El 10 de mayo se celebró el Día de la Madre en México, una festividad que pretende reconocer el papel que juegan todas las madres de familia en nuestro país; sin embargo, este reconocimiento, al igual que muchas otras celebraciones, se queda simplemente en palabras y no va más allá, sin fundamentar el papel y sin establecer cuáles deberían ser sus derechos y cómo hacerlos valer.
Especialmente, el Día de la Madre debería ser un momento de reflexión para todas aquellas mujeres que son madres y que sostienen un hogar, como ocurre en millones de casos en nuestro país.
Un reconocimiento especial a las madres antorchistas que han asumido la difícil tarea de ser revolucionarias, además de madres y sostén del hogar.
Algunos datos señalan que, al cuarto trimestre de 2022, en México residían 56 millones de mujeres de doce años en adelante; de ellas, el 67 % (38 millones) eran madres. Los datos más recientes explican que en 2022, la información sobre la situación conyugal de las madres indica que el 11 % estaban solteras y siete de cada diez madres solteras eran económicamente activas.
Los datos oficiales más recientes demuestran que las madres de familia en nuestro país son las que tienen menos oportunidades, a quienes no se les garantiza un seguro por su trabajo, pues muchas de ellas se dedican a labores domésticas y, cuando se emplean, tienen menos oportunidades para desarrollarse.
Ahora, con más complicaciones debido al cierre de guarderías y la falta de opciones para dejar a sus hijos, es aún más difícil garantizar educación y alimentación.
A quienes forman a los seres humanos desde su vientre, a quienes los alimentan desde su primer día, se les deberían otorgar las condiciones y oportunidades adecuadas. Deberían recibir apoyo del gobierno y tener las oportunidades para sobresalir, al igual que sus hijos.
Lamentablemente, son las más oprimidas. Aunque las leyes han intentado cambiar, sigue siendo común escuchar que si tienes hijos, no tienes trabajo, que si te embarazas, te despiden, que si no tienes dónde dejar a tus pequeños, es tu problema.
En pleno siglo XXI, estas ideas persisten y se viven en la realidad diaria. Existen complicaciones cuando una madre de familia trabaja en una fábrica, pues la responsabilidad de cuidar a sus hijos se convierte en un desafío.
La lucha de Antorcha no sólo reconoce el papel de las madres en nuestro país, sino que también las alienta a luchar por mejores condiciones de vida para ellas y sus familias. Antorcha ha estado trabajando y luchando, pero ahora le corresponde al gobierno garantizar que las leyes logradas se cumplan.
Se propone que a las madres trabajadoras del hogar se les dignifique y se les remunere un salario, algo que ya hemos escuchado en otras ocasiones. Ahora es el momento de exigir lo justo.
Un reconocimiento especial a las madres antorchistas que han asumido la difícil tarea de ser revolucionarias, además de madres y sostén del hogar.
A ellas, que a menudo son calumniadas, les expreso mi reconocimiento porque han entendido que para un futuro mejor se necesita sacrificio, abnegación y esfuerzo doble.
A las que caminan con la bandera en la mano y al pequeño en sus espaldas, les agradezco en nombre de las futuras generaciones que disfrutarán de los logros de esta lucha. Hasta la victoria siempre, madres antorchistas.
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