MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Son los pobres quienes sufren la situación actual en salud pública

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Muchos son los problemas que enfrenta el país o, mejor dicho, las masas de trabajadores inmensamente pobres, los cuales cargamos sobre nuestras espaldas el peso de toda la pirámide de clases sociales que se levanta a partir y sobre nosotros.

El asunto de la salud es una situación prioritaria siempre para todos y cada uno de los habitantes de nuestro país, en concreto, puesto que nos afecta a todos, por lo que no se trata, pues, de una generalidad abstracta.

 

La crisis en el sistema de salud afecta principalmente a los más pobres, quienes enfrentan una falta de inversión que limita su derecho constitucional a una atención médica digna.

En México, según una investigación realizada por el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), no se invierte ni la mitad de lo recomendado a nivel internacional, que debe ser de cuando menos el 6 % del PIB, es decir, del volumen de riqueza producida en el país durante un año.

Nosotros no alcanzamos a gastar en este sector ni siquiera el 3 % del mismo, que ya es bastante poco. Este 2025, el gasto programado apenas alcanzará el 2.5 % del PIB, porque, de acuerdo con el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF), se disminuyó el 11 % del gasto con relación al año anterior (2024).

Si tomamos en cuenta que los recortes en salud se centrarán, sobre todo, en quienes no contamos con ningún tipo de seguridad social y dependemos del programa IMSS-Bienestar, que vino a sustituir el fallido INSABI, aquel que nos iba a catapultar a niveles de salud como los de Dinamarca, ya se fregó la cosa.

Coincido con expertos que sostienen, como Vicente Navarro en su obra La medicina bajo el capitalismo, que cambiar la situación que la población sufre en este rubro en cualquier país capitalista hace necesario el cambio social total, o sea, la sustitución del modelo de sociedad completo, puesto que la medicina es sólo una parte del todo.

Además, está sujeta y pensada, en una formación social como la nuestra, para servir también a los intereses monopólicos de las grandes corporaciones y consorcios comerciales y financieros, los cuales ven en la cura de las enfermedades de la población sólo la oportunidad de recabar buenos dividendos de manera rápida y efectiva.

En este escenario, el papel del Estado capitalista —digámoslo así, de los gobiernos—, sin importar la forma que revistan bajo este sistema de producción donde lo que impera es el capital y su afán de lucro y de máxima ganancia para unos cuantos ricachos, necesitaría, para cambiar sus prioridades, cambiar de modo de producción, es decir, de estructura económica, lo que llevaría, por tanto, a un cambio también necesario en la naturaleza y el tipo de Estado, por otro que pusiera en el centro de sus intereses precisamente los de la sociedad en su conjunto, los de las grandes y mayoritarias masas trabajadoras empobrecidas de la sociedad actual.

Me parece relevante tratar de entender esto porque lo que nos sucede actualmente en esa materia ni es casual ni tampoco se va a corregir con puras buenas intenciones o quejas de los pacientes y sus familiares, ni tampoco de los trabajadores de la salud, los cuales sufren también las consecuencias porque, al fin y al cabo, son también trabajadores y padecen lo que cualquiera de su condición. Por ello, merecen la solidaridad de la sociedad.

Sin embargo, desde mi punto de vista, algo se puede y se debe hacer al respecto si la gente se despierta, se educa, se organiza y lucha para que su derecho constitucional a la salud se respete y se traduzca en acciones concretas, porque se le atienda y se le cure, dado que lo tienen muy bien ganado, ya que, además, el funcionamiento de las instituciones públicas se realiza con lo recabado a través de los impuestos que paga la población de por sí. Y luego, que luche por llegar al poder político de la nación como pueblo pobre organizado, para que desde ahí pueda hacer las modificaciones y cambios conducentes para organizar bien y mejor a la sociedad y su funcionamiento, de modo que la economía sirva a todos los seres humanos en vez de que todos los seres humanos sirvan a la economía de unos cuantos. Reflexionar sobre lo que pasa en cuestión de la salud pública me parece una buena oportunidad para ello.

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