MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

36 años de lucha del pueblo de Chimalhuacán organizado en Antorcha

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El domingo primero de septiembre, los antorchistas del municipio de Chimalhuacán, en el estado de México, celebraron su 36 Aniversario, y es importante que todos los antorchistas del país, y también los campechanos, entendamos la importancia de este festejo y del trabajo que realizan los compañeros en ese lugar, el ejemplo que nos ponen, y la enseñanza que significa para todos los demás.

Es importante, pues, no sólo porque son nuestros compañeros, y es cierto eso de que somos un solo hombre, de manera que su dolor y sus alegrías las son de nosotros también, sino, además, porque el trabajo que realizamos cada antorchista en cada lugar en el que estamos, para unir, organizar y educar a los mexicanos más humildes, de manera que puedan defender sus intereses con posibilidades de éxito, lo realizaremos mejor, con más ganas y con mejores resultados si vemos y aprendemos de las experiencias de otros. Las lecciones que para ello nos da el caso del antorchismo de Chimalhuacán son excepcionales.

Durante 20 años de Gobierno Antorchista, Chimalhuacán se transformó del lodazal infecto que era, al municipio urbano con la mayor tasa de desarrollo; ejemplo para TODOS los demás municipios.

Antorcha comenzó a trabajar en Chimalhuacán en 1988, atendiendo el llamado que hicieron entonces un grupo de padres de familia de la Escuela Primaria Emiliano Zapata, cansados de tanta marginación y abandono, además del abuso y la violencia de quienes detentaban el poder político en un cacicazgo criminal y corrupto.

El municipio es de los más antiguos del país y como asentamiento tiene raíces prehispánicas, pero con el crecimiento cada vez mayor de la Zona Metropolitana del Valle de México, a los lugareños se les sumaron miles de nuevos pobladores que inmigraban de las zonas rurales en busca de ingresos que no les proporcionaban sus lugares de origen y otros que eran expulsados de la Ciudad de México y tenían que irse a vivir a la periferia.

Chimalhuacán se convirtió en uno de los setenta municipios urbanos y ocupaba en esa lista el último lugar de desarrollo. Asentado sobre los rellenos sanitarios de la Ciudad, era literalmente un basurero gigantesco, sin servicios y sin atención de las autoridades que apoyaban al cacicazgo de Guadalupe Buendía, quien ejercía el terror entre los pobladores y hacía negocios hasta con la basura, el 97 % de las calles eran terracerías, es decir, polvaredas sucias y tóxicas en tiempos de secas y lodazales infectos y podridos en época de lluvias, era un infierno vivir ahí, pero a la gente no le quedaba otro remedio.

El remedio fue organizarse con Antorcha y, así, hace 36 años, un grupo de jóvenes, dirigidos por Jesús Tolentino Román Bojórquez y Maricela Serrano Hernández, llegaron al territorio de Chimalhuacán y comenzaron a unir y organizar a los pobladores, primero en torno a sus necesidades de educación, y casi automáticamente a todos los demás problemas.

Las necesidades eran muchas, el abandono institucional espeluznante y los chimalhuacanos de entonces se aferraron a Antorcha como la esperanza de superar su atraso.

Fueron años de lucha de 1988 a 2000 en los que se gestionaron servicios públicos como el agua potable, energía eléctrica y drenaje; “de 1988 al año 2000, se fundaron más de 200 escuelas, desde preescolar hasta la Escuela Normal Ignacio Manuel Altamirano; se entregaron unos mil 800 lotes de vivienda; se formaron seis mercados de barrio; se ganó el sistema de agua para Balcones de San Agustín; se logró la electrificación definitiva de toda la zona baja; se construyeron más de 80 kilómetros de guarniciones y banquetas, y se inauguraron 22 lecherías, entre otras cosas”, recuerda Marcos Espinosa, activista de Chimalhuacán, para indicar que la lucha no se reduce a la etapa en que Antorcha gobernó.

