Este 8 de marzo decenas de miles de mujeres sudcalifornianas de la clase proletaria no tuvieron agua para sus hogares. Y de eso no se hizo ninguna marcha de protesta. El Inegi dice que menos de dos de cada diez habitantes de la Baja Sur tienen servicio de agua diariamente y el dato así de general oculta tragedias diarias incontables, pues hay familias que cada quince días reciben un poco de líquido mediante pipas y a veces tarda hasta cuatro semanas en llegar, como en El Carrizal, municipio de La Paz, lo mismo que a muchas colonias con los insufribles tandeos.
Esto es un tipo de violencia de parte de Gobiernos que, teniendo todo el poder, el conocimiento científico y las modernas tecnologías, mantienen a sus poblaciones en condiciones que para los más pobres se convierten en inhumanas. No es ético que unos pocos multimillonarios se pudran en dinero que sólo crece para sí mismo y que podría invertirse en gigantescas obras de infraestructura hídrica que restauren la naturaleza y brinden suficiente agua para la humanidad de la península.
Las mujeres que marcharon ese día en diversas ciudades de Baja California Sur se centraron en repudiar y denunciar la violencia física y las agresiones contra ellas por su condición femenina; protestar por ello no está mal, pero es evidente que no marchan por la violencia contra ellas por su condición de clase social.
Es necesario apoyar a todas las mujeres en su lucha contra la violencia y las agresiones de los abusivos de todo tipo; “ni una más” es una exigencia totalmente justa, pero también es necesario que las mujeres proletarias tomen este día para avivar sus protestas y que recuperen el sentido original de esta fecha: el de luchar contra la opresión y la violencia que todos los días sufren ellas por ser integrantes de la clase proletaria, tanto en casa como en el trabajo.
Pero no lo están haciendo. Están dejando que el Día Internacional de la Mujer se transforme también en Baja California Sur en una jornada sólo contra el feminicidio. Y eso sólo posibilita más violencia de clase contra las proletarias, pues le quita fuerza a una bandera política que era necesaria y que levantaron por primera vez en el mundo las mujeres comunistas y socialistas.
Cito la nota que hace unos días dio la página de Facebook antorchista de nuestro Estado: “Familias de jornaleros agrícolas que viven en la comunidad de El Carrizal, en el municipio de La Paz, Baja California Sur, tienen ya seis años de habitar el lugar y aún carecen de agua y electricidad, López Obrador está por irse y no resolvió su carencia, dijo Isabel de la Cruz, residente de la colonia Santa María”. Ella es madre y jornalera, lo mismo que cientos de mujeres de esa comunidad.
Agrega: “Siempre nos dicen que no [les dotarán de agua diariamente mediante un sistema de agua potable en forma] hasta que no se regularice nuestra colonia, pero no hemos tenido un gobierno amigo que esté del lado de nosotros, para que nosfacilite esa tramitología burocrática que a los pobres nos encadena más todavía en la pobreza; al contrario, ahora es más duro el burocratismo para los pobres, mientras que para los ricos es tan blandito que hasta sobre los barrancos y quebradas junto al mar les permiten poner sus lujosas mansiones y hoteles”. He ahí la violencia de clase usando como garrote trámites burocráticos que imposibilitan legalmente la justicia social.
“De aquí, del Carrizal, sacan agua de pozo para La Paz, son dos tuberías, pasan a 100 metros de nosotros, desde hace años, y no nos quieren compartir un poquito, nos quieren contentar con una pipa cada quince días para un montón de casas, pero a veces se tarda hasta un mes en llegar”. Maltrato de la clase social poderosa a la oprimida.
La nota continúa: “Explicó Isabel de la Cruz que varias comisiones de vecinos organizados de su colonia han solicitado reiteradamente por años la intervención de las autoridades estatales y municipales para resolver la regularización de sus terrenos para solicitar agua y electricidad y siempre obtienen respuestas evasivas. Tendremos que ir nuevamente, pero ya no iremos sumisos, ni creeremos las promesas electorales, porque de esas ya tuvimos toneladas y nomás no hicieron nada; ya quisiéramos ver a esos que tanto prometen resolver los problemas de su casa con sólo una cubeta de agua al día”.
Las estadísticas del Registro Público de Derechos de Agua (Repda) en BCS demuestran claramente que las clases ricas se apoderan de la mejor agua.
A juicio de este humilde servidor, este caso es, junto con los casos de violencia laborales, educativos, de salud y otros similares, los que bien podrían levantar las madres y mujeres proletarias el próximo Día Internacional de la Mujer. Entonces sí sucedería que la protesta por los asesinatos, maltratos y abusos hacia la mujer por su propia condición femenina tendría el más formidable apoyo con que pueda contar: el de las mujeres proletarias conscientes y en lucha, nada las detendría.
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