MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

48 horas laborales, violación a derechos humanos: Juan Carlos Pool

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* México, entre los países con las jornadas de trabajo más altas del mundo, destaca el vocero de Antorcha en Quintana Roo

Chetumal. La informalidad y la precariedad son dos problemas estructurales que han definido el sistema laboral en México y en América Latina y que afectan profundamente sus estructuras de empleo, porque también crean inestabilidad laboral, lo que implica que, entre trabajadoras y trabajadores de todas las edades, desde jóvenes hasta personas mayores, predominen la incertidumbre, la inseguridad y el temor a perder su fuente de ingresos, afirmó Juan Carlos Pool Contreras, vocero del Movimiento Antorchista en Quintana Roo.

Llama la atención –dijo– que, sin embargo, la población joven se adapte mejor a este modelo, porque tiende a preferir la flexibilidad laboral, sin comprometerse con contratos fijos y sin prestar tanta atención a las condiciones, que pudieran implicar el no contar con prestaciones como servicios de salud.

Por su parte, para los adultos mayores resulta crucial mantener su empleo, desarrollarse profesionalmente, acumular antigüedad y asegurar tanto un ingreso estable como una futura pensión o jubilación, oportunidad que nuestros jóvenes han perdido con las nuevas reformas a las leyes laborales, sentenció.

“La posibilidad de perder el trabajo basta para producir incertidumbre y ansiedad e impacta en personas que, entre otras muchas opciones, buscan independizarse de sus familias, contraer matrimonio o formar un hogar, lo que se complica si no se tiene un ingreso fijo”.

Por ello, y para mitigar estas incertidumbres, se requiere continuar aumentando el salario mínimo, reforzar el cumplimiento de las leyes laborales existentes en el país para ofrecer soluciones legales y concretas y lograr mejorar la calidad de vida, expuso.

Lamentó que sea México uno de los países con las jornadas laborales más extensas, alcanzando 48 horas semanales, similares a las registradas en otros países de América Latina, lo que la coloca entre las cifras más elevadas del mundo, y eso debe cambiar; esa es la exigencia de los trabajadores.

“Estamos de acuerdo con quienes argumentan que estas jornadas deberían reducirse a 40 horas semanales para permitir una mayor dedicación a actividades personales o familiares, así como tiempo de ocio u otras necesidades”, planteó.

Refirió que “actualmente, estas largas jornadas no sólo pueden considerarse una violación a los derechos humanos, sino que también podrían representar un obstáculo para aumentar la productividad laboral”.

Reducirlas sería una apuesta por mejorar tanto las condiciones humanas como los niveles de eficiencia, concluyó.

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