Para este nuevo ciclo escolar que está por comenzar, tan sólo en la ciudad de Puebla, 72 mil jóvenes buscaron ingresar a la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP). Sin embargo, la máxima casa de estudios de Puebla sólo tiene capacidad para atender a 37 mil aspirantes.
Es decir, 35 mil jóvenes no podrán continuar sus estudios en la BUAP y tendrán que buscar, como opción, ingresar a escuelas privadas, si la economía de sus familias se los permite. De lo contrario, se verán obligados a ingresar a las filas de la reserva de mano de obra y, en muchos casos, tendrán que autoemplearse para poder generar un ingreso y llevar el pan diario a sus hogares.
En la capital del país, donde se ubica la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el Instituto Politécnico Nacional (IPN), la situación se agrava a niveles alarmantes.
Este año, aplicaron 143 mil 427 estudiantes a la UNAM, de los cuales 14 mil 151 fueron aceptados. Es decir, 129 mil 276 jóvenes quedaron fuera. De acuerdo con la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (Anuies) —con datos de 2023 y 2024–, entre 500 mil y 700 mil estudiantes no logran ingresar a una de las máximas casas de estudios en México. En promedio, cuatro de cada diez jóvenes entran a la universidad.
En este contexto, el informe presentado, en el marco del Día Internacional de la Educación 2024, por el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), sobre los obstáculos que enfrentan los estudiantes en México, señala que pertenecer a un grupo históricamente desfavorecido y a los hogares más pobres son los dos factores principales que generan inequidad educativa en el país.
De los 34.8 millones de niños, niñas y jóvenes entre tres y 18 años que deberían asistir a la educación obligatoria por su edad, 18 % no acude a la escuela. La proporción equivale a 6.4 millones y la mitad pertenece a un grupo vulnerable, como las comunidades indígenas, población con discapacidad, rural o afrodescendiente.
Nueve de cada diez estudiantes que inician la primaria en México llegan a la secundaria, pero la cifra se reduce entre el alumnado de habla indígena y con discapacidad, donde solo siete y seis, respectivamente, logran ingresar a la secundaria.
El abandono escolar y las desigualdades se agudizan en los niveles educativos más altos. Entre la población general, solo uno de cada tres jóvenes que inició la primaria logra ingresar a la universidad.
El acceso a la educación en nuestro país no está garantizado porque a la clase gobernante así le conviene. La muestra más evidente es el nulo interés por invertir en este sector y crear las condiciones para una educación de calidad.
De acuerdo con el Foro Económico Mundial, la desigualdad educativa en México superó en 2023 el promedio de los países de América Latina y del mundo.
Es decir, en México persisten en gran medida diferencias en el acceso a la educación, recursos didácticos e infraestructura educativa de calidad.
¿Qué les queda a los jóvenes? ¿Qué opciones les da el Gobierno a esos cientos de miles de jóvenes para poder profesionalizarse? Antorcha ha planteado un modelo educativo que exige que se garantice la educación a todo aquel que la necesite.
Pero no sólo que el estudiante vaya a una escuela y ya, sino que, en primer lugar, haya condiciones de infraestructura adecuada para ello, que la educación sea de calidad con docentes bien preparados, que el plan de estudios sea integral.
Es decir, la educación no se debe limitar a lo académico, sino que se incluyan otros aspectos como la cultura, el deporte y la ciencia para, más allá de formar profesionistas multidisciplinarios, formar hombres nuevos, íntegros, con un alto sentido humano.
Por eso, cuando Antorcha dice que se preocupa por la educación, principalmente de los hijos del pueblo trabajador, que son esos cientos de miles de jóvenes que no pueden ingresar a una universidad pública ni tienen los recursos económicos para ingresar a una escuela privada, lo hace en el terreno de las acciones concretas y no se queda en el discurso, como la mayoría de las veces pasa con las autoridades gubernamentales.
Muestra de ello es que, desde su nacimiento, ha luchado por gestionar cientos de escuelas de todos los niveles educativos en colonias populares, en los pueblos humildes y en todo aquel lugar donde hace falta.
Gracias a esas gestiones, una incuantificable cantidad de niños y jóvenes ha logrado realizar sus estudios desde el preescolar hasta nivel superior, dando oportunidad a que estos se profesionalicen en lo que ellos gusten.
Por mencionar algo, están el Instituto de Artes Macuil Xóchitl (IMX) en Puebla, la Escuela de Bellas Artes Texcoco (EBAT) en el Estado de México, el Instituto Deportivo “Salvador Díaz Mirón” en Veracruz, la Escuela Normal Superior “Mixteca Baja” en Tecomatlán, la Escuela Normal Superior “Margarita Morán” en la ciudad de Puebla, el Instituto Tecnológico de Tecomatlán, por mencionar algunas instituciones educativas de nivel superior.
Ítem más. Conocedor de las condiciones precarias en que el pueblo mexicano trata de sobrevivir, y que muchas veces esos jóvenes que buscan cursar sus estudios de nivel superior (o algún otro) deben emigrar de su lugar de origen para poder lograrlo, el Movimiento Antorchista también ha dado cruentas luchas en contra de diversas administraciones gubernamentales de todos los niveles para lograr la construcción de albergues estudiantiles donde los jóvenes puedan alojarse en un ambiente cómodo y seguro.
Ejemplo de lo anterior es la Villa Estudiantil “Aquiles Córdova Morán” en Tecomatlán, la Casa del Estudiante “Hermanos Serdán” (CEHS) en la ciudad de Puebla, la Casa para estudiantes de periodismo “Hermanos Flores Magón”, entre tantas otras que no menciono por ahorro de espacio y tiempo.
Por tanto, el acceso a la educación en nuestro país no está garantizado porque a la clase gobernante así le conviene. La muestra más evidente es el nulo interés por invertir en este sector y crear las condiciones óptimas para que exista una educación de calidad.
A ello se suma que alrededor de 100 millones de mexicanos padecen pobreza y muchos de ellos buscan, en primer lugar, satisfacer el hambre de sus hogares porque, como dijo Sancho Panza, “el trabajo no se puede llevar sin el gobierno de las tripas”, lo que provoca que muchos trunquen sus estudios.
Ante esta realidad lacerante, Antorcha invita a los jóvenes a sumarse a la lucha política por transformar esta sociedad por una patria más justa y equitativa, donde todos los sectores puedan alimentarse adecuadamente, tengan empleos con salarios dignos y el Estado les garantice servicios de calidad, como la salud y la educación.
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