MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Sangre en la zona oriente del Estado de México

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La sociedad mexicana atraviesa un estado avanzado de descomposición, evidente en los hechos violentos que ocurren cada vez con más frecuencia en las calles e incluso dentro de los hogares. La convivencia vecinal está fracturada por la violencia y agravada por la ineficacia del gobierno en todos sus niveles.  

El caso de “La abuela sicaria” dividió a la opinión pública: algunos justificaron el acto al tratarse de una supuesta disputa por una propiedad invadida, mientras otros condenaron la justicia por mano propia.  

Un ejemplo reciente ocurrió el 1 de abril en Tlapala, Chalco, donde una anciana armada llegó en un auto gris acompañada por un hombre y disparó a quemarropa contra un individuo, dejándolo herido. Cuando un joven de dieciocho años intentó auxiliarlo, recibió un balazo en la cabeza por parte de la mujer bautizada en redes como “La abuela sicaria”.  

El caso dividió a la opinión pública: algunos justificaron el acto al tratarse de una supuesta disputa por una propiedad invadida, mientras otros condenaron la justicia por mano propia.  

Este hecho no es aislado, sino síntoma de problemas más profundos. Por un lado, el sistema de justicia es lento y burocrático, incapaz de resolver conflictos con eficiencia.

Por otro, millones de familias carecen de acceso a vivienda digna, un derecho constitucional incumplido que mantiene a unas catorce millones de familias sin acceso a este elemental derecho.  

A esto se suma la incapacidad de las policías municipales y estatales en zonas como Ixtapaluca, Valle de Chalco y Chimalhuacán, donde la falta de entrenamiento y estrategia las rebasa ante el crimen creciente. Según datos oficiales, el 80 % de los habitantes en estos municipios vive con miedo, incluso dentro de sus casas.  

Otro caso brutal sucedió el 30 de marzo en Ixtapaluca, donde un hombre fue ejecutado dentro de un local comercial en la colonia El Molino. El atacante llegó en bicicleta y, ante testigos impotentes, disparó repetidamente en contra del hombre y en plena avenida.  

Los números no mienten: solo en enero de 2025, los homicidios en la zona aumentaron un 66 % respecto al año anterior, según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).  

Como vemos, la zona oriente del Estado de México (y todo el país) vive un baño de sangre, vivimos en una sociedad que se cae a pedazos, mientras las únicas acciones del gobierno en todos sus órdenes son el reparto de apoyos sociales y, como consecuencia, la perversión de la población que pierde su sentido de sociedad, de solidaridad y se vuelve un ser con ansias crecientes de dinero gratis.  

La gente, desesperada, pierde la confianza en las instituciones y cae en la resignación o la violencia. 

Urge un cambio verdadero, un gobierno que priorice a las mayorías y no a intereses mezquinos de políticos que buscan perpetuarse en el poder. Pero eso sólo llegará si la sociedad despierta, se organiza y exige justicia. Mientras tanto, en el oriente del Estado de México seguirá derramándose sangre, mucha sangre.

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