MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Un nuevo modelo económico es lo que necesitamos

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Hace unos meses se publicó un libro titulado La crisis terminal del capitalismo, de la autoría del ingeniero Aquiles Córdova Morán, destacado escritor que se distingue por hacer un análisis de la situación actual del mundo, muy oportuno y necesario, usando como herramienta teórica la teoría marxista-leninista.

Tuve la oportunidad de leerlo y aprender algunas ideas que quiero compartir, disculpándome de antemano por los posibles errores e inconsistencias que cometa.

Hoy, el sistema económico que ha dominado al planeta entero, desde el siglo XVII aproximadamente, está en decadencia, está muriendo. Se llama capitalismo, el país que lo representa es Estados Unidos, y ha experimentado varias etapas: la aparición de la manufactura, la maquinización y recientemente una gran revolución tecnológica, es decir, una automatización cada vez mayor de las máquinas.

Una de las tareas que el maestro Aquiles en su libro nos deja es hacer labor ideológica: enseñar a todos que el imperialismo tiene cara de bondad, abundancia y progreso, pero en realidad significa lo opuesto.

Esto sin duda ha generado grandes avances y progresos en la humanidad, pero a su vez ha generado también los sentimientos más bajos del hombre por su afán de ganancia. Es característico de este modelo la economía basada en la ganancia privada de las empresas, el sistema basado en la explotación del trabajo asalariado y en la acumulación de riqueza a base de una parte de ese trabajo no pagado al obrero (lo que Carlos Marx llamó plusvalía), dice Cordova en el libro mencionado.

Para entender este modelo, es preciso aceptar la existencia de dos clases sociales en el sistema de producción: por un lado, el patrón que tiene en su poder las materias primas y las máquinas necesarias para producir todo; y por el otro, el trabajador, que sólo tiene su fuerza de trabajo y nada más.

Ambas clases son antagónicas, pero necesarias, pues la una sin la otra no podrá producir nada. Y ha sido común durante años el abuso de la clase patronal hacia la clase trabajadora, que labora incansablemente para que solo se le pague una pequeña parte de lo que produce, y todo lo demás se lo queda el patrón, sólo por ser el dueño de los medios de producción.

Se sabe, por ejemplo, que hoy en día el obrero o trabajador reproduce su salario en no más de diez minutos, por lo que el resto (que Carlos Marx llamó parte excedente de la jornada de trabajo) es apropiación del capital. Esta fórmula repetida muchas veces ha generado riqueza extrema y pobreza extrema.

Algunos estudiosos del tema afirman que el capitalismo, como todo fenómeno que nace, se desarrolla y muere, ha entrado en su fase última, llamada imperialismo que se consolidó y maduró entre 1900 y 1910, y sus principales características son: la concentración del capital, lo que significa que cada día hay menos ricos, pero cada uno de ellos es más rico.

Asimismo, la centralización del capital, lo que significa que toda la producción es controlada por estos ricos, y esto sucede a escala mundial. Por ejemplo, en México, Carlos Slim, dueño de la empresa de telefonía del país, ha acrecentado su fortuna, y actualmente posee 102.8 miles de millones de dólares, que significan el 6 % del Producto Interno Bruto (PIB) del país, lo que lo hace el hombre más rico de nuestro país y de América Latina, mientras que 54 millones de mexicanos padecen algún tipo de pobreza.

Las consecuencias del imperialismo las estamos viviendo, aunque no sepamos definirlas. Y saberlo, concientizar el daño que este modelo nos ocasiona, es el primer paso para generar un cambio.

Es el imperialismo el que genera el desempleo, pues cada vez es menos requerido el trabajo de los obreros, pues hay más y mejores máquinas que realizan su trabajo con mayor ventaja. 

En el primer mes del año se perdieron 234,608 empleos en México. El trabajo subordinado, formal y de mujeres, fueron los más afectados por la destrucción de puestos laborales, de acuerdo con lo reportado por la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE). (El Economista, 29 de febrero de 2024).

Es el imperialismo el que ha ocasionado que continentes enteros estén bajo el yugo de los países poderosos como Estados Unidos, y padezcan hambre y muerte sin fin. Los conflictos bélicos que en estos momentos están matando a miles de inocentes, entre ellos a niños y bebés, son originados por el imperialismo.

Se calcula que más de 29 mil palestinos han muerto en la franja de Gaza, desde que inició el conflicto entre Israel y Hamás, según el ministerio de salud de Gaza. (Voz de América, 19 de febrero de 2024).

Así es: una vez que los mercados locales y mundiales ya fueron saturados con el exceso de mercancías que se producen, no queda de otra que destruir para volver a construir y obtener ganancias.

Así de perverso, así de terroríficas son las acciones que hoy ponen al mundo en una disyuntiva mortal, tal como lo menciona el autor: "o se hace lacayo del imperialismo capitalista o se adhiere a la propuesta que encabezan Rusia y China para la creación de un mundo multipolar y más equitativo". 

Estas ideas son un tanto difíciles de entender para todos los que nunca hemos estado inmersos en economía mundial o nacional; para los que hemos estado privados de estos temas, no por nuestra elección, sino porque en nuestro sistema educativo no se promueven ni el conocimiento ni el análisis económico, por considerarse un tema ajeno a los que sólo nos dedicaremos a trabajar como obreros.

Sin embargo, una de las tareas más apremiantes que el maestro Aquiles en su libro nos deja es hacer labor ideológica: enseñarle a todos los que podamos que el imperialismo tiene cara de bondad, de abundancia, de progreso, pero en realidad significa desempleo, pobreza, hambre, guerra, sangre, muerte.

La labor ideológica consiste en hacer propaganda por un mundo más justo, ayudar a que nuestros hermanos de clase acepten la posibilidad de paz mundial, de salarios justos, de trabajo digno, de vivienda digna y decorosa, de salud pública de calidad, de educación de calidad.

Es urgente y necesario pugnar por un nuevo modelo económico, por una nueva forma de producir, menos dañina y donde la riqueza que se produzca se reparta mejor entre todos los que ayudaron a generarla.

Ahora, la humanidad tiene ejemplos claros y vivos de cómo hacerlo; a grandes países como Rusia, el país más grande en territorio del mundo, y China el país con más habitantes y con la economía más poderosa, luchando por que así sea.

No somos ni vecinos cercanos ni parientes de ellos, pero somos habitantes del mismo planeta, al cual urge salvar. No lo olvidemos: hacer propaganda de un mundo multipolar, luchar por un modelo económico más justo y equitativo. Hagamos todos la tarea.

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