La decisión unilateral de Donald Trump de deportar millones de migrantes mexicanos representa un golpe estratégico que impactará de manera específica y devastadora al estado de Tlaxcala, una de las entidades más pequeñas y económicamente vulnerables de México.
Cada migrante que regrese traerá consigo no sólo una maleta, sino la esperanza de reconstruir su tierra, su comunidad y su futuro.
Tlaxcala, históricamente caracterizada por su alta dependencia de las remesas y la migración laboral, será uno de los territorios más afectados por estas políticas intervencionistas. La economía local, sustentada en gran medida por los ingresos de migrantes que trabajan en Estados Unidos, verá un colapso económico inminente.
Las cifras son reveladoras: aproximadamente el 40 % de las familias tlaxcaltecas dependen directa o indirectamente de los recursos económicos generados por migrantes. El retorno masivo significará una desestabilización económica sin precedentes, generando desempleo, incremento de la pobreza y desintegración del tejido social.
La infraestructura estatal no está preparada para absorber el impacto de miles de migrantes que serán obligados a regresar. Los servicios públicos —educación, salud, vivienda— colapsarán ante la imposibilidad de atender una demanda tan súbita y numerosa.
El sector agrícola, principal fuente de subsistencia en Tlaxcala, se verá especialmente golpeado. Los migrantes que retornan representarán una presión adicional sobre los ya limitados recursos productivos. La falta de oportunidades laborales provocará una migración interna hacia ciudades más grandes, incrementando los cinturones de pobreza.
La crisis migratoria no será únicamente económica, sino profundamente social. Familias enteras serán fragmentadas, comunidades desarticuladas y el tejido social tlaxcalteca se verá severamente erosionado.
El gobierno estatal debe prepararse para un escenario de emergencia social. La reactivación económica requerirá inversiones significativas, políticas públicas innovadoras y una visión estratégica que trascienda la inmediatez.
Tlaxcala necesita urgentemente convertir esta crisis en una oportunidad de transformación. La resiliencia de su pueblo será fundamental para superar este embate imperialista que busca desestabilizar no sólo a un estado, sino a la nación entera.
La defensa de Tlaxcala será la defensa de México. Cada migrante que regrese traerá consigo no sólo una maleta, sino la esperanza de reconstruir su tierra, su comunidad y su futuro.
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