MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Un fetiche en la presidencia

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Cuando el PRI gobernaba hegemónicamente al país, hasta en los lugares más recónditos se sentía el peso del Estado; por eso, el gobierno y el partido en el poder se veían como un monolito sólido, al que ninguna fuerza podía debilitar. Los partidos de oposición nunca incomodaron seriamente al gobierno de aquella época hasta que surgió de las entrañas del PRI, la llamada corriente democrática encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo e Ifigenia Martínez para disputar el poder al ala “tecnócrata” del partido, lanzando como candidato a Cuauhtémoc Cárdenas; entonces, los partidos y corrientes que apoyaron a la Corriente Democrática lograron lo que parecía imposible: poner en jaque al PRI.

En esos tiempos morena como partido no existía; este partido surge por las pugnas internas que se dieron al interior del PRD porque algunos dirigentes querían evitar que todo el control del partido cayera en manos de López Obrador pues ya conocían su ambición de poder absoluto; incluso, debe recordarse que en una ocasión los “chuchos” (entre los que se encontraba Rosario Robles a la que después mandó encarcelar) le ganaron la elección interna del comité nacional del partido y su reacción fue formar un partido al que pudiera manejar a su antojo; Andrés Manuel reniega de su pasado partidista y de sus antiguos compañeros de armas, acusándolos de lo peor y callando ladinamente su vergonzoso pasado por las filas del PRI, del que le guste o no, adquirió muchas habilidades buenas pero también aprendió lo peor de sus malas prácticas.

También quiere ignorar la importancia que tuvieron otros actores en su encumbramiento a los que igualmente acusa de ser los más corruptos entre los corruptos y los desprecia porque él sí llegó a la presidencia de la república y ellos no pudieron lograrlo. Ya antes había escuchado comentarios en el sentido de que este señor es muy mal agradecido y creo que tenían razón, pues hasta la fecha, no he oído un pronunciamiento de su parte reconociendo el papel que desempeñó la lucha de Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo; él cree que por designio divino logró su propósito.

Está muy equivocado, sin los movimientos que lo precedieron hubiera sido imposible siquiera su candidatura, pues comenzando por ser hijo de extranjeros, no habría podido ser candidato si otras fuerzas no hubieran luchado por cambiar la Ley que lo prohibía; además, hay que recordar que morena surge por una escisión de una fracción del PRD, y que a su vez, éste surge de la fusión de varios partidos como el PMS, PARM, PFCRN, el PPS y otras organizaciones que llevaban décadas luchando y que por razones de espacio no señalo; aquí no pretendo analizar si esas luchas fueron buenas o malas, simplemente consigno que, aunque Andrés Manuel las desprecie, sin ellas hubiera sido imposible que llegara siquiera a Jefe de Gobierno capitalino. Claro, no está obligado a ser agradecido, eso quedará para la historia.

Cuando era candidato prometió un mundo de ensueño y ya como gobernante afirma que nos tiene viviendo mejor que nunca. Para él no existe la carestía, dijo haber acabado con la corrupción, con el neoliberalismo, con el huachicol, y con la inseguridad al grado de que se carcajea de las masacres que publican los medios de comunicación, etcétera.

En los tiempos de la revolución los campesinos decían que ellos no querían ocupar la silla presidencial porque estaba maldita y que quien llegaba a ocuparla se volvía loco; creían que todos los que llegaban al poder se transformaban radicalmente, que dejaban de ser amables, y
comprensivos para convertirse en seres déspotas y absolutistas; o sea que, esto no es un fenómeno nuevo, pero lo que sí es nuevo, es que con el actual mandatario las cosas se han llevado al extremo.

Viendo como desde el sexenio de Echeverría con su slogan de “arriba y adelante” pasando por el de la “renovación moral” de Miguel de la Madrid, siguiendo por las ocurrencias de Fox afirmando que terminaría el conflicto chiapaneco en 15 días, hasta llegar al mundo maravilloso de amlo con sus cuentos de que en el primer año de su gobierno los delincuentes cambiarían las armas por tractores y que combatiendo la corrupción se acabarían los males del país, queda claro que ningún hombre por iluminado que sea, puede cambiar las condiciones sociales, económicas y políticas del país; pueden influir, si, algunos para bien que fue el caso de los anteriores presidentes y otros para muy mal como el actual, pero nada más.

Y esto es así porque la Silla Presidencial por sí sola no da la capacidad ni la inteligencia para remediar los problemas; facilita los medios a los que tienen la humildad para reconocer sus limitaciones, pero obnubila a los envanecidos que se convierten en reyezuelos; la silla presidencial es un símbolo de respeto y obediencia cuando está ocupada por la persona correcta, pero se convierte en un fetiche cuando su ocupante no está preparado para el cargo.

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