**La gente clama que ahí donde hay una red instalada, que de una vez por todas se le inyecte agua, pero ya, porque “¿de qué fregados nos sirve que tengamos luz desde hace 11 años, pero que vivamos como animalitos sin agua potable?”
Chihuahua, Chih.- Llegaron juntos el mes de junio y la temporada de calor. Con ello, llegó también la escasez de agua a la ciudad. Como una estampa, año tras año se repite el episodio de que en lo más álgido del calorón, amas de casa de las colonias que están en las faldas del Cerro Grande, se disponen a “cazar” a las pipas que surten agua para “secuestrarlas” y forzar la repartición a los domicilios donde la escasez llega a extremos intolerables. Este año todavía no sucede.
Ayer se dio a conocer que una serie de colonias del segundo y tercer cuadro de la capital empezaron a sufrir escasez, debido a una fuga en una línea de conducción. Pero aparte de estos accidentes –que suceden de cuando en cuando-, hay una realidad peor que viven alrededor de 60 colonias que sufren día con día a lo largo del año, la falta total de agua en sus domicilios, o el abasto intermitente si les va bien, o la presencia de un red general instalada pero a la que no llega un milímetro cúbico de agua potable.
Son colonias del Norte, del Sur y del Poniente de la ciudad.
Como un ejemplo de esto, está la colonia Granjas La Soledad, donde no tienen el servicio de drenaje, ni la pavimentación de sus calles; el agua les llega a través de pipas porque en algunas calles no existe la red de conducción, y en otras, aunque tienen instalada la tubería, tampoco les llega el agua potable a los domicilios, porque simplemente el gobierno no los ha conectado a la red. Ah, pero, ¿qué tal los recibos con el cobro? Esos sí les llegan religiosamente cada mes, el absurdo del cobro por un servicio inexistente. Así es como viven y se guardan en sus domicilios para prevenir el contagio de la infección por el Coronavirus Covid-19, los colonos de La Soledad.
Así se vive en este entorno, en las comunidades urbanas que, desde hace más de veinte años, casi treinta en algunos casos, se han organizado para luchar y remontar la miseria. Hay colonias en donde no hay agua ni drenaje; otras en donde el tendido de la red de distribución está ahí, debajo de la tierra, inútil por el momento y esperando a que a las autoridades les plazca introducir el líquido desde las líneas generales para correr por las tuberías y llegar a su esperado destino: a los domicilios hoy en día surtidos irregularmente por pipas irregulares
Y existen otras colonias en donde las conexiones a las casas funcionan de manera intermitente y, cosa segura, se termina ese recorrido feliz nada más entrando el verano, cuando llega la escasez como llega el calor agobiante y aumenta el gasto del líquido en la ciudad.
El problema es más agudo en las colonias del Sur de la ciudad capital, donde todos saben de qué se trata. La escasez del agua potable es endémica, permanente, es siempre uno de los problemas con los que las familias de los trabajadores deben lidiar toda la vida. Sobre todo, en las más de 25 colonias que se asientan en las faldas al sur del Cerro Grande y sus inmediaciones, donde las autoridades han preferido inaugurar obras de electrificación que proporcionar un remedio permanente.
“Que se acabe ya la falta de presión en las llaves, el tandeo tan odiado por todos porque nos impide bañarnos bien, lavar trastes, echar agua al baño, limpiar la casa, hacer comida como Dios manda, vivir como gente decente”, dicen los colonos en esta zona de semi-marginación.
La gente clama que ahí donde hay una red instalada, que de una vez por todas se le inyecte agua, pero ya, porque “¿de qué fregados nos sirve que tengamos luz desde hace 11 años, pero que vivamos como animalitos sin agua potable?”
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