Desde su nacimiento, hace 50 años, el Movimiento Antorchista Nacional ha sostenido que el problema principal del país, es la pobreza, que las carencias tan elementales como falta de vivienda, de servicios básicos como agua, gas, electricidad y drenaje, muy escasos y deficientes servicios de salud, mala calidad de la educación, marginación aguda de poblaciones urbanas pequeñas y, más aún, de las comunidades campesinas, emigración incontenible al extranjero en busca de empleo, el crecimiento excesivo del llamado empleo informal, el igualmente excesivo crecimiento del narcotráfico y del crimen organizado que trae casi siempre consigo asesinatos, secuestros, robos a casa habitación, asaltos a mano armada en la vía pública, y muchas cosas más, tienen un origen común: la pobreza y la desigualdad que afectan a la gran mayoría de los mexicanos.
El 23 de enero, Oxfam emitió su informe anual, donde revela cifras que estremecen a cualquier lector:
“Los 14 ultrarricos en Me?xico concentran 8.18 de cada 100 pesos de la riqueza privada nacional. En particular, uno solo de ellos acumula 4.48 de esos 100 pesos: Carlos Slim Helu?”.
En los u?ltimos an?os hemos experimentado una crisis del costo de vida que se reflejo? y se sigue reflejando en los altos precios de mercancías que pagamos todos los di?as.
Y dice Oxfam que “esto no sólo lo hace la persona ma?s rica de Me?xico o de toda Ame?rica Latina y el Caribe, sino que hace que concentre casi tanta riqueza como la mitad ma?s pobre de la poblacio?n mexicana, alrededor de 63.8 millones de personas. En Me?xico, donde 36 de cada 100 personas, lo que equivale a unas 46.8 millones se encuentran en situacio?n de pobreza, segu?n el Consejo Nacional de Evaluacio?n de la Poli?tica de Desarrollo Social (Coneval). Surgen preguntas ineludibles: ¿Quie?n posee la riqueza? ¿Que? factores permiten acumularla en grandes proporciones y que? implicaciones tiene esto para el resto de la poblacio?n? Oxfam agrega que poco ma?s de nueve millones de personas en nuestro pai?s no saben si podra?n comer al di?a siguiente mientras que de cada 20 pesos, uno va a los bolsillos de Carlos Slim”.
Durante las u?ltimas de?cadas se ha repetido una mentira insostenible: por un lado se dice que los ultrarricos en Me?xico lo son por me?rito propio, porque han trabajado lo suficiente y se merecen tales fortunas. Que, frente a un Estado de?bil y corrupto, parece mejor alternativa que se otorguen ventajas fiscales, legales y administrativas a los grandes empresarios para que las ganancias lleguen en forma de derrama, empleos e inversio?n que beneficiara?n al resto de la poblacio?n. Pero esto está muy lejos de la realidad.
Adema?s de mostrar que el capitalismo lleva a la extrema concentracio?n de la riqueza en manos de un grupo pequen?o de la poblacio?n mexicana, este informe ilustra bien co?mo sus enormes fortunas guardan una estrecha relacio?n con el poder poli?tico: los ultrarricos en Me?xico lo son, sobre todo, por de?cadas de gobiernos que han renunciado a regular su acumulacio?n de poder e influencia.
Esto, a su vez, se traduce en la alta concentracio?n del poder de mercado de las grandes empresas, que ha afectado directamente los bolsillos de la mayori?a de la poblacio?n. Asi?, en los u?ltimos an?os hemos experimentado una crisis del costo de vida que se reflejo? y se sigue reflejando en los altos precios de mercancías que pagamos todos los di?as.
Por eso, el Movimiento Antorchista, al mismo tiempo que hace un análisis de la situación, afirma que hace falta un cambio de modelo económico donde se apliquen políticas en favor de los necesitados. Se necesita generación de empleos; un salario bien remunerado que sí resuelva las necesidades de un hogar; una reorientación del gasto público, donde se pueda invertir en obras y servicios para el desarrollo de la sociedad, la mejora de la calidad de vida de los mexicanos y finalmente una política fiscal progresiva, para que pague más impuestos el que más tiene.
Todo esto quiere decir, pues, romper la relacio?n de conveniencia entre el poder econo?mico y el poder poli?tico en Me?xico, lo que conlleva entonces nuevas reglas del juego que reconozcan que la economi?a es poli?tica.
Estas reglas deben revitalizar el rol del Estado mexicano para echar atra?s y regular los monopolios, poner impuestos a grandes corporaciones y fortunas personales y reconocer y promover nuevas estructuras empresariales y de propiedad. De esta manera podríamos hablar de un modelo más soportable para todos, especialmente para los que crean la riqueza: me refiero al pueblo trabajador.
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