A diferencia de otros expresidentes, el sexenio de Andrés Manuel López Obrador no concluirá el 1 de diciembre, sino dos meses antes debido a una reforma electoral que adelantó el tiempo entre una elección presidencial y la toma de posesión al 1 de octubre. Por ello, a AMLO le restan sólo diez meses para que entregue el poder y se vaya de Palacio Nacional.
El tiempo restante es poco y a estas alturas es sobrado esperar que el presidente llegue a hacer lo que no hizo durante más de cinco años; más bien es necesario hacer un balance de cómo les fue en esta administración a los que votaron por AMLO en 2018, ya que los electores acudirán nuevamente a las urnas a emitir su voto dentro de algunos meses. Veamos el caso de Jalisco.
Primeramente, es importante destacar que con motivo del constante desfile hecho por las corcholatas de AMLO en tierras jaliscienses, hace meses, politólogos de la Universidad de Guadalajara (UdeG) revelaron que en Jalisco se define la elección presidencial. Quien gane Jalisco, gana la elección presidencial y los políticos lo saben.
Los votos que ha aportado esta entidad han abonado para definir algunas de las elecciones presidenciales de las últimas dos décadas, lo que convierte a esta demarcación en un objetivo electoral.
Por ejemplo, en la contienda de 2000, que significó el primer proceso de alternancia en México al resultar ganador un partido distinto al PRI después de 70 años, el candidato de la alianza PAN-PVEM, Vicente Fox, se adjudicó el triunfo con 2 millones 409 mil 918 votos de diferencia respecto al candidato del tricolor, Francisco Labastida. En aquella ocasión, Jalisco le aportó a Fox un millón 392 mil 535 sufragios.
Por su parte, Felipe Calderón obtuvo el triunfo electoral en las elecciones de 2006 con una diferencia de 243 mil 934 sufragios sobre el candidato del PRD, PT y Convergencia, Andrés Manuel López Obrador, y Jalisco le dio al panista un total de un millón 426 mil 237 sufragios.
Seis años después, en los comicios de 2012, Enrique Peña Nieto le ganó también a López Obrador con una diferencia de 3.3 millones y casi la mitad de ese diferencial, un millón 362 mil 790 mil votos, lo obtuvo en Jalisco.
En 2018, Andrés Manuel López Obrador arrasó en las elecciones presidenciales con una diferencia de 17.5 millones de votos sobre el segundo lugar de la contienda, el panista Ricardo Anaya. Del total de votos obtenidos por AMLO, 1.46 millones los cosechó en esta entidad. Se trata del tercer padrón electoral más importante del país y Morena ya se dio cuenta que no puede darse el lujo de ver con indiferencia a los electores jaliscienses, por eso se han vuelto más constantes las visitas de la candidata del inquilino de Palacio Nacional, Claudia Sheinbaum Pardo.
De acuerdo con el análisis expuesto por los expertos de la UdeG, en efecto Jalisco definió el triunfo de AMLO y Morena en 2018, por lo que en cuanto a la distribución de los recursos federales, no habría de ser motivo de polémica; sin embargo, la prensa ha dado cuenta que en este sexenio, Jalisco ha sido discriminado. Los recursos invertidos para infraestructura han sido mínimos y la mayor parte de los grandes proyectos propuestos en la entidad no han recibido dinero federal.
En una revisión a los recursos asignados para obras en la entidad jalisciense a lo largo del sexenio, realizada por analistas serios, incluyendo el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) 2024 aprobado por el Congreso de la Unión, se confirmó que el estado ha recibido en este tiempo poco más de 8 mil millones de pesos para infraestructura, mientras que en el sexenio anterior, Jalisco recibió alrededor de 45 mil millones para proyectos de infraestructura, es decir, más de cinco veces las asignaciones durante el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Además, un análisis que realizó por la fundación “Mexicanos Primero” sobre el PEF 2024 en materia educativa, reveló una distribución desigual de los recursos entre los estados del país. Jalisco recibe 18 mil 132 pesos por estudiante de educación básica, Baja California Sur recibe 46 mil 94 pesos por estudiante: más del doble.
Pero no es todo. Los servicios de salud que se prestan en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), sin mencionar los del Issste son cada vez pésimos. Pese a que el presidente no deja de prometer, un día sí y otro también un sistema de salud, no igual sino mejor que los de Dinamarca o Suecia, los hospitales del IMSS ubicados en el Área Metropolitana de Guadalajara tienen problemas de abasto de medicamentos, elevadores y recientemente hasta de suministro de agua.
A pesar de la desgastada frase del presidente de “primero los pobres”, en realidad el pueblo pobre no manda en este país.
Bien, se va AMLO sin cumplirle en nada al pueblo jalisciense: ahora Jalisco no cuenta con recursos federales para conservación, ampliación y construcción de carreteras, para agua potable, drenaje, vivienda, atención médica y medicinas, educación ni para atender daños por desastres naturales como los provocados recientemente por el huracán “Lidia” y la sequía que afecta a toda la entidad.
Pero atribuirle esta lamentable realidad a otras causas como pleitos entre autoridades implica ver el problema solamente de manera local, pues seguramente todos los mexicanos sabemos que el presidente desde un principio dejó claro que su gobierno no necesita intermediarios. Entonces debemos preguntarnos por qué AMLO no resolvió directamente las carencias de los jaliscienses y de todos los mexicanos.
La respuesta está en que a pesar de la desgastada frase del presidente de “primero los pobres”, en realidad el pueblo pobre no manda en este país y lo único que ha hecho hasta el momento es cambiar a personas en el gobierno, por eso las cosas siguen cada vez peor independientemente de qué partido esté en el poder. Obviamente, esto no va a cambiar en la próxima administración.
Es sabido públicamente que Sheinbaum es un títere de López Obrador y le ha dado instrucciones precisas de seguir al pie de la letra sus políticas entre ellas las mañaneras.
Salir de la pobreza, la violencia y las carencias de todo tipo, está en manos de los trabajadores. La verdadera liberación del pueblo la debe hacer el pueblo mismo, pero debe ser un pueblo organizado, educado, saludable y consciente de sus obligaciones capaz de tomar el poder político de la nación y desde allí combatir todos los flagelos sociales que azotan al grueso de los mexicanos.
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