Históricamente los gobiernos han venido disminuyendo la inversión en la atención de las necesidades de las clases populares. Así lo demuestra el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), que sostienen que desde 1980 la inversión física gubernamental ha pasado de 9.1 a 4.2 % del Producto Interno Bruto (PIB), que es la producción total de un país, calculada en un periodo de un año, (christophercernichiaro@ciep.
La verdadera soberanía solo descansará en el pueblo organizado, y en México, nadie, salvo el Movimiento Antorchista Nacional, se ha propuesto poner de pie al único gigante que puede defendernos
Esta disminución del 117% se ha traducido en cada vez menos inversión en obras de agua potable, energía eléctrica, pavimento en caminos y calles, aulas y techados escolares, etc., hasta llegar al punto en que en el anterior sexenio y, seguramente en este, a los pobres se les niega soluciones a demandas de verdadera importancia, engañándolos con los llamados programas del Bienestar que aceptan por falta de ingresos suficientes en su actividad laboral.
Esta reducción de inversión en desarrollo social es un fenómeno mundial, producto de una etapa del capitalismo que se llama neoliberalismo y que se caracteriza por dejar que las clases trabajadoras vivan solo de sus ingresos, cualquiera que sea la forma en que los consigue, mientras que el Estado construye grandes obras de infraestructura que permiten que se instalen las fábricas del gran capital, con el argumento de que generan empleos y, para ello, hay que darles las condiciones necesarias. Pero esta etapa neoliberal marca con toda claridad la decadencia del capitalismo que ya no puede vivir de la ganancia que genera la explotación de la fuerza de trabajo de los obreros, sino que necesita alimentarse artificialmente, extrayendo ganancia de la riqueza que todos aportamos a nuestro gobierno mediante impuestos y que nos debería devolver en infraestructura y servicios sociales.
El capitalismo pues, se mantiene vivo artificialmente a costa del bienestar de las clases trabajadoras. Conocer esta situación es hoy más urgente que nunca, porque la realidad ha tomado un giro peligroso para la humanidad, pues el imperialismo estadounidense que ya no se satisface con las medidas neoliberales que ha venido aplicando, se ha visto orillado a promover invasiones, guerras y conflictos en África, el Medio Oriente y Eurasia, pero ante su fracaso en la competencia con otras potencias económicas y militares que han venido ganándole terreno, ahora, con el ascenso de Donald Trump se propone cambiar los mecanismos de supervivencia, reforzando su dominio y control en América Latina, apropiándose del canal de Panamá, por ejemplo, y de las zonas cercanas a su área de influencia, como Canadá y Groenlandia a las cuales quiere integrar como otros estados de la Unión Americana.
Para los mexicanos, el cambio de nombre del Golfo de México a Golfo de América, la amenaza de expulsión masiva de migrantes, los aranceles a las exportaciones y la intromisión militar para supuestamente combatir el narco, pero que en realidad son para intervenir en nuestra vida política, para controlar a los cuerpos policiales y a muchos políticos coludidos con la delincuencia, significan el intento de apoderarse de nuestras riquezas naturales y explotar la fuerza de trabajo de los mexicanos de la forma que a sus intereses convenga. Ésta es pues, una de las etapas más peligrosas que enfrentamos en la historia de nuestro país, solo equiparable a la invasión de 1846-1848 por parte de los Estados Unidos, que tuvo como resultado la pérdida de más de la mitad de nuestro territorio. Por ello la importancia de hablar al respecto.
Porque lo más preocupante, es que el gobierno de la doctora Sheinbaum que se ha dicho dispuesto a combatir de igual a igual y a defender con todas sus fuerzas a los mexicanos, en los hechos está renunciando a su deber. Pues un gobierno verdaderamente popular, tendría que aceptar que los mexicanos emigran porque su país no les ofrece empleos suficientes y bien remunerados, que la política productiva de México ha ofrecido todas las facilidades de inversión a las empresas extranjeras, impulsando la producción para exportación, de tal forma que el 85% de lo que se produce es para el extranjero y no para el impulso del mercado interno, permitiendo además, que los trabajadores mexicanos sean explotados sin respetar sus derechos laborales.
Y no se ve que vaya a cambiar la orientación de su política económica, pues lo único que el llamado segundo piso de la 4T ha repetido casi hasta la súplica, es que los migrantes mexicanos generan miles de millones de dólares a la economía norteamericana, esperando con ello que no se apliquen las amenazas de Donald Trump, mientras, poco a poco va aceptando sus caprichos y chantajes insultantes. Esta sumisión solo ha envalentonado a nuestros agresivos vecinos del norte que declaraban apenas el pasado martes 28 que el 1 de febrero iniciarán los aranceles y en las redes sociales se aprecia una agresiva jornada de redadas en casi todo el país americano.
Y esta situación no va a mejorar porque México está dividido, pues en vez de que el gobierno y la clase empresarial se unan y organicen al pueblo, ofreciéndole trabajo verdadero y bien remunerado, volcando todas nuestras capacidades al interior para no depender de Estados Unidos y experimentar con otros socios comerciales como China, Rusia, Brasil e India que ofrecen relaciones comerciales más justas y sin intromisión en nuestra vida interna. Las autoridades, como dije, esconden su vergonzosa sumisión ante Trump con bravuconas y bromas de mal chiste, por su parte, los grandes empresarios se han presentado sumisos ante el sector empresarial estadounidense, poniendo por delante sus negocios, que necesitan seguir funcionando, sin importar que las condiciones que pida el Imperio vayan en contra de la clase trabajadora de México. No descartemos que mañana los empresarios pidan que como nuestro gobierno no puede combatir la violencia y el narcotráfico, se permita pasar a los soldados gringos para que acaben con los delincuentes. Porque eso será la muestra clara de que han entregado nuestra patria a un país que quiere a México, pero sin los mexicanos.
No nos engañemos, la verdadera soberanía solo descansará en el pueblo organizado, y en México, nadie, salvo el Movimiento Antorchista Nacional, se ha propuesto poner de pie al único gigante que puede defendernos, me refiero a las masas populares. Vienen tiempos difíciles para nosotros, pero es de vital importancia que entendamos que la salida no es someterse, sino defender con dignidad y valentía a la tierra que dios nos ha dado para hogar de nuestros hijos, solo así podremos formar una fuerza social consciente que no solo impida que aumente la pobreza, la violencia y todos los males sociales que nos afectan, sino que incluso, nos permita construir una sociedad más justa y equitativa para todos los mexicanos.
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