Alentado por su falso populismo, que lo ha llevado a cometer graves atentados en contra de los mexicanos, con políticas absurdas con las que piensa que todo lo que hace está bien hecho, poniendo oídos sordos a los reclamos justos de sus compatriotas, se observa al presidente Andrés Manuel López Obrador, cada vez más enterado de sus fracasos, condenando a las familias del país la exclusión de los servicios de salud pública porque tanto él como sus corifeos del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) han borrado, de un plumazo, el derecho a curar sus enfermedades y orillando a las clases pobres a sucumbir por no tener acceso a médicos y medicinas.
Es un desamparo total que debería ser considerado como un grave atentado en contra de quienes confiaron en él y de los que no lo hicieron.
Haber mutilado o cortado la vida del Seguro Popular en México, bajo el pretexto de poner fin a la corrupción, resultó un rotundo fracaso, mismo que se ha convertido en atentado para la nación entera, porque los reemplazos de esa institución creada para proteger la salud de los mexicanos, sobre todo de las clases pobres, a decir del famoso Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI) o el IMSS-Bienestar, han dejado mucho que desear y no han cumplido siquiera con la atención que se brindaba anteriormente a los ciudadanos.
Pero la necedad del promotor de la 4T persiste, cuando se le ha dicho que su política de salud es errónea y ha fracasado, se envuelve en su túnica de omnipotencia y acusa, piensa que se trata de grupos del pasado que están en su contra, que lo quieren ver como un fracasado, que son antipatriotas y enemigos de la cuarta transformación, indeseables y enemigos de México.
La reportera Mariana Campos, ha sido muy certera cuando refiere que el IMSS-Bienestar, ha servido sencillamente para maquillar el fracaso en salud, coincidiendo con expertos en la materia, médicos y enfermeras o enfermeros, con pacientes y enfermos, que anteriormente eran atendidos en el Seguro Popular y que hoy se han quedado a la deriva, sin nadie que les brinde la atención médica que requieren, vaya pues, ni siquiera los medicamentos que les eran suministrados.
Ella advierte que la transición del Seguro Popular al Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) prometía resolver los problemas eternos en los servicios de salud: falta de medicamentos, cobertura limitada, pocas consultas, etcétera. Sin embargo, la atención en salud no mejoró, sino que empeoró. Con apenas pocos años de vida, ya se ha dado por muerto al Insabi.
Ahora, la esperanza de garantizar, por fin, el acceso universal a la salud se ha puesto en el sistema del IMSS-Bienestar, un modelo probado, con Reglas de Operación (ROP), enfoque principalmente rural y con una historia que se remonta a 1979. Esto, sin duda, debería ofrecer una oportunidad para mejorar la administración, transparencia y gobernanza de los servicios de salud para las personas más vulnerables en México. No obstante, hay evidencia de sobra que hacen dudar si será posible en la práctica, porque no bastará con cambiar de marca y pintar la fachada.
En los últimos años, el IMSS-Bienestar ha sufrido un declive en sus indicadores operativos, como número de consultas, equipamiento e infraestructura. Así, la transición entre los sistemas de salud requerirá ampliar la cobertura del IMSS-Bienestar, el cual hoy sólo tiene presencia en 19 estados; deberá también adoptar a un gran número de pacientes provenientes del Insabi y, sobre todo, deberá repararse a sí mismo.
Porque ahora que el Gobierno federal se ha percatado de su tontería, pretende reemplazar al Insabi con un sustituto que ni siquiera opera por completo a nivel federal ya que el IMSS-Bienestar trabaja solo en 1,328 municipios que representan un 54 por ciento del total y sólo en 19 estados.
Pero, para garantizar el acceso universal a la salud, esta institución prácticamente deberá duplicar su presencia municipal y definir su esquema de participación con los 13 estados donde hasta 2021 no operaba –Aguascalientes, Baja California Sur, Colima, Ciudad de México, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Nuevo León, Querétaro, Quintana Roo, Sonora, Tabasco y Tlaxcala–. Para esto, queda la duda de si el IMSS –ya con capacidades al límite–le prestará infraestructura al IMSS-Bienestar o si se utilizarán los recursos de la Secretaría de Salud que actualmente son parte del Insabi.
Cabe destacar que la infraestructura y el equipamiento del IMSS-Bienestar están estancados o en declive, partiendo desde el año 2014 que en esta institución no se ha incrementado el número de hospitales, los cuales suman 80.
Actualmente IMSS-Bienestar cuenta con 3,987 centros de salud, clínicas, unidades móviles y unidades de medicina familiar, empero en los últimos años ha perdido unidades médicas. En 2018 llegó a tener 4,275 centros, más que en 2021. Parece que la pérdida de centros de salud se relaciona con la menor inversión física entre 2016 y 2019. Además, esta caída en la infraestructura ha impactado en sus indicadores de atención.
En resumen, la infraestructura y equipamiento del IMSS-Bienestar han ido a la baja, lo cual obligará al Gobierno a destinar más recursos para poner a punto a este sistema, llamado a asumir la administración de la atención en salud en México. Incluso con los incrementos en el presupuesto para 2022, se ve muy complicado revertir el declive de años.
A su vez, el comunicador Diego Badillo, refiere que el paquete económico para 2023 señala que, a finales de junio próximo, se habrá liquidado el Fondo de Salud para el Bienestar, con lo que el gobierno habrá consumado la apropiación de 110,000 millones de pesos que tenía ese fondo a finales de 2018. El presupuesto para operar el IMSS-Bienestar podrá recibirse a través de un fideicomiso “que, en su caso, se constituya”.
La historia del Seguro Popular (SP), el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) y el IMSS-Bienestar, refleja la realidad del sector de los mexicanos al que debieron o deben atender: el primero murió, el segundo enfrenta una enfermedad catastrófica y en, máximo seis meses, perderá su presupuesto y el tercero, acaba de nacer y todavía no tiene asegurada su mesada.
El análisis sobre la propuesta de presupuesto “Gasto en salud en el PEF 2023: en el fondo, una triste historia” realizado por México Evalúa, llama la atención en que desaparecería el Fonsabi, sin que el gobierno ofrezca una alternativa a la atención de enfermedades catastróficas, que es como se les dice a aquellas que cuando atacan al integrante de una familia, su primer efecto es hacerlas má pobres.
México Evalúa, advierte que el recorte de recursos del IMSS-Bienestar frente a 2022 no deja de ser un enigma, si tenemos en cuenta los cambios que se avecinan. Al 30 de junio de 2022 Nayarit, Tlaxcala y Colima han transferido 534 unidades médicas que antes formaban parte del esquema del Insabi para ser administradas por el IMSS-Bienestar, según el Cuarto Informe de Gobierno. Además, hay otros 13 estados que están próximos a unirse a este esquema el siguiente año.
Lo cierto en todo esto es que el gobierno de la 4T emanado de los reductos de Morena, han fracasado en su intento por brindar salud de primera a los mexicanos, esa salud que se ha convertido en algo así como ellos mismos lo promueven, una salud de cuarta categoría.
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