Están ocupados en preparar las cosas para el 2030. Para lograrlo, luchan para que los mexicanos se enfrasquen en una lucha interna, dividiendo al país en pequeños grupos. Para lograr sus oscuras intenciones, necesitan el poder judicial, el INE, además de que sus hijos ocupen cargos en Morena y una oposición negociadora.
La economía no creció, la delincuencia se desbordó, la salud no mejoró, la educación está hecha pedazos, el número de pobres aumentó, el empleo formal disminuyó, y las personas que abandonaron el país por la inseguridad y falta de trabajo alcanzaron cifras récord.
Los medios de comunicación se desgañitan todos los días relatando la aplanadora de Morena en la Cámara de Diputados y Senadores. AMLO denuncia a sus opositores, presumiendo su poder y remarcando los errores del pasado, pero no dice ni corrige nada ni mueve un dedo en el caso de los fraudes en Segalmex, ni de las denuncias contra sus hijos.
Los partidos de oposición, hasta ahora, cierran las puertas de sus instituciones, repartiéndose los pedazos que les quedan. Ya no promueven ni permiten que gente nueva ingrese a sus partidos, solo les permiten salir, lo que poco a poco los va acercando a una muerte lenta pero segura.
Otros se acomodan, tratando de parecer atractivos al partido en el poder, ofreciendo su ayuda a cambio de puestos, y se presentan como partidos nuevos aunque ya lleven años apareciendo en las papeletas, siempre junto al partido en el poder.
Así se mueven las piezas en la política mexicana. Contamos con una presidenta que aún no ha tomado el poder, pero que poco a poco la van rodeando las piezas que le van tapando los caminos que a la 4T no le conviene que camine.
En contrapartida, un pueblo de 35 millones de buena fe espera que las cosas cambien, con la esperanza en lo que se prometió: un cambio que desde 2018 fue prometido y comprometido, pero que a seis años de gobierno los resultados hasta la fecha son desastrosos.
La economía no creció, la delincuencia se desbordó, la salud no mejoró, la educación está hecha pedazos, el número de pobres aumentó, el empleo formal disminuyó, las personas que abandonaron el país por la inseguridad y falta de trabajo alcanzaron cifras récord, y la deuda de nuestro país creció en billones de pesos.
El nepotismo del presidente está a la vista. El juego es claro: la presidenta Claudia y su hijo son herederos del poder, pero necesitan que el país se divida en muchos grupos manipulados por los medios de comunicación, concentrando el poder total en sus manos.
Esto obligará a la presidenta a demostrar su capacidad para dirigir un país rico con muchas oportunidades, pero con un pueblo pobre. Ahora ya no habrá pretextos; si las cosas salen mal, no será culpa del pasado, sino de Morena y de su 4T.
Dividir más al país es limpiar el camino. Es un error más que puede cometer el pueblo. La solución sería lo contrario: luchar para unir al pueblo porque todos estamos siendo explotados, unos más y otros menos.
Algunos dirán que no necesitan de una organización, pero, señores, compañeros, los últimos acontecimientos del abuso contra el poder judicial, por ejemplo, nos perjudican a todos. Como lo admiten los mismos morenistas, tanta concentración de poder beneficia a unos cuantos megamillonarios que siguen creciendo en sus fortunas. La pobreza creció en 10 millones y el apoyo al campo desapareció.
La solución no es la lucha a la que nos invita la 4T, porque ese cambio es solo un cambio de maquillaje. Pero, con tanta concentración, sin quererlo, enseña su verdadero rostro: el rostro de un dictador que explota a la gente pobre.
No nos dejemos engañar, es hora de despertar. La realidad es muy clara; no cerremos los ojos. La lucha del grupo en el poder es falsa. Los intereses de la clase más pobre del país están olvidados.
Su movimiento, que enarbola la bandera de los más pobres, es una falsa izquierda que nos invita a todos al despeñadero.
El plan es poner el poder total a favor de la ideología de la 4T. Les urge el control absoluto del tribunal electoral y judicial.
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