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Violencia e inseguridad azotan a Chiapas, estado más pobre del sur

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En un año y medio, Chiapas, ubicado en la frontera sur de México, se ha convertido en un territorio en disputa entre los dos cárteles mexicanos más grandes: el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación, así como la creación del Cártel Chiapas y Guatemala, quienes se concentran en la zona fronteriza y en los altos del territorio chiapaneco.

Esta región fronteriza con Guatemala es una zona privilegiada para el tráfico de drogas, armas y migrantes. Devastado por años de conflictos intercomunitarios, la situación de seguridad en el estado más pobre de México está ahora fuera de control, a pesar de los operativos constantes por parte de las autoridades estatales.

La violencia e inseguridad en Chiapas se han desbordado a tal punto que el territorio ahora está marcado por una lucha constante por el control de los carteles y grupos delincuenciales.

Aún no se logra tener la paz social que por muchos años caracterizaba a Chiapas, un estado que brillaba por su gastronomía y cultura. En la actualidad, los turistas no visitan el estado debido a la inseguridad que se vive en diversas regiones de Chiapas.

Especialistas aseguran que vivir en la localidad es inseguro, de acuerdo con cifras de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) del Inegi. Al cierre de 2024, el país terminó con 26 mil 715 personas asesinadas, según cifras preliminares de las fiscalías estatales que se muestran en el Informe de Seguridad del Gobierno. La cifra representa un incremento del delito comparado con el mismo periodo de 2023, con una media de unos 70 asesinatos diarios.

Pero no sólo es la disputa entre los cárteles de la droga; también se suman grupos delincuenciales que abruman a la sociedad, como el conocido “Grupo Machete”, que a principios de 2021 se autodenominó defensor de las tierras agrícolas y, en la actualidad, es uno de los principales responsables de desplazamientos forzados de comunidades enteras. 

También está el caso del grupo “Los Motonetos”, un grupo de jóvenes instalados en la cabecera municipal de San Cristóbal de las Casas, quienes han sido acusados de múltiples asesinatos, entre los que se destacan a comerciantes, empresarios, comunicadores y aquellos que no tienen cómo pagar el derecho de piso de los establecimientos en el primer cuadro de esta ciudad denominada pueblo mágico.

Lo último que se vive en la zona fronteriza y en los altos de Chiapas es el aumento de extorsiones, amenazas y secuestros, que ya son parte de la cotidianidad. También la cooptación e integración forzada de organizaciones sociales, campesinas, comerciantes y transportistas para participar en actividades criminales, además de la desaparición de líderes y autoridades comunitarias.

Esto se suma a la repercusión negativa en la economía y alimentos básicos, que ya alcanzan precios estratosféricos debido a la escasez. A pesar de que los funcionarios aseguran que la seguridad está llegando a Chiapas, rubros como el sistema educativo siguen sin el regreso a clases en muchas regiones, ya que los docentes no logran tener una seguridad al 100 % que les permita regresar a las aulas. Se estima que, a pesar de los operativos de seguridad, más del 40 % de las zonas indígenas aún sufren inseguridad, donde grupos armados mantienen el control y los habitantes siguen en zozobra, esperando que la autoridad llegue a estas zonas indígenas de Chiapas.

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