Esta sería la primera lección que nos deja el caso de Chimalhuacán, pues con la fuerza de la gente, la lucha tenaz, a pesar de navegar en contra de los poderosos, el pueblo de Chimalhuacán organizado en Antorcha fue logrando la solución a sus demandas más urgentes. Todo esto antes de que esta lucha los llevara a pelear y ganar el poder político.

En efecto, el explosivo crecimiento de Antorcha en Chimalhuacán y el atinado y valiente liderazgo de los antorchistas, encabezados por el biólogo Jesús Tolentino, le llevó casi inevitablemente a pelear el poder político y ganarlo. Y a pesar de la oposición de los caciques que de esta manera perdían el poder, gracias a la lucha del pueblo, puso a los antorchistas en la prueba de fuego de ser Gobierno municipal en uno de los más grandes municipios urbanos, con casi la misma población que todo el estado de Campeche.

Durante 20 años de Gobierno Antorchista, Chimalhuacán se transformó del lodazal infecto que era, al municipio urbano con la mayor tasa de desarrollo, ejemplo para todos los demás municipios.

En estos años de Gobierno de continuidad y de progreso sostenido, Chimalhuacán consiguió, gracias al Gobierno de Antorcha, el 95 % de las calles pavimentadas, sistema de drenaje, agua potable regular, complejos deportivos con pistas de tartán y albercas, teatros de primer nivel, red eléctrica, educación desde preescolar hasta superior con ocho universidades.

Asimismo, se construyó la ruta del Mexibús 3, se creó un sistema de salud municipal, se detonó el desarrollo económico con plazas comerciales y mercados, se potenció el atractivo turístico con su rica cultura y tradiciones y se impulsó la feria de la piedra de manera gratuita.

También se construyó un parque ecoturístico con lago artificial, granja interactiva y albercas recreativas, el segundo planetario más grande de Latinoamérica, la casa de atención al adulto mayor, obra ejemplar y única en su tipo en toda Latinoamérica.

Esta sería la segunda lección: el pueblo puede y debe luchar siempre, pero lo hará mejor si pelea el poder político y hace con él lo que los poderosos nunca han hecho ni van a hacer.

Pero después de 20 años de Gobiernos antorchistas y el renacimiento de Chimalhuacán, la demagogia y al engaño de quienes quieren el poder para usarlo, los mismos que antes de Antorcha lo tenían, en alianza con los oportunistas que abusan de las necesidades y la buena fe de los más pobres, con el uso condenable de los recursos de la federación en manos de los oportunistas, con fraude en todas sus formas de siempre y otras reinventadas, los caciques “ganan” las elecciones y le quitan el poder al pueblo organizado.

El resultado, a los pocos años de ejercerlo los oportunistas, es el abandono de la infraestructura creada por los Gobiernos antorchistas, la cancelación de los programas sociales que son sustituidos por las dádivas en dinero, y el retroceso en más de dos décadas del desarrollo logrado.

Estos resultados están a la vista de todos, a pesar de que los defensores del actual poder digan lo contrario, calumnien a la organización y se den baños de pureza que no tienen. Esta diferencia entre el discurso y la realidad de los políticos corruptos que hoy medran con el poder al amparo del seudo partido Morena, es mucho más evidente en el municipio de Chimalhuacán que en ningún otro lado.

Esta sería la tercera lección, muy importante para quienes todavía creen que el de Morena es un buen Gobierno. No, es mejor y siempre va a ser mejor el pueblo en el poder, como lo fue el Gobierno antorchista en Chimalhuacán.

Y la cuarta lección es, tal vez, la más importante: Antorcha sigue adelante y está más viva que nunca, a pesar de haber “perdido” el poder y de los intentos siniestros de los poderosos de desaparecernos. 

No lo lograron ni lo lograrán y el desarrollo de Chimalhuacán llevará, inevitablemente, a que el pueblo tenga nuevamente el poder, pero ahora para siempre.

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