Terrible panorama en el sur de Sonora. Las actividades económicas que propician los valles del Yaqui y Mayo en el sur del estado, tales como la agricultura y ganadería, así como la actividad pesquera que brinda la fauna marina del Golfo de California, han venido presentando claras señales de estancamiento y deterioro.
Lo anterior se debe un tanto a los cambios climáticos de los últimos años (la sequía actual es la peor en los últimos veinte años) y otro poco al terrible abandono del Gobierno federal hacia el campo mexicano en general (eliminación de la Financiera Nacional de Desarrollo Agropecuario y más de diecisiete programas de apoyo al campo, ganadería y actividad acuícola).
A la vieja usanza del neoliberalismo, el Gobierno de la 4T ha dejado desamparados al campo, la ganadería y la pesca. Su solución milagrosa se ha resumido en mejoralitos para el cáncer agresivo que padece el sur de Sonora.
Desde hace ya algún tiempo, la prensa digital y escrita de la región sur del estado viene informando al detalle de lo mal que se encuentra el campo y la actividad ganadera. Dando cuenta así de la desesperación en que se encuentran colectivos y asociaciones agrícolas, ganaderas y cooperativas pesqueras. Sin embargo, hay que hacer énfasis en la situación todavía más tétrica que padecen los cientos de miles de familias y pequeños negocios dependientes del trabajo de este sector productivo.
Aquí, el problema adquiere proporción de crisis social por el empobrecimiento lento pero seguro con que el sur de Sonora viene lidiando, y muy a pesar del desgastado discurso de "primero los pobres".
Para dejar constancia de lo dicho, presentaremos breves ejemplos que describen las notas periodísticas:
Basta con los ejemplos antes descritos para dimensionar el tamaño del bache en que ha caído la economía regional del sur de nuestro estado. ¿Qué opciones de trabajo hay para las familias de la región? Muy pocas o nulas en muchas comunidades.
Por ello, en un giro desesperado, familias completas han emigrado a ciudades con industria desarrollada como Nogales o Hermosillo, en busca de una mejor vida.
En otros casos, familias anteriormente dedicadas al trabajo de jornaleros han emprendido trabajos errantes de temporada, como lo es la industria del camarón en Guaymas o la pizca de mora en Sinaloa. Estos trabajos duran solo algunos meses, pues al cumplirse, las personas regresan a la pobreza de sus comunidades.
Fiel a ese discurso engañoso de que la pobreza se combate repartiendo dinero a través de tarjetas a la gente, el Gobierno estatal y federal poca atención han puesto a la grave crisis económica que se ha gestado en los últimos años.
El gobernador a lo mucho trató de remendar el boquete con un presupuesto emergente para pastura de ganado y, en lo federal, la Sader dejó desamparados a los agricultores cuando el año pasado se presentó la crisis de la caída en los precios de garantía para trigo y maíz.
Es decir, a la vieja usanza del neoliberalismo, el Gobierno de la 4T ha dejado desamparados al campo, la ganadería y la pesca. Su solución milagrosa se ha resumido en mejoralitos para el cáncer agresivo que padece el sur de Sonora. Todo lo han dejado a las abusivas leyes del mercado.
Productores que no tengan para seguir trabajando deben vender su negocio para que los más grandes los consuman y así se permita la generación de grandes monopolios o agrotitanes.
Quien se lleva la peor parte de esto es el pueblo pobre. No bastando que sus municipios se encuentren destruidos por la falta de inversión pública para obras y servicios, ahora tienen que lidiar con encontrar trabajos temporales mal pagados.
¿Y la función del Gobierno? Hasta ahora se ha reducido a patear el bote y seguir cultivando el viejo mecanismo de la repartición de dinero como mecanismo de control. Sigue persistiendo la necesidad de organizar y politizar al pueblo trabajador, pero con la mira puesta a que el mismo pueblo tome en sus manos el control de la economía y las políticas sociales para encaminarlas hacia ejes económicos que realmente permitan cambiar nuestra descalabrada economía nacional y estatal.
Urge generar empleos para todo aquel que esté en edad y capacidad de trabajar, pero con un salario bien remunerado. Invertir en infraestructura social de calidad y establecer una reforma fiscal progresiva que permita captar más recursos para que el Gobierno tenga solvencia económica.
Nada de eso se ha visto hasta la fecha en el actual Gobierno. Basta tan sólo con hacer un recorrido por las comunidades rurales y centros urbanos del sur del estado para corroborar el ambiente tétrico que se respira en este lado del Sonora profundo.
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