiento en el Congreso local”.

Y no sorprende cuando Coral Zapata afirma: “Nunca imaginamos que las personas iban a estar tan molestas con sus representantes populares, pero las noticias constantes sobre las irregularidades cometidas por las diferentes legislaturas locales, los escándalos de corrupción, y el que, a diferencia de un presidente municipal o un gobernador, no tengan un trabajo de campo, ocasionó que su imagen se vea duramente afectada entre la ciudadanía”.

Sin duda, hoy los quintanarroenses tienen clara la percepción de que su voto deberá ser ampliamente razonado, que ya no quieren más gobernantes que falten a su palabra, que no desean más políticos como Joaquín González que se ha burlado del pueblo, que mantienen sumido en la pobreza y pobreza extrema, que han manejado a su antojo y de manera selectiva el erario público. 

La solución no sólo está en acudir a las urnas para elegir al menos malo. El pueblo tiene el deber impostergable de organizarse y entre sus filas elegir a quien verdaderamente represente y proteja sus intereses.

La tarea no es fácil pero tampoco imposible y mientras no pongan empeño, seguirán sufriendo en carne propia el desprecio y el flagelo de la miseria. Por lo pronto no dejemos que una minoría, menos del 37 por ciento del padrón electoral, elija el destino de nuestro Estado, porque de hacerlo no nos quejemos después de cómo nos vaya con quienes nos estén gobernando. El pueblo debe elegir sus pasos hacia la senda del progreso y bienestar social.

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