MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Una vez más, defendamos el derecho a la organización popular

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Muchos de los defensores de la democracia entienden que la participación del pueblo en la vida pública, se reduce a elegir a sus gobernantes por medio del voto universal, directo y secreto, pero pasadas las elecciones, los ciudadanos deben regresar a sus labores cotidianas y dejar el manejo de las decisiones de gobierno a los elegidos, a los que "sí saben".

En pocas palabras, la democracia se reduce a que el pueblo elija a sus nuevos amos, que tendrán poderes absolutos.

Pero olvidan que precisamente la democracia, a diferencia de otras formas de gobierno, convierte la política en asunto de todos los ciudadanos, donde gobernar deja de ser asunto de unos cuantos para pasar a ser tema de discusión y de interés de las mayorías, que permite su participación activa e influir en la toma de decisiones importantes.

Como ya sabemos, son siempre un puñado de privilegiados, los únicos que son tomados en cuenta por las autoridades de cualquier nivel, por el contrario, las solicitudes y peticiones de vecinos de colonias populares, de grupos campesinos, de estudiantes, trabajadores, vendedores ambulantes no son escuchados y no figuran sus peticiones en las propuestas de obras que planean año con año, se requiere algo más para ser tomados en cuenta.

Un gobierno verdaderamente democrático, debe fomentar y apoyar todas las expresiones sociales nacidas de las entrañas del pueblo, porque son el mejor remedio para evitar atropellos y abusos contra los ciudadanos por parte de los gobernantes.

Y precisamente por ese motivo, nos encontramos con un ataque sistemático contra las organizaciones políticas y sociales, no pasa un día en que no nos enteremos que, desde el mismo poder, se planean las respuestas a todo intento serio de organización popular.

La experiencia nos enseña que para tener alguna probabilidad de éxito importante, es a través de la organización social; en primer lugar, porque un grupo de ciudadanos se pone de acuerdo sobre algún problema que los afecta y discutir sobre las acciones más efectivas para solucionarlo; en segundo lugar, porque se va a crear una unidad que según su tamaño, consistencia y decisión así serán sus posibilidades de ser escuchados y ser tomados en cuenta.

Por eso nos debemos aferrar a nuestro derecho legítimo de conformar una organización popular numerosa y fuerte, a prueba de cualquier ataque desde el poder, porque es la mejor defensa ante un gobierno autoritario. Los enemigos de la organización del pueblo, llegan a declarar como un delito que merece ser sancionado y perseguido por todos los medios, cualquier iniciativa popular por aglutinar a un grupo de inconformes.

Los tiempos cambian, y hoy está demostrado que una sociedad próspera, tiene como condición que se deben crear y fomentar todo tipo de organizaciones, porque más que un estorbo al poder, son el complemento indispensable para el progreso y estabilidad social. Entonces, la organización popular no sólo es un derecho, es parte fundamental de un gobierno realmente democrático, así lo podemos comprobar con los países llamados de primer mundo.

Todo gobierno que presume ser demócrata, debe velar por el derecho de asociación de que gozan todos los ciudadanos, violentar este derecho, cerrar el diálogo, no atender los problemas sociales, es simplemente provocar una situación que a nadie conviene.

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